Compra de armas rusas, ¿otro negociado?

Sería la más grande adquisición de material bélico de los últimos 50 años, con un crédito venezolano. El negociador recibió atenciones especiales por parte de una empresa rusa.

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Una foto del T-62 en Chechenia (foto internet)



Las conversaciones para la compra de armas rusas se encuentran muy avanzadas y forman parte de una estrategia para renovar casi el 80 por ciento de la dotación de las Fuerzas Armadas bolivianas que hasta la fecha depende casi exclusivamente de los abastecimientos estadounidenses.

Esta previsión se la está tomando ante la posibilidad de que el fluctuante nivel de relaciones con el país del norte ocasione en un momento determinado un corte total de suministros.

El pasado 22 de mayo se realizó en Moscú la IV Reunión del Mecanismo de Consultas Políticas entre Bolivia y Rusia a la que asistió el viceministro de Relaciones Exteriores, Hugo Fernández. El tema principal fue la renovación del armamento de las FFAA bolivianas y se sabe que el viceministro Fernández fue objeto de atenciones muy especiales por parte de la empresa Rosoboronexport durante su estadía en la capital rusa.

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Según versiones que circulan en el Ministerio de Defensa, Bolivia habría manifestado su interés de adquirir principalmente un total de 5 helicópteros MI-8 con capacidad para transportar 12 personas. La fabricación de este helicóptero data de los años 70 pero su precio es bastante actual si se toma en cuenta que para la adquisición el gobierno boliviano destinaría 50 millones de dólares.

Estos aparatos estarían equipados con misiles aire-tierra Mailutka (AT-3) y convenientemente artillados lo que los inhabilitaría para ser usados en tareas de defensa civil.

En las conversaciones se incluyó también la posibilidad de adquirir un número no determinado de tanques del tipo T-62 para reemplazar a los que tiene en la actualidad el Ejército boliviano y que en su mayoría son sobrantes de la guerra de guerrillas de Viet Nam y aún de Corea. El trato podría incluir lanzacohetes RPG- 29 a un costo de 50 mil dólares cada uno, además de un lote no especificado de fusiles de asalto AK-103, una versión modernizada del mítico AK-47.

Se trata de una operación de gran envergadura que contempla la más grande adquisición de material bélico de los últimos 50 años y la compra se realizaría con un crédito venezolano ya que se debe recordar que Rusia ya no vende armas por razones ideológicas sino que lo hace por motivos puramente comerciales.

Sin embargo el gobierno debe aclarar cual es la motivación real de la compra de armamento ya que hasta el momento se tiene dos versiones diferentes. Mientras el viceministro Fernández dice que estarían destinados a luchar contra el narcotráfico, el vicepresidente Alvaro García Linera afirmó que se trataría de una medida de prevención ante supuestos “brotes subversivos”.

Por otra parte, los precios que se han mencionado no serían razonables por un armamento que dista mucho de ser moderno y cuando más podría ser utilizado, como dicen los cochabambinos, en una “champa guerrita” interna. Estos dos aspectos deben ser aclarados de forma que no surjan las dudas que necesariamente generan todas las acciones gubernamentales que no se caracterizan por su transparencia.