La gota del Silala…

cayet Entre paréntesis….Cayetano Llobet T.

Hizo bien el gobierno al tratar de ocultar el acuerdo con Chile sobre las aguas del Silala, porque es un desastre. No tanto por el carácter  vergonzoso del documento en sí mismo, sino porque es el último detalle culminante del fracaso de la diplomacia boliviana. Es, simple y sencillamente, la gota que derramó el vaso repleto de inutilidad e incompetencia.

No es que las anteriores gestiones hubieran sido un modelo de brillantez, ¡ni mucho menos!, pero estos tres últimos años, y específicamente con Chile, han sido el modelo de cómo el gobierno boliviano puede ser engatusado y ridiculizado hasta la carcajada. Tanto, que el gobierno chileno ha terminado premiando a su representante en La Paz , el respetable Roberto Ibarra  -tanto más respetable cuanto mejor sirvió los intereses de su país-  con la tercera jerarquía de la Cancillería chilena.



Chile, para comenzar, ha ganado un punto esencial en su política exterior: eliminar el reclamo marítimo boliviano en cualquier foro internacional. La única fortaleza boliviana en el tema y la gran incomodidad chilena venía de ese permanente reclamo. Paradójicamente, es el propio canciller Choquehuanca el que sale al paso de Fidel Castro pidiéndole que no se meta en un asunto estrictamente bilateral. Chile ha encerrado el tema en las oficinas de las vicecancillerías y es más que dudoso que algún día salga de esos rincones. Cuántas y de qué tamaño serán las esperanzas de Choquehuanca respecto del puerto soberano que llegó a afirmar el mes pasado que “Uruguay nos ofrece más ventajas que Chile” ( La Razón , 11 de julio, 2009). Si esa es la verdad, ¿para qué tanto alboroto con Chile?

En Santiago se mueren de risa. Disfrazan de Kallawaya a su elegante comandante de la Armada, lo hacen remar una totora en el lago Titicaca, ordenan el desfile de algunas unidades ante el monumento a Avaroa, les hacen creer a nuestros militares que están “compartiendo” información militar, sacan el tema marítimo de la agenda inmediata y logran que Bolivia reconozca que sólo es dueña del 50 % del Silala. Y por si fuera poco, nos agarramos a patadas con Perú. ¿Cómo no van a morir de risa, y con todas las razones del mundo? 

La presidenta Bachelet  -a diferencia de Ricardo Lagos, que lamentaba su fracaso con Bolivia-, puede presumir de su gran éxito: domesticó al gobierno boliviano haciéndole creer a Evo Morales que era un ejemplo para el continente, ¡así de fácil!  Y cuando al presidente boliviano se le ocurrió manifestar “su preocupación” por la posibilidad de que la actual oposición gane las próximas elecciones chilenas, no tardó ni 24 horas para pedir “humildemente” disculpas por su intromisión, rápidamente reclamada por Chile. El Presidente, en persona, pidió disculpas públicas.  Si Hugo Chávez tuviera que hacer lo mismo por su disciplinada y permanente injerencia, le faltarían horas de televisión.

El canciller Choquehuanca está enojado con los medios, ¡porque lo pescaron!  Desde el momento de la publicación del acuerdo con Chile, al gobierno no le queda otro camino que asumir la vergüenza de su incompetencia. Es indudable que, a las buenas o a las malas, “por la razón o por la fuerza”, la política exterior de Chile ha sido superior. Y para los bolivianos resulta imposible olvidar nuestros complejos. Vivimos con la vista clavada en la nota de aquel Plenipotenciario chileno Abraham Köning: “Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones”…  Buena lección para los que hoy, en ejercicio de la sumisión, nos quieren dar clases de patriotismo.