Contra viento y marea

Y con esos inquietantes matices, Bolivia se halla a las puertas de un nuevo debate parlamentario en el que, posiblemente, se repetirá la aprobación por mayoría del proyecto masista.

image Editorial La Prensa

Ni el inicio de la Semana Santa ha hecho reflexionar a moros y cristianos sobre la necesidad de una tregua que contribuya al desarme de los espíritus que estimulan la confrontación que se ha vuelto una peligrosa constante en el país. A tono con el ambiente, desde los niveles del Gobierno, no ha faltado el gesto torpe hacia el cardenal Julio Terrazas, por haber demandado en su homilía por el Domingo de Ramos la solidaridad, la reconciliación y la unidad, a la par de un llamado para alejar el odio y acercarnos al Dios creador.



Y así, los niveles del enfrentamiento podrían alcanzar sus picos de tensión, tomando en cuenta las posiciones encontradas con motivo del tratamiento de la ley marco para las elecciones presidenciales. Otra vez están crepitando las llamas de una polarización extrema y que alimentan la llamada “bifurcación” de la República.

El fin de semana reciente tuvo lugar en Santa Cruz un encuentro de la oposición apuntalada por el Conalde y en el que intervinieron líderes de los nueve departamentos para pedir elecciones transparentes, en respuesta a la que parece ser una decisión irreversible del Gobierno para aprobar sin cambios el proyecto de Código Electoral masista y que se contrapone al que recibió luz verde en el Senado y al que pretendía la Corte Nacional Electoral (CNE).

La oposición decidió apoyar la iniciativa del Comité pro Santa Cruz de reunir firmas para un nuevo referéndum que consulte a la población si está o no de acuerdo con volver a las urnas con el actual Padrón Electoral. De ese modo, se pospuso cualquier acción en las calles y se ha optado por la ruta de la “lucha democrática”, a través de las instituciones formales.

El Gobierno ha vuelto con la cantinela del “golpe cívico-prefectural”, a tiempo de anunciar su decisión de avanzar a los comicios sea como sea, incluso sin el concurso de adversarios. Lo manifestado en horas precedentes por el Jefe de Estado, en sentido de que habrá elecciones con o sin la oposición, es hasta una paradoja: ¿qué elección legítima puede resultar sin candidatos opositores o con un solo partido en la pugna?

Y con esos inquietantes matices, Bolivia se halla a las puertas de un nuevo debate parlamentario en el que, posiblemente, se repetirá la aprobación por mayoría del proyecto masista, como sucedió con anteriores leyes. Empero, si el Gobierno no acepta las observaciones de la oposición y de la CNE sobre el tema del voto de bolivianos en el extranjero y la distribución de curules a los indígenas, una vez más estaremos frente a un proceso cuestionado y carente consensos para construir acuerdos.

No es posible cerrar los ojos ante un Padrón Electoral cuestionado. Que sea consciente la CNE de que alentando un reempadronamiento bajo la vigilancia de organismos internacionales podrá salvar lo poco que le queda de credibilidad. Y que el Gobierno sopese la magnitud del daño que le ocasionará a la democracia con su determinación de avanzar en tales circunstancias hacia una nueva cita con las urnas.