‘Espérame en la cama de Putin’

Italia. Grabaciones comprometedoras de Berlusconi.

D’Addario asegura haberse acostado con Berlusconi el pasado 4 de noviembre. Esperaba una ‘recompensa’ de unos 5.000 euros, que finalmente no consiguió

image



Patrizia D’Addario, la prostituta que dice haberse acostado con Berlusconi. | Efe

Giorgio Silvestri | Madrid

‘Yo también voy a ducharme… ¿me esperas en la cama grande, si terminas antes que yo?’. ‘¿En qué cama, la de Putin?’. ‘Sí, la de Putin’. ‘Ay, qué bonita, ¡la de las cortinillas!’.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, está otra vez en apuros después de que el semanal romano ‘L’Espresso’ publicara este lunes en su página web las cinco grabaciones de audio de los dos encuentros entre ‘Il Cavaliere’ y la prostituta de lujo Patrizia D’Addario.

Dichos encuentros, ‘pinchados’ a escondidas por la propia D’Addario, tuvieron lugar hacia la mitad de octubre de 2008 y la noche del pasado 4 de noviembre, la misma en la que Barack Obama ganó las elecciones presidenciales norteamericanas.

En la primera conversación, entre D’Addario y un mayordomo de la residencia del mandatario italiano en Roma, se puede oír a la ‘escort’ preguntar: «Pero, ¿ahora cenamos?». La respuesta del hombre es lapidaria: «Ni idea… es que el presidente es un poco alegre: canta, cuenta algún chiste». Y ella: «¿Nosotras también podemos cantar?».

La segunda escucha es más larga y elocuente: D’Addario y otra mujer se presentan a Berlusconi, probablemente al tanto de su ocupación. Las mujeres intentan romper el hielo y comentan: «Las dos vamos vestidas de negro». Berlusconi se muestra ilusionado, y les cuenta que ha confeccionado nada menos que «22 vestidos» igual de bonitos para su teatro particular.

Aquella noche, así como contó a los magistrados hace unos días, ni D’Addario ni su compañera terminaron la noche en casa del mandatario italiano. Eso sí, la prostituta de lujo, preguntada por el propio Berlusconi, le pone al tanto de unas complicadas operaciones inmobiliarias en Bari («Sola, es un poco dura»). Esto último, al parecer, le tranquiliza: «Me hizo una promesa: me dijo que iba a enviar a gente para la obra«, según cuenta D’Addario por teléfono, días más tarde, al también empresario Giampaolo Tarantini, el ‘organizador’ de las fiestas de Berlusconi.

La ‘fogosa’ noche electoral

Llegamos así a la ‘fogosa’ noche electoral estadounidense del pasado 4 de noviembre. Berlusconi enseña a D’Addario un libro que quiere regalarle, y acto seguido exclama: ‘Yo también voy a ducharme… ¿me esperas en la cama grande, si terminas antes que yo?’. ‘¿En qué cama, la de Putin?’, pregunta ella. ‘Sí, la de Putin’. ‘Ay, qué bonita, ¡la de las cortinillas!’. D’Addario, según declaró a los jueces, pasó aquella noche con el jefe del ejecutivo italiano.

La cuarta grabación, del 5 de noviembre, se refiere a la llamada telefónica de la pareja a Giampaolo Tarantini. La mujer no se corta una pizca: «Anoche no pegamos ojo». «¿Y qué tal?», le pregunta éste. «Bien, pero no había ningún sobre», comenta la mujer. «¿De verdad?». «Te lo juro. Me habías dicho que iba a haber un sobre. Me hizo un regalito, yo qué sé, una tortuguita», se lamenta D’Addario, que se esperaba una ‘recompensa’ de unos 5.000 euros.

Justo al final de la llamada, emerge otro detalle picante: «Quiere que me deje lamer por una amiga suya», comenta la mujer a su interlocutor, que, algo incómodo, sonríe: «De todas formas, él es bueno…».

Llegamos así a la llamada telefónica de Berlusconi, que está a punto de partir para Moscú, a D’Addario, también del 5 de noviembre. «Esta mañana he inaugurado una exposición, he hecho un muy buen discurso, con aplausos, no parecía estar ni siquiera cansado…», le revela él.

Lo mismo digo yo: no tengo sueño, tan sólo se me ha ido la voz», replica la mujer. «Es que me duché diez veces con el agua helada porque tenía calor», añade. Segundos más tarde, ambos se despiden con un «adiós, cariño».