Mientras nos peleamos

Humberto Vacaflor*

La Razón

El presidente Evo Morales dice que la mayor derrota del 10 de agosto fue para los periodistas. Algunos periodistas dicen que el 10 de agosto el triunfo fue, en realidad, del fraude.



Es sólo una muestra de las diferencias que tenemos los bolivianos acerca de todo. Lo cierto es que el Presidente ganó en la región de Bolivia que tiene 70% de la población y produce 30% del PIB, pero perdió en la otra región, que tiene 30% de la población pero produce 70% del PIB.

La pregunta de ahora, cuando el Gobierno ha propuesto sus nuevos referendos, es si toda Bolivia va a aceptar que los votos de la concentración demográfica de La Paz y Oruro imponga sus criterios políticos a toda Bolivia.

Las primeras reacciones muestran que los bolivianos de las otras regiones no están dispuestos a que los votos de la región andino-aimara decidan el futuro de todos los bolivianos.

En la Asamblea Constituyente, los representantes de quienes habían votado por el No a las autonomías departamentales terminaron decidiendo cómo serían las autonomías de los que votaron por el Sí.

Menos mal que este método no se emplea en el mundo entero, porque los chinos, que son los más numerosos, terminarían imponiendo sus criterios a todo el planeta. Arroz con palitos para todos.

Mientras los bolivianos nos peleamos por éstos y otros motivos, el mundo sigue andando, pero sobre todo los vecinos. Sólo con la excepción de Argentina, que se está precipitando a una nueva crisis en su historia, esta vez con la marca de los Kirchner, todos los vecinos están muy bien.

Un balance desde el sector petrolero fue hecho en el Congreso «Bolivia, Gas y Energía», que organizó la Cámara Boliviana de Hidrocarburos. Las inversiones se dirigen hacia todos los países de la región excepto Argentina, Ecuador y Bolivia.

Argentina es el caso más difícil. Un país que está comprando el gas natural licuado en 17 dólares el millón de BTU para venderlo en su mercado interno en un dólar. Lo mismo hace con el gas boliviano, por el que paga nueve dólares. Sólo por el gas que compra de Bolivia, Argentina tiene que pagar una subvención de 240 millones de dólares. En total, las subvenciones argentinas por el combustible que compra caro y vende barato representan 2.209 millones de dólares. Y las inversiones no llegan porque no les atraen los precios internos.

Fuera de Argentina, que es el peor caso, todos están bien. El mejor de todos, Brasil, que se ha convertido en una potencia petrolera mundial con los últimos descubrimientos, pero además se mantiene como el primer productor del mundo de etanol. El boliviano Miguel Dabdoub es uno de los responsables del gran éxito que tiene Brasil en los biocombustibles.

Perú avanza paso a paso. Sus expertos comprobaron que para completar una inversión petrolera en estos tiempos hace falta seis años y medio desde el momento en que se la concibió hasta que se la comienza a construir. El resto del mundo está acaparándolo todo. Para venir a nuestros países, las empresas mundiales no tienen tiempo. Nuestros mercados son demasiado chicos.

De esto, por supuesto, los bolivianos ni nos enteramos. Estamos muy entretenidos con las peleas. Y a algunos se nos sale el indio de vez en cuando.