Coca-cocaína: más dudas que certezas

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La expulsión del organismo estadounidense antidrogas, dispuesta por el Presidente de la República la semana pasada sindicándolo de haberse inmiscuido en la política interna, ha generado serie de dudas en el país y el exterior respecto de lo que ocurrirá con los cultivos de la coca, la elaboración de la cocaína y su tráfico internacional.

En escala propia, más son las voces de condena a lo obrado ante el riesgo de que Bolivia se torne en un emporio de la cocaína, que la resonancia y credibilidad del discurso gubernamental en torno del descubrimiento de factorías de la droga, la erradicación concertada de las plantaciones de la hoja y la dignidad nacional, en fin.

La potencia del norte, por su parte, no tardó en expresar su contrariedad, como no podía ser de otro modo, frente a la medida, además de anunciar que en su momento adoptará las que crea convenientes para contrarrestar lo que estimó inminente incremento de la fabricación del alcaloide para su comercialización en el mercado boliviano al igual que en los de naciones vecinas y de ultramar.

En este contexto, se anuncia que el Gobierno recibirá del Viceministerio de Defensa Social la solicitud de un presupuesto de 16 millones de dólares para las faenas contra el narcotráfico el próximo año; es decir, once millones menos de lo que los Estados Unidos aportaba anualmente para tal fin, en circunstancias en que los efectos de la crisis financiera mundial se harán sentir mediante la reducción de los ingresos fiscales provenientes del comercio exterior, la inversión productiva y las remesas de los emigrantes, según los entendidos.

Por lo demás, quizá esté todavía por verse el cumplimiento de la decisión oficial de heredar a título gratuito todo lo que los norteamericanos habían provisto en especie para combatir al circuito de la coca-cocaína.