La hora de los «pilatos»

Escandalosa corrupción en YPFB: Ahora todos ponen cara de yo no fui.

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Para no olvidar. El 29 de enero de 2007 el entonces ministro de Hidrocarburos Carlos Villegas, posesionaba al nuevo Presidente de YPFB, Manuel Morales Olivera, quien salió de la empresa por denuncias de corrupción y ahora es «asesor» del actual ministro Avalos, cuya ignorancia en materia de hidrocarburos es inocultable.*



 

Que un Ministro de Hidrocarburos desconozca los contratos que suscribe la principal entidad petrolera del país resulta claramente inverosímil. Que se sepa el ministro es la cabeza del sector y por tanto debiera, al menos eso ocurre cuando existe un manejo responsable de los asuntos de interés nacional, estar al tanto de todo cuanto se relaciona con su despacho.

Ciertamente no se le puede exigir que esté enterado de contrataciones de personal subalterno o de adquisiciones de mínima cuantía en el despacho a su cargo o en las entidades que si bien son descentralizadas, están bajo su tuición. Pero el ministro si debe estar al tanto de las designaciones de autoridades jerárquicas y de contratos que involucran sumas millonarias y, es más, forman parte importante del programa económico del país.

Ocurre que Carlos Villegas fue posesionado con gran alharaca en el cargo de presidente de YPFB. Se lo quiso mostrar como un incorruptible, un Robespierre masista que con gran majestad y energía erradicaría de una vez y para siempre la corrupción en la principal empresa estatal de Bolivia.

Todos quisieran desearle el mayor de los éxitos en su tarea, sin embargo surgen dudas más que razonables sobre si él y el gobierno que representa están realmente interesados en luchar contra un mal que es cierto que existió en gestiones anteriores pero que en la actual ha adquirido grotescas dimensiones.

En primer lugar surge la pregunta de cómo es posible que Villegas, cuando ejerció como ministro de Hidrocarburos no se haya percatado de lo fraudulenta que resultaba la adjudicación a Catler Uniservice de la construcción de la planta separadora de líquidos en Río Grande.

Es claro que no puede alegar desconocimiento debido a que se había dado “carta blanca” a Santos Ramírez para que hiciera lo que le daba la gana en YPFB. El y el presidente Evo Morales estuvieron en el acto en el que a tiempo de firmar la adjudicación, se anunciaba, con bombos y sonajas, el ilusorio ingreso de Bolivia a la era de la industrialización de los hidrocarburos.

Ahora bien, en el insólito caso de que realmente hubiera desconocido el contrato, se evidenciaría que fue absolutamente negligente en el ejercicio de sus funciones, lo que confirmaría los múltiples rumores sobre su real capacidad profesional y echaría por tierra el perfil que se quiere mostrar de él convirtiéndolo en una especie de “caballero errante” siempre dispuesto a solucionar los entuertos gubernamentales. En los hechos, un comodín. 

Sin embargo ha comenzado con mal pie en la empresa que dice que con todo arrojo ha acometido en YPFB. El nombrar como gerente de Administración y Finanzas a un individuo tan cuestionado como Roger Uzquiano no es precisamente una buena señal. El alegar que Uzquiano fue sobreseído de todas las acusaciones en su contra y que fueron de conocimiento de la propia viceministra de Lucha contra la Corrupción , Nardi Suxo, no es un argumento muy convincente. “La mujer del César no solo debe ser virtuosa, también debe parecerlo” decían muy sabiamente los romanos.

El gobierno del MAS adolece de un crónico déficit. No cuenta con  profesionales medianamente capacitados y menos aún dispone de personas con cierta cualificación ética y cada vez se hace más evidente esa aguda deficiencia y las consecuencias para el país prometen ser desastrosas.