Entrevista a Carlos Mesa: La Constitución boliviana es ilegal de principio a fin

En entrevista con EL TIEMPO (eltiempo.com), el periodista, historiador, literato, fanático del fútbol y cinéfilo consumado, afirma que «Evo Morales ha exacerbado el racismo» en su país.

En el 2002, el polémico ex mandatario Gonzalo Sánchez de Lozada le propuso a Mesa ser su fórmula vicepresidencial como parte del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Y él, que no militaba en ningún partido, aceptó el reto y pasó a la otra orilla.

El MNR ganó las elecciones, pero ‘Goni’, como llamaban a Sánchez de Lozada, tuvo que renunciar y huir del país en octubre del 2003, cuando estalló la famosa Guerra del gas, una serie de graves enfrentamientos relacionados con la exportación de gas natural boliviano a E.U. y México que dejaron al menos, 65 muertos en La Paz y en la ciudad satélite de El Alto.



Mesa asumió y, desafiado por huelgas generales, marchas, bloqueos de carreteras, empresarios, indígenas, sindicatos de cocaleros y mineros, presentó su renuncia en junio del 2005.

Esta semana, el ex mandatario vino a Colombia para dictar una serie de conferencias sobre la crisis de su país y habló con EL TIEMPO.

¿Qué tan probable es que Bolivia termine en una suerte de guerra civil?

Es un error interpretar la crisis boliviana en la lógica de una división, en la lógica de una opción de guerra civil. No creo que el sentimiento mayoritario de cruceños, benianos, pandinos y tarijeños, que son las regiones de oposición al Gobierno, tenga un sentimiento secesionista. Yo creo que más del 90 por ciento de los pobladores de esas zonas se sienten plenamente bolivianos. Además, no existen dos fuerzas militares en conflicto, lo que no quiere decir que no vayamos a vivir situaciones de violencia, inestabilidad e incertidumbre.

¿Y por qué se habla tanto de secesionismo?

Uno se sorprende como boliviano de que esta sea la primera hipótesis que se analiza en el contexto internacional. Quizá tiene que ver con la forma en que el Gobierno explica el conflicto. Y también por la radicalidad y las posturas excesivamente conservadoras de los sectores en oposición. Lo que aquí se debate es un tema de profundización de las autonomías, sobre el modelo español, y eventualmente en la hipótesis de una línea federalista. La autonomía es una reivindicación justa (…) pero evidentemente, detrás de la bandera legítima hay un interés de protección de determinadas élites que quieren el control de la tierra y el manejo de los recursos naturales.

Los analistas dicen que cuando Evo llegó al poder tenía un gran capital político que dilapidó, en parte, por no apersonarse del tema de las autonomías. ¿Si lo hubiera hecho se hubiera ahorrado la crisis actual?

Sí y no. El Presidente se equivocó dramáticamente cuando se opuso a las autonomías en el momento del referendo autonómico. Pero el verdadero núcleo del problema es la nueva Constitución, que plantea una lógica y un horizonte de país que en mi opinión pueden generar divisiones internas en la política boliviana.

Mario Vargas Llosa dijo esta semana que Evo logró algo inaudito. Exacerbar el racismo. ¿Qué tan clave es este elemento en la crisis?

Indudablemente Bolivia ha sido un país con una tradición histórica racista muy profunda. No es que hoy descubramos el racismo con Evo Morales. Coincido con Vargas Llosa en el sentido de que el proceso de Morales ha exacerbado las acciones y actitudes racistas, y básicamente porque no ha tenido la capacidad de plantearle al país un discurso de trabajo común: blancos, indios y mestizos debemos construir juntos el futuro. El Presidente, en cambio, planteó: «Hemos vivido 500 años de opresión, ahora nos toca a nosotros y tendremos 500 años de gobierno». Para mí, la Constitución boliviana, en vez de ser un nuevo pacto social, es un ajuste de cuentas con la historia. Y todo ajuste de cuentas trae revancha y venganza, y no puedes construir el futuro sobre eso.

Una de las grandes críticas de la oposición es que el proceso en el que se redactó la Constitución estuvo lleno de vicios y errores desde el principio…

Esa Constitución es ilegal de principio a fin. El Gobierno ha vulnerado sistemáticamente la ley de convocatoria a la Constitución, ha vulnerado el criterio de los dos tercios para aprobarla, la aprobó en un cuartel militar, no solo con ausencia total de la oposición sino vulnerando normas obvias del reglamento de debates. No se leyó el texto constitucional cuando se aprobó en grande, se leyó el índice de la Constitución mientras afuera morían tres personas víctimas de la represión y unas 100 más quedaban heridas…

Se cuestiona bastante el papel de la oposición. Por una parte está el ex presidente Jorge Quiroga y por la otra están los prefectos (gobernadores) opositores…

Primero hay que decir que es sorprendente que después del triunfo aplastante de Morales en las elecciones del 2005, haya oposición. En los primeros seis meses no había oposición, había sido pulverizada, pero la cantidad de errores que cometió el Gobierno en sus primeros meses de gestión fue tal, que la oposición se fortaleció y apareció como un núcleo que le frenó su proyecto de hegemonía. Entonces en cierto sentido hay un mérito de la oposición, pero ellos también han cometido errores, como viabilizar el referendo revocatorio, ilegal e inconstitucional. Probablemente el mayor error histórico del ex presidente Quiroga fue viabilizar ese referendo. La oposición regional tomó, por lo tanto, la posta de la oposición.

¿Cuáles son los lineamientos de esa oposición?

La defensa de las autonomías, la objeción a varios elementos del texto constitucional y, detrás, sectores de poder y élites ultraconservadoras, el intento de controlar la tierra y los recursos naturales, el intento del mantenimiento de un viejo orden que ya desapareció y que pretende ser reactivado con un mecanismo artificial a través de una oposición radicalizada. Los referendos autonómicos también son ilegales desde su convocatoria. Ambas partes se han equivocado…

¿Ilegalidad tras ilegalidad?

Hemos vivido en los últimos ocho meses en Bolivia toda una sucesión de ilegalidades e inconstitucionalidades a nivel de voto popular. Hemos tenido cuatro referendos autonómicos ilegales, un referendo revocatorio ilegal y vamos a ir a un referendo constitucional sobre un texto aprobado ilegalmente. Este es el tema de fondo, Bolivia tiene que entender que hay que refugiarse en la ley, hay que recuperar la legalidad. Yo lo dije cuando era Presidente y lo vuelvo a repetir porque no ha cambiado nada: el cumplimiento de la ley en Bolivia es un exotismo y este es un elemento crítico.

¿Los bolivianos ven con buenos ojos la injerencia del presidente Hugo Chávez?

Yo diría que quien ve con buenos ojos la intervención de Chávez es el presidente Morales, y él no se da cuenta de que esa intervención se ha vuelto contraproducente ante la opinión pública, ha tenido un ‘impasse’ muy grave con las Fuerzas Armadas de Bolivia, que va a traer cola en el mediano plazo. Pero es obvio que Morales tiene una dependencia psicológica, política y, sobre todo, dramática en las relaciones exteriores, que están condicionadas al proyecto de hegemonía continental y de expansión internacional del presidente Chávez (…) A mí me gustaría que el presidente Morales fuera tan digno con Caracas como lo es con Washington, porque aquí somos extraordinariamente dignos con Estados Unidos, y extraordinariamente indignos con Venezuela.

¿Cuáles han sido los logros de la gestión de Morales hasta el momento?

El primer logro es inherente al propio hecho de que haya sido elegido presidente de Bolivia. Él no reivindicó a lo largo de su historia personal lo indígena, pero en los últimos meses de la elección se convirtió en el adalid del mundo indígena, y el hecho de ser el primer presidente indígena del país ha sido muy rentable internacionalmente y muy importante nacionalmente. Por primera vez, los indígenas bolivianos se sienten identificados genuinamente con el Presidente. La idea de ‘Evo soy yo’ funciona para una gran parte de los bolivianos que antes, si bien habían logrado avances importantes, no sentían que eran parte real del poder.

El segundo elemento es la continuidad de una política vinculada a los recursos naturales que iniciamos nosotros con el referendo del gas, que recupera para Bolivia más que la propiedad objetiva de los recursos naturales en el sentido de su manejo, el nivel impositivo muy favorable al país, y el control de la cadena y de los circuitos de exportación.

¿Y los yerros?

El exceso, la nacionalización por nacionalización que acaba siendo la compra, en malas condiciones, de empresas extranjeras que estaban cumpliendo su tarea, como el caso de las telecomunicaciones. La gestión de Gobierno es deficiente, probablemente por el nuevo núcleo de poder ya que se han desplazado las élites, y como no tiene experiencia, la gestión estatal es mala. La política energética en términos macro es errática y ha generado una inseguridad muy grande en la inversión externa. Uno puede ser lo socialista que quiera y lo estatista que quiera, pero si no tiene los recursos para invertir en determinadas partes de la economía y espanta la inversión, no habrá progreso. Y esto es lo que está pasando en Bolivia, que es el país con menor inversión extranjera de toda América Latina.

¿Bolivia está tan polarizado como se cree?

Creo que el Presidente se ha equivocado gravemente en su planteamiento de construcción de futuro. Uno no puede construir el futuro sobre la confrontación, la división y el enfrentamiento entre razas, sobre la base de que los indios son portadores de la cultura de la vida, y los no indígenas son portadores de la cultura de la muerte. Esto ha dividido al país innecesariamente y explica la polarización dramática que está viviendo Bolivia (…) Pero eso de que hay dos Bolivias, una del altiplano pobre con una mayoría indígena, y otra del oriente saturado de recursos naturales y de riqueza y de mayoría blanca es una simplificación peligrosa y mentirosa.

¿Qué tanto en realidad estaba apoyando el gobierno de E.U. a los prefectos opositores?

Yo diría que sí había un apoyo de identidad ideológica y probablemente contactos de asesoramiento, pero la afirmación de que se estaba gestando un golpe cívico-prefectural, como lo llamó Morales, con respaldo de E.U., me parece que no es fundamentada. Si yo destaco algo, es que Morales estableció una relación mucho más soberana con E.U. Pero todo exceso y toda caricatura es mala, y creo que Morales pasó de la dignidad a la caricatura porque la expulsión de la DEA y de la USAID de la zona de producción ilegal de coca, y la negativa a entender que hay que integrarse al mundo por la vía de procesos de integración económica, están más allá de consideraciones de dignidad nacional.

LAILA ABU SHIHAB y EDUARD SOTO

REDACCIÓN INTERNACIONAL