Termómetro político

termometro politico Terrorismo aviva el termómetro político

Hay tres muertos en manos del gobierno y por eso, debe someterse a una rigurosa investigación penal. Debemos exigir una total imparcialidad.



Fuente: El Nuevo Día.

La temperatura política

En una escala del 1 al 10, donde 1 significa mucha estabilidad política y 10 una alta inestabilidad, ¿cómo calificaria la situación actual en Bolivia?

Las cosas transitan por un 9, la situación por razones obvias está muy caldeada.

La semana pasada y la presente: tiempos violentos

El hecho objetivo: tres muertos en manos de las fuerzas gubernamentales y un gran misterio sobre este acontecimiento. En torno a este hechos, han salido dos interpretaciones políticas:

Una, la del gobierno.

La interpretación del gobierno es espectacular, pero es poco original: denuncia a bombo y platillo un intento de magnicidio. Los muertos eran, dice la parte gubernamental, unos que querían matar al presidente. La verdad es que el gobierno ha denunciado más de una docena de intentos de magnicidio. Y siempre hay que tomarlo en serio, pero a veces cuesta. Los supuestos autores… son los de siempre: la derecha racista y el imperialismo. Y el supuesto “móvil” es la maldad de unos tipos que no quieren que gobiernen los indios. Además, el gobierno apoya su teoría de la conspiración en el virtual hallazgo de un “arsenal”, nada menos que en la Feria y particularmente en un sitio de Cotas. La Feria significa CAO y Cainco, por decir lo menos. Y si esto fuera poco, entre los muertos -nos han explicado los políticos gubernamentales- había tipos de la Europa del Este (¿rumanos, húngaros?) y esos europeos, se supone, tenían antiguos nexos con el conflicto de los Balcanes. Con lo cual, en la teoría del oficialismo, cualquier cruceño relacionado -¡por sus antepasados!- con los Balcanes es sospechoso de tener relaciones con los tales muertos. Es decir, en esta ocasión, la teoría de la conspiración gubernamental abarca a todos: Feria, CAO; Cainco, imperialismo, gente de origen centroeuropea, etc. También la teoría del gobierno, dice que entre los muertos se encuentran los autores de muchísimos atentados y maldades: se encuentran los autores del atentado contra el Cardenal (y ello suena a que el gobierno mata en defensa del Cardenal), se encuentran los autores de tantos atentados contra dirigentes masistas y autonomistas en los últimos años, y por supuesto, se encuentran los autores de la mencionada trama para matar a los líderes actuales del país. Es decir, los muertos eran malísimos de toda maldad. Por el momento, es evidente que las explicaciones técnicas que da la Policía van en dos líneas: apoyar la teoría de la conspiración que lanza el gobierno y rodear la investigación de un gran secreto y misterio. Obvio, la gran parte de la población andina (sobre todo los electores del MAS), cree en la interpretación del gobierno sobre estos hechos y estas muertes.     

Dos, la interpretación de la oposición.

La oposición, en boca de Rubén Costas, ha dicho todo lo contrario. Ha dicho con claridad que todo esto es un montaje. La del prefecto, como la del gobierno, es una teoría de la conspiración: se supone que el gobierno conspira contra los autonomistas y para eso monta todo este espectáculo cuyo fin es desprestigiar y encarcelar a sus opositores. No es la primera vez que el prefecto cruceño denuncia un montaje (o una conspiración) en las estrategias del gobierno, y por eso podríamos tomar su denuncia como tomamos la del gobierno cuando habla de intento de magnicidio: con cierta incredulidad. Pero es la primera vez que hay personas muertas en un supuesto montaje del gobierno. Tres personas muertas. Tres. Un, dos, tres. Y por eso, la acusación de Rubén Costas es gravísima y muy seria. Sin duda, el operativo de las fuerzas gubernamentales donde murieron esas personas, estaba planificado y preparado. No surgió de la casualidad, sino de un ejercicio técnico e inteligente donde se toman decisiones concientes de modo sistemático. Y lo que deja entrever el prefecto -por tanto- es que el gobierno y sus fuerzas, a fin de lograr algún objetivo político, han planificado y ejecutado la muerte de tres personas. Ojo, porque esto es tremendo. Si es cierto lo que dice Costas, estamos en un nivel distinto al que hasta hoy ha conocido Bolivia en materia de violencia política. Como es obvio, la gran parte de la población en el mundo “camba” y en la media luna, cree en la interpretación que da Costas sobre estos hechos y estas muertes. 

Así las cosas, el país muestra otra vez, la ya clásica polarización: por un lado el MAS y el mundo andino creyendo que los malos son los cruceños, los blancos, los oligarcas y los imperialistas. Y por otro lado, los autonomistas y la media luna creyendo que los malos son los del MAS, los chavistas y los cocaleros.

Ahora bien, el tema dramático (quizá trágico) de todo esto es el siguiente: ninguna de las dos interpretaciones políticas sobre estos hechos se centra en lo que es esencial: en el valor de la vida humana. ¡Aquí hay muertos! ¡¿No se dan cuenta?! El MAS (de algún modo) interpreta con alegría y algarabía esas muertes porque vende como una especie de logro el haber matado a los “chicos malos”. Los autonomistas, por su lado, salen a decir “qué mal porque todo esto es un montaje”. Y nadie dice nada sobre la vida humana.

Aquí tenemos tres investigaciones pendientes: una, basada en lo objetivo: hay tres muertos en manos del gobierno y por eso, el gobierno debe someterse a una rigurosa investigación penal. Si no queremos que mañana vengan unos policías de La Paz, nos hagan estallar la casa, nos maten y pongan un cartel sobre nuestro cadáver diciendo “terrorista” (o “balcánico” o cualquier cosa), debemos exigir una investigación imparcial, profunda e internacional sobre estas tres muertes. La segunda investigación pendiente, es la que parte de la hipótesis del gobierno: querían matar al presidente y era un grupo terrorista. Hay que investigar eso con mucho esmero y si alguien -siquiera- ha comprado una cerilla para dañar físicamente al presidente, hay que meterlo en la cárcel. Y la tercera investigación pendiente, debe partir de la hipótesis del prefecto de Santa Cruz: el gobierno arma un montaje para meter presos a los autonomistas. Esas tres investigaciones son las que haría un país serio y preocupado por el valor de la vida humana. Lo demás, es pura y peligrosísima pelea política.