Un «ardiente» machista

No sabe distinguir entre la broma y la grosería porque seguro que alguno de sus cortesanos le hizo creer que tiene un agudo y muy fino sentido del humor, pero como se lo dijo un Mandatario de un vecino país lo que hace en realidad Evo Morales es soltar a cada paso frases que corresponden más bien a la más sórdida de las cantinas.

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Evo le debe mucho a las mujeres. Leonilda Zurita y Celima Torrico (izq) son sus incondicionales desde que era dirigente cocalero en el Chapare. Las Bartolinas (der) presentes en todas las marchas organizadas por el gobierno.



Esta vez las víctimas fueron las mujeres cochabambinas a quienes insultó de la forma más grotesca. Morales se jacta de que durante su gobierno se ha dado a la mujer un espacio que no tenía antes. Proclama la igualdad de género pero en los hechos su actitud es discriminatoria y machista.

Para él, la mujer no es más que un objeto y son sus propias palabras las que lo confirman. “Mujeres ardientes, Evo presidente”…”Mujeres calientes, Evo valiente”…..sostiene que gritaron las mujeres cochabambinas en una de sus proclamas.

No se queda ahí y afirma con una mezcla de machismo y chabacanería (esperamos que se haya enterado lo que significa el término) que gritaron también “mujeres aguantan, Evo no se cansa”.

¿Es que el presidente no se da cuenta de lo que sus palabras implican? ¿Es que sus asesores no le hicieron caer en cuenta que se trata de una inaudita agresión contra las mujeres cochabambinas a las que con su retorcido “sentido del humor” poco menos que está mostrando como prostitutas y ofrecidas?

La pobre educación de Morales no puede justificar tamaña agresión. Tampoco cabe perdonarlo porque no sabe lo que dice. Esta vez se le fue la mano y seguramente, a juzgar por la grotesca sonrisa con la que lanzó tales expresiones, consideraba muy gracioso lo que decía.

Expresiones contra la dignidad de las mujeres no caben en la boca de un hombre si este es bien nacido. Pero el asunto empeora cuando es el propio Presidente del Estado Plurinacional y candidato a la reelección el que lanza los improperios.

Es seguro que en cualquier otro país con un Parlamento menos dócil y en que la igualdad de género sea algo más que palabras, las expresiones hubieran sido condenadas de manera enérgica y el presidente hubiera tenido que rendir cuentas y expresar sus disculpas.

Sería muy interesante conocer la posición de la diputada Elizabeth Salguero que se muestra muy quisquillosa en cuanto al respeto a los derechos de los campesinos humillados en Sucre y muy diligente en acusar de violación o de algún otro crimen a los de la oposición, pero mantiene un silencio cómplice ante las ofensivas palabras de su jefe sobre las mujeres cochabambinas, lo que hace suponer que si son masistas los que denigran a la mujer, las parlamentarias y candidatas del oficialismo son ciegas y sordas.

Con frecuencia al presidente de los bolivianos lo traiciona su pasado y sin quererlo muestra  lo más oscuro de su personalidad. En una de sus películas laudatorias se lo ve introduciendo por la fuerza a una cholita a un sórdido alojamiento. Posiblemente considera que es de muy hombres hacer esto o es parte de la «cultura» de donde proviene.

El asunto es que su machismo no puede ser ocultado bajo el manido “compañeras y compañeros” que usa en sus discursos y no puede argumentar que confundió los términos y dijo “cochabambinas” en lugar de “bartolinas”.

Morales debiera hacer un esfuerzo por superar sus vivencias de dirigente cocalero, ser más precavido y darse cuenta que no todas las cochabambinas saltaron de los “baldes rojos” chapareños hacia cargos ministeriales, al parlamento y otras pegas estatales.

En suma, ¿qué respeto puede pedir y merecer un presidente que denigra de esa forma a las propias ciudadanas de su país?