Boomerang de la justicia comunitaria

image Antonio Abal O. Fuente: erbol.com.bo

Víctor Hugo Cárdenas, fundador de la CSUTCB, fundador del MRTK-L, y ex Vicepresidente de la república enfrenta una situación paradójica. Por una lado se encuentra su matriz cultural aymara, su práctica política fundada en los valores andinos, y por otra su declarado respeto a la justicia ordinaria, a la acudirá, según propia declaración, para solicitar el debido respeto a su propiedad privada.

Este hecho pone en vigencia el difícil momento de transición de la justicia boliviana, porque se trata de la aplicación del derecho positivo, llamado occidental por algunos autores, versus la justicia comunitaria. Si bien no está reglamentada en Leyes específicas, la justicia comunitaria, su reconocimiento en la actual CPE, basta para que de facto se asuma su aplicación; este es el caso de lo ocurrido con la propiedad inmueble del señor Cárdenas.



La vida en la comunidad es una característica de la ciudadanía en el complejo mundo andino, ya que cuando uno abandona su comunidad y tiene por residencia la ciudad tendrá la calidad de “residente” con obligaciones diferentes a la de un comunario, en el caso del señor Cárdenas, por su pasado sindical y luego político (diputado nacional) ha tenido la capacidad de mantener sus vínculos comunitarios. En un pasado reciente cuando ocupaba el segundo cargo de responsabilidad en el país, ha sido recibido en su comunidad, con muestras de afecto y orgullo. ¿qué pasó para que hoy las comunidades reaccionen con la toma de su vivienda?

En algún escrito de V.H Cárdenas se afirma que la comunidad es como un mini estado, que tiene sus propias formas de gobierno y de toma de decisiones, hoy esta afirmación se ha convertido en política pública debido al reconocimiento de la justicia comunitaria y de las autonomías indígenas.

¿Cómo convivir con una justicia esquizofrénica, peor si no esta reglamentada? Lamentablemente Cárdenas ha sido la primera víctima de esta especie de “vacio” legal que esta más cerca del “dejar hacer, dejar pasar” propio del pensamiento liberal, que de un proceso de cambio, en el cual tenemos hipotecada nuestra esperanza. Más allá del análisis político que se puede realizar acerca de la actuación de V.H. Cárdenas, nos mueve a la reflexión el contexto en el cual se desarrollan estas manifestaciones de ruptura en el proceso de construcción democrática del nuevo Estado. Los “ponchos Rojos” han declarado que fue un error el degollar a los perros, pese a esa declaración, nuevamente los territorios bajo sus dominios, entorpecen la dinámica de cambios, llegando hasta involucrar, políticamente al propio presidente. Existía un Viceministerio (es posible que ya no exista) que tenía como misión, mantener una estrecha relación con los movimientos sociales, para evitar posibles confrontaciones, entendemos para prevenir hechos como el que nos ocupa.

Un país con la compleja estructura social como la nuestra, debe dotarse de mecanismos efectivos para garantizar una convivencia intercultural, en la cual cada ciudadano de la cultura que fuere se sienta y efectivamente esté protegido por el Estado, es más pueda ejercer su ciudadanía a plenitud.

En este tiempo político toda acción negativa de los movimientos sociales es aprovechada con bastante ventaja por parte de las fuerzas conservadoras, y sobre todo para desgastar la figura del presidente Morales, en este caso, a través del cuestionamiento a la justicia comunitaria.

La sensibilidad de este tema en la clase media, puede consolidar un rechazo a las propuestas de convivencia intercultural, debido a las acciones como la toma de la vivienda de Cárdenas. Este efecto político, muy negativo para el MAS, debe hacer reflexionar a los responsables de mantener un sano equilibrio del tejido social boliviano, que puede, en cualquier momento entrar en crisis y sufrir una ruptura con resultados dramáticos, nada nuevos en nuestra historia plagada de tragedias, por la falta de interpretar correctamente los momentos políticos que nos ha tocado y nos toca vivir.