Una muerte injustificable y cruel

PROTESTA CONTRA EL RÉGIMEN EN CUBA

LA VANGUARDIA

imageOSCAR ESPINOSA CHEPE, economista y periodista, preso de conciencia de los 75, condenado a 20 años de cárcel y en libertad por motivos de salud



Orlando Zapata no fue terrorista ni asaltó cuarteles, sino que abogaba por la reconciliación

A los mártires cubanos se incorpora Orlando Zapata Tamayo, joven humilde, negro, obrero de la construcción. Fue condenado en la primavera negra del 2003 a tres años de cárcel. Declarado prisionero de conciencia por Amnistía Internacional, reclamó sus derechos y defendió a otros reclusos, por lo que enfrentó juicios con condenas adicionales, acumulando 36 años. Varias huelgas de hambre minaron su salud, hasta la que arrancó su vida el 23 el febrero.

Resulta injustificable y cruel llevar a la muerte a un hombre que abogó por la reconciliación entre los cubanos. No fue terrorista ni asaltó cuarteles. Comprendió que Cuba, siempre signada por la violencia, requería tolerancia y entendimiento para avanzar hacia la democracia. Era demasiado para un régimen caracterizado por proclamar la muerte para "vencer" cualquier opinión distinta, y pretextar enemigos externos para justificar la represión y el poder absoluto.

El momento es muy complicado para las autoridades debido al creciente fermento social, motivado por el continuo declive del nivel de vida luego de 21 años de periodo especial con la mayor crisis económica ocurrida en Cuba sin perspectivas de solución por el inmovilismo, la ya insuficiente e incierta subvención de Venezuela, el desgaste del poder simbólico de Fidel Castro y la pérdida de credibilidad debido al incumplimiento de las promesas de cambios augurados por el presidente Raúl Castro.

También el Partido Comunista y la Unión de Jóvenes Comunistas están permeados, evidenciándose hasta en las cartas publicadas por el periódico Granma con criterios de militantes sobre la necesidad de cambios, y las asambleas de la UJC que reconocen la renuncia de miles de miembros y la imposibilidad de crecer. Además, influye la política del presidente Obama propicia a los intercambios entre pueblos y conversaciones gubernamentales, muy elogiada por la mayoría de los cubanos, y significativamente entre artistas, científicos, técnicos y académicos deseosos de aprovechar la apertura para interactuar en los espacios norteamericanos.

Dejar morir a Zapata podría responder a la búsqueda de contención a la crisis político-social con métodos obsoletos, incluido el absurdo de culpar a Estados Unidos, como hizo Raúl Castro. El resultado ha sido contraproducente. Aunque la prensa nacional no informó hasta hoy, la población comentaba asombrada por la valentía del hombre, la crueldad de dejarlo morir y la posibilidad de gran represión. Igualmente su muerte ha movilizado las fuerzas opositoras pacíficas en todo el país, a las que podrían incorporarse fundamentalmente muchos jóvenes en buscan de una vida digna, con libertad y democracia.

El gobierno está ante la disyuntiva de iniciar reformas económicas que propiciarían cambios políticos a mediano plazo. De lo contrario posiblemente brotarán convulsiones sociales con represión de grandes proporciones.