Antes de nacer, UNASUR divide al continente americano

Emilio_Cardenas_en_CADAL_440w Emilio Cárdenas

El Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) aún no ha entrado en vigor. Su propio artículo 26 establece que la vigencia ocurrirá “30 días después de la fecha de recepción del noveno instrumento de ratificación”. La organización, que naciera en mayo del 2008, ha sido ratificada tan solo por cuatro de sus doce Estados Miembros. Por el momento, entonces, no está en vigor. Así de simple.

Curiosamente, ello no obstante, sus Estados Miembros han decidido comenzar a gastar en burocracia, designando como Secretario General, por consenso, a Néstor Kirchner, lo que es toda una apuesta respecto del futuro. Para un prestigioso matutino porteño, más que una apuesta es un “réquiem”. Pero habrá que esperar para comenzar a ver la calidad de la gestión que recién se inicia, a cargo de un hombre fuertemente cuestionado.



El propósito central de UNASUR es ambicioso. Nada menos que “construir una identidad y ciudadanía sudamericanas”. Esto, en otras palabras, supone alejar a Sud América del resto del continente, fraccionándolo y -eventualmente- dificultando el diálogo. Volveré enseguida sobre este punto.

Mi primera gran preocupación respecto de UNASUR es que sirva para debilitar los mecanismos regionales de la Organización de Estados Americanos (OEA) que tienen la responsabilidad de vigilar la vigencia de los derechos humanos y las libertades civiles y políticas en todos sus Estados Miembros, incluyendo los que, además, pertenecen a UNASUR.

En momentos en que esa vigencia se ha deteriorado sustancialmente en los países que componen el llamado “eje bolivariano” y en algunos otros, levantar una voz que opaque las advertencias de la OEA puede resultar el negocio político buscado. Peligrosísimo.

Pero lo ya actuado por UNASUR en los enfrentamientos de Pando (Bolivia) sugiere que la ideología no solo ya metió la cola, sino que la volverá a meter. Y cuando hablamos de ideología, nos referimos a la izquierda radicalizada, por oposición a la izquierda moderada y sensata.

Volvamos ahora a la capacidad potencial de UNASUR para dividir a la región y enfrentar a sus propios miembros. Capacidad que ahora cuenta con un auténtico especialista, que acaba de ser designado como su primer Secretario General.

El primer diferendo ha comenzado a surgir. Y habrá que seguirlo de cerca en su evolución. Tiene que ver con la reinserción de Honduras a la región. Las posiciones en América Latina. Sobre esto son ciertamente disímiles y ya están generando rispideces.

Por una parte, la OEA está correctamente pujando por lograr que Honduras se reintegre rápidamente a su seno. Su Secretario General, José Miguel Insulza, acaba de sostener que ello debería ocurrir antes de la próxima Asamblea General, que tendrá lugar a inicios de junio, en Lima, Perú. Esa declaración se hizo cuando el funcionario regional concurrió, en compañía del Subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos de los Estados Unidos, Craig Kelly, y el Secretario de Cooperación Iberoamericana de España, Juan Pablo de la Iglesia, a la instalación de la llamada “Comisión de la Verdad y Reconciliación” que investigará el golpe de estado de Honduras, que acaba de ser estructurada por el presidente de este país, Porfirio Lobo.

Esa Comisión estará presidida por el ex presidente de Guatemala, Eduardo Stein, quien lidera a otros cuatro comisionados.

Los países de América Central, con la posible excepción de Nicaragua, ya visitada oficialmente por Porfirio Lobo, apoyan la reinserción inmediata de Honduras en el sistema interamericano, otorgando a la designación de la Comisión aludida, un fuerte significado reconciliatorio. No sin buenas razones.

En Sudamérica, en cambio, las cosas son muy diferentes. El “eje bolivariano” aún sangra por la herida por no haber podido deglutir, de la mano de Manuel “Mel” Zelaya Rosales, a Honduras, como se disponía a hacer.

La destitución de Zelaya y la gestión de Roberto Micheletti, evitaron que el “eje” fuera fortalecido por un nuevo miembro, derivando en cambio en elecciones nacionales libres que consagraron presidente a Porfirio Lobo. Muy distinto.

Brasil, cuya desafortunada gestión en esta crisis cabe recordar, también salió lastimado en su intento de defender a Zelaya. Y está resentido. Cristina Fernández de Kirchner, llena (como siempre) de imparable fervor ideológico, había estacionado su avión presidencial en Managua, con la esperanza de poder continuar viaje a Tegucigalpa, para celebrar la restitución de Zelaya, que nunca ocurrió. Al papelón de Néstor Kirchner en su caminata por la jungla colombiana de la mano de Hugo Chávez, la Argentina sumó uno nuevo: el fracaso del “anhelo restituyente” de su esposa.

Los gobiernos de izquierda radical y sus “compañeros de ruta” quedaron -queda visto- desairados. Brasil también. Por esto no sorprende que el presidente de Ecuador, Rafael Correa esté amenazando abiertamente con no asistir a la Cumbre Unión Europea-América Latina, prevista para fines de este mes en Madrid.

La razón es un “pecado mortal” español: haber invitado a Honduras, con cuyo mandatario el intolerante Correa no puede siquiera sentarse en la misma mesa.

Brasil parecería estar en la misma posición y no sería demasiado extraño que Argentina también.

Colombia y Perú, en cambio, ya han reconocido el triunfo de Lobo en las elecciones del pasado mes de noviembre. Cabe suponer que Chile lo hará muy pronto, aunque después del endoso a Néstor Kirchner en UNASUR hay ciertamente algún espacio para la duda.

Queda visto que UNASUR no siempre unifica. Como es normal. En realidad divide. Quizás en todo el continente americano, pero también en su propio interior. Mal comienzo, entonces.

No vaya a ser que UNASUR entre en una deriva parecida a la Mercosur, organismo también regional que ha sido una larga frustración, incapaz de alcanzar sus objetivos comerciales, y preso de una retórica grandilocuente que lo ha mantenido alejado de poder poner en marcha toda su capacidad potencial.

El Diario Exterior.com