Que no deje huella

penocoNarcotraficantes mexicanos suelen pagar fortunas a cirujanos plásticos inescrupulosos para cambiarse las huellas dactilares y así escapar de la justicia. El procedimiento, además de complicado, es doloroso y consiste en injertar las huellas de los dedos de los pies -que son diferentes a las de las manos-, para conseguir una regeneración, que no siempre es exitosa. Lo que no saben esos narcos es que, en lugar de gastar tanta plata, podrían convertirse en “palliris”, es decir las mujeres mineras que se encargan de separar el mineral de la roca a punta de martillazos. Según el presidente Morales, las huellas digitales de estas señoras cambian constantemente (“cada semana”, dijo), lo que les impide -entre otras cosas-, inscribirse en el padrón biométrico. Eso más o menos quiere decir que si un día una palliri se registra con las huellas dactilares de Juana, dentro de unos días puede aparecer con las huellas de María y así sucesivamente. Imagínese lo que esa tecnología del “camuflaje dactilar” inventado en las minas bolivianas podría significar en manos equivocadas. En Bolivia le sirve al presidente para justificar el famoso “padrón mixto”.

Fuente: Bajo el Penoco – El Día