“Diplomacia de los pueblos” es utilizada por Chile para seguir depredando Bolivia

Evo Morales declaró al periódico chileno El Mercurio el año 2001 (clic en la imagen), en ocasión de la Cumbre del Mercosur, que “El Mar es un asunto secundario para Bolivia”. A tres años de la “Diplomacia de los pueblos”, Bolivia se ha alejado más de su Litoral Cautivo.

Morales y Foxley Nelson Vila Santos

Tuvo que ser el líder cubano Fidel Castro Ruz, preocupado por la integración de América del Sur, el encargado de develar y advertir a la nación boliviana de la paulatina entrega de nuestra soberanía, economía, y recursos naturales a los intereses depredadores de la oligarquía chilena, confabulada con el gobierno de Evo Morales, en complicidad con las oligarquías de la denominada media luna, bajo el eufemismo de “la diplomacia de los pueblos”, que han relegado a un sitial secundario el tema de la reivindicación marítima.



La “diplomacia de los pueblos” propone que sean los pueblos organizados, mediante sus dirigentes, los encargados de dirigir la política exterior de una nación”, una admirable propuesta, pero en su puesta en práctica, sobre todo en Bolivia, contradice esa “buena intención”.

Esta propuesta surge para oponerse a las políticas internacionales implantadas por los grupos de poder de cada una de las naciones latinoamericanas, que servían para sus mezquinas ambiciones y expresaban su sumisión a los intereses de Estados Unidos. Esa mentada diplomacia, hoy, ha demostrado que es un completo fracaso para Bolivia.

“El mar es un asunto secundario”

Después de tres años de aplicación de esta política de sumisión, Evo Morales no dejó en manos del pueblo la diplomacia nacional sino en manos de un indigenista como es David Choquehuanca, Ministro de Relaciones Exteriores, que para colmo de males, tuvo como principal asesor al estadounidense Tom Cruice, vinculado a las ONGs de su país, quien dejó su cargo para integrarse a la Fundación Rockefeller, punta de lanza de intromisión imperial en la región y el mundo.

Con ese equipo asesor, Morales no tuvo el menor rubor de compartir un trote por las playas de Rio de Janeiro con el canciller chileno Alejandro Foxley a principios de 2007 en la cumbre del Mercosur, donde aseveró a la prensa chilena que “el tema del mar era un asunto secundario”.

Los medios tradicionales en Bolivia no hicieron aspaviento del hecho y los políticos opositores y los prefectos de la media luna prefirieron el silencio.

Fidel Castro y el mar

Tuvo que ser el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, quien con su agudo conocimiento de la realidad latinoamericana y de la intromisión imperial, quien alertó al pueblo boliviano que detrás de los chilenos está presente los intereses de los Estados Unidos y sus transnacionales sobre nuestros recursos naturales, como sucedió en la Guerra del Pacífico en 1879, cuando ingleses y chilenos sumaron ambiciones para quitarnos el guano y el salitre.

En esta perspectiva, Chile juega un rol equivalente al de Israel en el Medio Oriente que impide la unificación de las naciones musulmanas poseedoras de las mayores reservas de petroleras, fundamentales para el desarrollo capitalista.

El llamado de Castro es un remesón de características monumentales a la política de relaciones exteriores que desarrolla Morales desde su asunción al poder. Es un crítica al poder en Chile: la oligarquía chilena, y un llamado al pueblo boliviano a observar nuevamente a los enemigos internos de la nación, las ambiciones de nuestros vecinos y las transnacionales, y revitalizar –nuevamente- la unidad nacional para evitar un proceso de disgregación o una nueva mutilación en ciernes de nuestro territorio.