Muerte en la guardería

image “¡QUE ALGUIEN NOS AYUDE!”

MEXICO (CORRESPONSAL LA VANGUARDIA)

"¡Auxilio, que alguien nos ayude!", gritaban con desesperación las maestras de la guardería ABC de Hermosillo (capital del estado mexicano de Sonora), cuando se inició el incendio que costó la vida a 31 niños y lesiones graves a unos 40. El primero en llegar fue Roberto Bustamante, de 40 años, quien con un mazo tumbó en menos de tres minutos una pared para rescatar a algunos de los 176 bebés y menores de cuatro años que se estaban quemando. Las educadoras salían con los brazos quemados, cargando niños ennegrecidos, con tiras de piel colgando de los cuerpecitos.



Hermosillo entró en shock. La gente no sabía lo que pasaba, pero presentía una tragedia. Las sirenas de ambulancias y policías se oían por todas partes. Iban y venían, mientras que en torno a la guardería ABC todo era caos, gritos de dolor, desesperación, incertidumbre, desinformación.

Las trabajadoras de la guardería pudieron sacar a algunos niños antes de que el fuego lo invadiera todo. Tras el rescate de los primeros, se trató de reanimarlos, pero muchos ya habían muerto por asfixia.

Como la puerta quedó bloqueada por las llamas y la humareda, un joven embistió con fuerza una camioneta contra otra pared. Vecinos y padres entraron por el boquete abierto y formaron en fila para ir sacando a los niños.

Unos 20 voluntarios salían uno tras otro del interior con pequeños bultos de niños desfallecidos, con pies y manos quemadas, la ropa chamuscada. Al entrar, no escucharon llantos; sólo había fuego y mucho humo; los sacaban al tropezar con los cuerpos.

Roberto, que vive enfrente de la guardería, contó que al entrar no veía nada, pero con sus pies sentía los cuerpecitos de los niños. “Muchos ya estaban muertos. Fue terrorífico, había mucho humo; no lloraba nadie, los niños estaban inconscientes o muertos. Los cuerpecitos los pasamos de unos a otros para sacarlos, todos estaban quemados, inconscientes", contó en medio de sollozos a la televisión local.

José García, de 16 años, sobrino de Roberto, dijo que el escenario era peor que una película de horror.

"Saqué a muchos. No los conté, todos los niños iban quemados", dijo.

La tragedia la provocó un incendio que se desató a las junto al almacén industrial de 50 por 30 metros habilitado como guardería, que hasta hace tres años era una planta de ensamblaje. El local infantil, que se encontraba junto a una gasolinera y un taller de arreglo de neumáticos, no tenía salidas de emergencia ni extintores. El dueño del taller relató que se escuchó una explosión, al parecer de un vehículo que se encontraba en el almacén, “lo que originó el fuego que se generalizó en pocos segundos”. 

El incendio se propagó desde el taller a la guardería, cuyo techo de plafón se derrumbó de inmediato sobre las cunas y sitios de juego donde estaban los menores.

Los bomberos señalaron que los niños murieron por el humo y el plafón que cayó. "Era un caos, todos gritaban y lloraban tratando de recuperar cuerpos", comentó un agente.

        Los 30 niños en estado más delicado por las quemaduras fueron trasladados en aviones ambulancia al Hospital Shriners, especializado en niños quemados, localizado en Sacramento, California, EE.UU.

En medio de la tragedia, los angustiados padres y familiares deambulaban por clínicas y hospitales en busca de sus hijos.

JOAQUIM IBARZ