La historia de tres bolivianos que dejaron su vida en España

Los tres hermanos murieron el miércoles por inhalación de gas después de celebrar una fiesta de despedida al mayor, que debía regresar a Bolivia. La Embajada de Bolivia repatriará los cadáveres

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Los tres hermanos Flores Camacho en España, cuando trabajaban en la industria de la construcción hace algunos años. | Efe



Opinión

La Rioja de España

José Ismael Flores Camacho celebraba el martes el final de dos años de alegrías y sinsabores en España. Junto a sus hermanos Ramber, Zenón y Willie repasaba su estancia: sin permiso de trabajo, con empleos temporales, poco sueldo, un accidente… La solución la había encontrado hacía unas semanas con el retorno subvencionado por el Ayuntamiento a su tierra, al departamento de Santa Cruz, en Bolivia. El viaje se tenía que haber materializado el miércoles.

Sin embargo, el destino, en forma de tragedia, se coló de madrugada en la vida de la familia Flores. La mala combustión de un generador segó la vida de José, Ramber y Zenón mientras hablaban en una caseta de la huerta de Varea de cómo iban a cambiar sus vidas. Sólo Willie, que se marchó antes, ha sobrevivido a la desgracia.

Sus sueños

José, de 56 años, Ramber, de 46, y Zenón, de 41, habían construido sus nuevas vidas en Logroño. Pese a ser el mayor, José sólo llevaba dos años en la capital riojana, donde llegó atraído por la promesa de buenas perspectivas. Su hermano Willie fue el primero en venir a La Rioja, hace ocho años. A él le siguieron Ramber, Zenón y Rosemary. Los varones habían logrado labrarse un futuro en la construcción, trabajando para empresas o como autónomos siempre en la colocación de yeso. «Aquí nos hemos ayudado todos y hemos venido poco a poco para trabajar», explicaba Roberto, primo de los fallecidos, conmocionado aún por la tragedia.

José, al que se le habían cruzado por medio el endurecimiento para la obtención de un permiso de trabajo y la crisis, decidió que ya era hora de reunirse con su familia en Bolivia, donde le esperaban su esposa y seis hijos. Sus hermanos le apoyaron. «Incluso estaban pensando también en volver a sus casas porque la situación en España no es buena», indica Julio, empresario y jefe durante dos años de los dos hermanos con permiso de trabajo. Ahora, el momento por el que pasaban no era el mejor: desempleados desde hacía seis meses y con malas perspectivas consecuencia del paro de la construcción.

La desgracia

Pero las desgracias no quebraron la unidad familiar. «Nos ayudábamos en todo lo que podíamos», asegura Erwin, hijo de Ramber. Por eso los hermanos decidieron juntarse el martes en la pequeña finca de Fredy, un compatriota que había arrendado la caseta de Varea donde los Flores guardaban el material de construcción.

Una barbacoa de despedida antes del retorno de José a Bolivia parecía un bonito final a su historia en España. «Siempre que se producía una despedida nos reuníamos para compartir una comida y estar todos juntos», añade Erwin.

«No se quiso

quedar más»

Desde el mediodía, los hermanos, junto al dueño de la caseta de Varea y varios amigos, disfrutaron de una comida. Ya por la noche, sólo quedaban José, Ramber, Zenón y Willie. Este último decidió volver a casa, pero no convenció a sus hermanos, que preferían seguir juntos. Incluso Willie se ofreció para volver con el coche a Varea y llevarles de vuelta a Logroño, donde vivían todos, pero los tres declinaron. Unas horas después, el dueño de la finca entraba en su propiedad y descubría el dantesco panorama. «Me llamó y me dijo que fuese rápido, que había ocurrido algo y que estaban los tres en la casa», explica Isabel, esposa de Zenón. «Fui y mi marido estaba tumbado, en el sofá y parecía aún caliente…», trata de explicar antes de que las lágrimas la callen. «Willie no se quiso quedar más», añade. El generador de gasoil utilizado para dar luz a la caseta produjo monóxido de carbono que, poco a poco, fue viciando el ambiente y acabando con el oxígeno. Sólo un perro que se encontraba en la caseta y que consiguió sacar el hocico por una rendija sobrevivió a la intoxicación.

UNA FAMILIA MUY UNIDA

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Esta es la caseta en la localidad de Logroño (España) donde vivían los tres hermanos que murieron por inhalación de monóxido de carbono. (Imágenes tomadas de La Rioja/ABI)

La muerte de José, Zenón y Ramber deja un vacío incurable en la familia Flores. Aunque el dolor se pudiera cuantificar sería imposible medir lo que significan tres viudas, trece huérfanos y una familia inmigrante muy unida y que se encuentra rota desde el miércoles.

«Mi padre era muy bueno, el mejor», asegura Erwin Flores, de 23 años, hijo de Ramber. «Además, los hermanos se querían mucho y estaban muy unidos. Eran un auténtico bloque», prosigue.

A lo largo de los años, los Flores habían ido creando una tupida red de relaciones en Logroño, donde la comunidad boliviana supera las 2.500 personas, aunque la familia seguía siendo el núcleo fundamental de sus vidas. «Nos juntábamos para todo: bautizos, celebraciones, cumpleaños…», explica otro de los hijos de Ramber con una exquisita educación y una templanza admirable.

El aterrizaje de Zenón en La Rioja, hace ocho años, propició que la familia viese en La Rioja una forma de salir de la pobreza. En palabras de Roberto, primo carnal, «se esforzó para que fuésemos viniendo todos». «José se iba a marchar y en esas ocasiones nos solemos unir y venimos a compartir unas cositas de comida entre hombres. Además, dicen que no estaban tomando, sino hablando, riendo y contando cosas», asegura Dino, también primo de las víctimas.

Además de las celebraciones en la caseta agrícola de Varea, que eran habituales en fechas señaladas, todos compartían aficiones. «Les gustaba mucho la pala, el frontenis», indica Erwin, y los hermanos eran habituales del Instituto Hermanos D’Elhuyar, donde acudían para medir sus habilidades con sus compatriotas.

También el juego del ‘sapo’ (idéntico al de la rana español) les entretenía. «Les gustaba tanto que construyeron una mesa. El miércoles, durante la barbacoa y antes de que pasase todo, estuvieron jugando al ‘sapo’», incide el hijo mayor de Zenón.

La Embajada de Bolivia repatriará los cadáveres

Logroño/España/EFE

La Embajada de Bolivia en España se hará cargo de la repatriación de los cadáveres de los tres hermanos bolivianos fallecidos el miércoles, en la norteña ciudad de Logroño, a causa de una intoxicación por monóxido de carbono.

Así lo confirmaron ayer fuentes de la legación diplomática al Gobierno regional de La Rioja.

Los hermanos bolivianos fallecieron al inhalar el humo tóxico de un aparato eléctrico estropeado tras celebrar una fiesta de despedida a José Ismael Flores Camacho, de 56 años, que tenía previsto regresar ayer a su país tras acogerse al Programa de Retorno Voluntario.

José Miguel al igual que Ramber, de 46 años, y Zenón, de 41, no tenía empleo en la actualidad, tras haber trabajado en el sector de la construcción.

Los tres hermanos, originarios de Cochabamba, casados y con hijos, vivían en Logroño, capital de la comunidad de La Rioja, con otro hermano y otra hermana.

El presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, se ha puesto en contacto con los familiares de las víctimas a quienes les han ofrecido apoyo y ayuda en los trámites que sean necesarios.

El presidente de la Asociación de Residentes Bolivianos en La Rioja, Luis Antino Jordán, indicó ayer que los féretros podrían salir hacia Bolivia el próximo lunes y que los cadáveres serán enterrados en Santa Cruz de la Sierra.