La mediación en la crisis de Honduras e Insulza

MarceloOstriaTrigo Marcelo Ostria Trigo

La mediación de Oscar Arias, presidente de Costa Rica, para concertar una solución política de la crisis de Honduras ha fracasado. Quizá, cuando se publique esta nota, habrán aparecido nuevas derivaciones, acercando o alejando un arreglo razonable. Pero lo que no cambiará es la historia de la sucesión de equívocos, de injerencias, de manipulaciones y de intereses que predominaron –y que predominan– en este conflicto, inicialmente interno y ahora de dimensiones continentales.

Vale la pena recordar: el depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya, intentó forzar un referendo ilegal para reformar la constitución hondureña que le permita su reelección. Por ello, el congreso de su país lo destituyó y luego fue desterrado. Esto último, fue un error; debió ser juzgado Entonces se desató una intensa actividad para aplicar la Carta Democrática Interamericana, aunque simultáneamente Hugo Chávez amenazaba con enviar sus tropas militares para restituir en la presidencia a su aliado.



Entonces es que entró a jugar sus bazas el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, que debe a los “bolivarianos” su cargo internacional. La oportunidad para complacer a sus protectores de la ALBA en esta crisis, le fue demasiado atractiva. Está en juego su reelección. No le importó lastimar la imparcialidad y la mesura que demanda su función. Antes había tenido silencios culpables ante atentados contra las libertades democráticas. La Carta Democrática Interamericana no fue invocada, ni por los miembros de la OEA, ni por su primer funcionario, el secretario general Insulza.

En el caso de Honduras hubo distintas varas para medir conductas. Lo que sucede en Venezuela no es, precisamente, ejemplo de respeto a la ley, a las libertades democráticas, ni a la dignidad de los ciudadanos. Tampoco lo es el fraude electoral del nicaragüense Andrés Ortega, ni el carácter discriminador de la constitución de Evo Morales que, para aprobarla, violó las reglas de la democracia; violación que no mereció un solo comentario de Insulza, ya banderizado escandalosamente.

A Insulza se le presentó un obstáculo para seguir con su agresiva conducta. Fue frenado por la iniciativa de la diplomacia de los Estados Unidos para que la solución de la crisis hondureña sea fruto de la mediación. Infortunadamente, la mediación comenzó y terminó mal. Se cometió el desatino de favorecer totalmente a unos, en desmedro de otros. Se pretendió la restitución de Zelaya y punto. Esto equivale a exigir una rendición total. Esa no es la labor de un mediador objetivo y neutral. Entonces, era de esperar que la propuesta no hubiera sido aceptada por la parte damnificada.

Por ahora, esto aparenta ser una victoria del extremismo de Chávez y sus aliados frente a la tímida diplomacia estadounidense, lo que ha dado lugar a que el secretario general de la OEA retome ímpetus y vuelva amenazante a la carga. Según la AP, Insulza “fue tajante en afirmar que la OEA no reconocerá ningún gobierno que surgiera de las elecciones de noviembre si para entonces el país centroamericano sigue suspendido del organismo continental”. ¿Quién le habrá dado a este sujeto la facultad (o la bola de cristal) para adelantar lo que la OEA hará o no hará en una nueva circunstancia en esta crisis? La OEA es de los países miembros, no de un petulante y parcializado funcionario.