Don Evo y Mr. Obama

José Gramunt de Moragas, S.J.*

Sobre el presidente electo, Barack Obama, se ha dicho todo o casi todo. Lo que nos queda por ver es cómo se desenvolverá a partir del 20 de enero, cuando jure al cargo más importante del mundo. Existe la persuasión muy extendida de que iniciará una nueva etapa histórica de EEUU, de que será el polo opuesto a la administración Bush.



Por razones que más interesan al boliviano común, me reduciré a la política bilateral entre ambos países. Es previsible que esta política no cambie, si no cambian algunos presupuestos. Lo más lógico sería que el presidente Morales empezara suspendiendo su hostilidad hacia el país del norte. Si no es así, el demócrata Obama no se adelantará a dar el primer paso para restablecer una colaboración y una amistad como la que obliga la simple proximidad geográfica de ambos países.

La obtusa ideologización de la política de don Evo ha levantado un muro entre los dos países que perjudica más a Bolivia que a EEUU. Washington se ne frega. Entre otras razones, porque tiene que encarar problemas muchísimo más graves como son los de Irak y la ruinosa crisis financiera que está arrasando todo el mundo como un incontenible huracán.

Con el fin de entender mejor el distanciamiento entre Bolivia y EEUU, bastarán algunas citas. Desde que el dirigente cocalero Evo Morales ejercía como líder sindical, ya tronaba contra el “imperio”, pues éste era uno de los tics imprescindibles de la oratoria sindicalista. Continuó con el mismo hostigamiento desde la Presidencia de la República, a imitación del verborrágico venezolano Hugo Chávez. Prosiguió con la “nacionalización” de los hidrocarburos, que provocó el alejamiento de las grandes inversiones. Un paso más espectacular fue la expulsión del embajador Goldberg, a quien se encajó la grave acusación de complotar contra la vida de don Evo. Como es costumbre, Morales y sus muchachos tienen la cómoda costumbre de la denuncia escandalosa, pero sin prueba fehaciente. Una de las pocas respuestas de Washington fue la no prolongación de las ventajas otorgadas por el ATPDEA, con el consiguiente perjuicio a los exportadores bolivianos. Prosiguió la expulsión de la agencia de desarrollo, USAID y la obligación de entregar todos sus bienes al Estado. La última hazaña fue el anuncio de la expulsión de la agencia antidroga, la DEA, y otra vez la obligación de entregar al Estado boliviano sus “herramientas de trabajo” como vehículos, helicópteros, aviones, armamento, así como importante documentación sobre las redes de narcotraficantes que operan en Bolivia y en todo el mundo.

En esta cadena de hostigamientos nos encontramos, cuando el espabilado y popular “negrito” Obama gana las elecciones de su país. Ahora sí que el socialista-comunitario don Evo y el demócrata Mr. Obama podrán hablar en un lenguaje inteligible, tal como se lo cree el mandatario boliviano. ¡Se engañan! Mr. President, que ha tenido buen cuidado de no encarnar la causa de los negros ni pasarse al bando de los “wasp” (White, Anglo-Saxon-Protestant), ha dejado claro que será el presidente de todos sus ciudadanos. Y que velará por los intereses de su país, los que, referidos a Latinoamérica, son principalmente dos: La lucha contra el narcotráfico y el freno al “club chavista”. La Razón