Policías implicados en matanza de San Ramón. Muertos ya suman seis

Se encontraron los cuerpos de dos serbios más. Hay dos colombianos detenidos. Un supuesto capo boliviano de la droga está secuestrado.

Ejecución. Los serbios asesinados eran expertos en seguridad personal y dirigían una empresa llamada Combat Team



El Deber. Freddy Lacio Fernández

Efectivos policiales y ex agentes de la institución del orden formaron parte del grupo de sicarios que acribilló a varias personas y secuestró a William Rosales Suárez, presunto ‘capo’ boliviano de la droga, la tarde del viernes, en el municipio de San Ramón, según las declaraciones de dos sobrevivientes de la matanza, que han pasado a convertirse en testigos clave del suceso.

Por su lado, el Comando Departamental de la Policía confirmó que entre las víctimas se encuentra un efectivo del Batallón de Seguridad Física y que se está tras la pista de un ex agente, vinculado a la comisión de otros delitos mientras vestía el uniforme de la institución verde olivo, por su posible participación en el hecho de sangre. Mientras tanto, ayer fueron descubiertos los cuerpos de otros dos ciudadanos serbios, expertos en seguridad personal, con los que suman seis las víctimas de la sanguinaria ejecución.

El abogado Denver Pedraza, portavoz de las familias de las víctimas, denunció que la matanza fue perpetrada por agentes y ex agentes de la Policía, que tendieron una celada a los fallecidos, a la altura del kilómetro 12 de la ruta entre San Ramón y Guarayos.

En ese lugar, los sicarios tendieron un cordón de conos con el logo de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn) y obligaron a Rosales y a su grupo (compuesto por nueve personas, con él incluido), que se desplazaban en tres vehículos de lujo, a detenerse para someterse a una supuesta requisa en busca de cocaína.

Una vez detenidos, las víctimas fueron enmanilladas y trasladadas en sus vehículos hasta un lugar denominado Atajado Nueva Esperanza, un sitio despoblado en el camino a la comunidad de San Pedro,  ubicado a 12 kilómetros al sur de San Ramón.

Luego en el sitio, se internaron en una arboleda y, tras recibir la orden de un colombiano, golpearon y dispararon contra ocho de los enmanillados y se llevaron a Rosales, con rumbo desconocido.

Según Pedraza, toda la información fue proporcionada por un extranjero que salió ileso del ataque, que junto al otro sobreviviente, Juan Carlos Maraz Gutiérrez, pasó a convertirse en testigo clave del hecho. Aunque Pedraza no comentó mayores detalles, se conoció que el extranjero es de nacionalidad colombiana, se llama Yairth y se encuentra bajo custodia en las oficinas de la Felcc.

Ayer, tras tres horas de intenso rastrillaje, se descubrió el lugar de la matanza y los cuerpos de los serbios Sasa Turcinovic (31) y Bujan Bakula (28), que dirigían un cuerpo de élite de guardaespaldas y llegaron a Santa Cruz el 13 de mayo para proteger a Rosales.

Sospechan de un ajuste entre cárteles
La ejecución de seis personas y el secuestro de William Rosales, considerado por la Policía como ‘capo’ del narcotráfico en el país, por parte de un grupo integrado por policías y ex policías, desvela un enfrentamiento entre cárteles de la droga con nexos internacionales que operan en Bolivia, según algunas fuentes de la misma Policía y de la Fiscalía.
Así, se menciona que la captura de una banda de bolivianos y paraguayos fue posible gracias al ‘pitazo’ de un grupo rival, presuntamente liderado por colombianos.
En contrapartida, el descubrimiento del último laboratorio de cocaína en San Ignacio se hizo posible porque los ‘paraguayos’, con nexos con William Rosales, alertaron a la fuerza antidroga.
“Esta gente tiene los mismos ‘clientes’ y los mismos proveedores de precursores; por tanto, es lógico suponer que existe rivalidad entre ellos”, dijo un representante del Ministerio Público.
Según fuentes policiales, se dice que los cárteles colombianos pagaron un millón de dólares para el secuestro de William Rosales.

Confirman seis muertes en San Ramón e implican a policías

Masacre: Los cadáveres de tres croatas y tres bolivianos presentan signos de tortura y de que fueron ejecutados con disparos en la cabeza y el pecho. Un supuesto capo boliviano de la droga se halla secuestrado.

image Crueldad: uno de los cadáveres hallados en San Ramón, con las manos atadas

La Prensa. Santa Cruz / El Deber y Agencias.- Ayer se confirmó la muerte de seis personas, tres de nacionalidad serbia y tres bolivianos, además de una séptima secuestrada en un asalto perpetrado el viernes por supuestos narcotraficantes en el municipio de San Ramón, en Santa Cruz. Un testigo que presenció al ataque dijo que los asesinos son policías y ex policías, y un segundo sobreviviente todavía no prestó declaraciones por su delicado estado de salud.

El sábado fueron descubiertos los últimos dos cadáveres. Se trata de dos serbios, supuestos guardaespaldas del capo boliviano de la droga William Rosales Suárez, a quien los sicarios pudieron no haber matado pero se lo llevaron tras ejecutar a seis personas, la tarde del viernes. Esta actitud hace sospechar que los delincuentes pueden ser además secuestradores y pedirán dinero a cambio de la vida de este hombre.

El Comando Departamental de la Policía confirmó que entre las víctimas se encuentra un efectivo del Batallón de Seguridad Física, quien no vestía su uniforme y que se está tras la pista de un ex agente anteriormente vinculado a la comisión de otros delitos, por su posible participación en el hecho de sangre.

El director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de Santa Cruz, coronel Miguel Gonzales, dijo ayer que el ataque se originó en la disputa de tierras y tráfico de droga.

El abogado Denver Pedraza, portavoz de las familias de las víctimas, afirmó que la matanza fue perpetrada por el supuesto grupo de agentes que tendió una trampa a los fallecidos, a la altura del kilómetro 12 de la ruta entre San Ramón y Guarayos.

Sobre esta vía, los delincuentes tendieron un cordón de conos con el logotipo de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico y obligaron a Rosales y a su grupo (nueve personas en total), que se desplazaban en tres vehículos de lujo, a detenerse para una supuesta requisa en busca de cocaína.

La versión de los sobrevivientes y las investigaciones preliminares señalan, según el abogado, que tras detenerse las víctimas fueron maniatadas y llevadas en sus propios vehículos a un lugar conocido como Atajado Nueva Esperanza, un sitio despoblado en el camino a la comunidad de San Pedro, a 12 kilómetros al sur de San Ramón.

Allí los internaron en una arboleda y, tras recibir la orden de un sujeto con acento colombiano, golpearon y dispararon contra ocho de los enmanillados y se llevaron a Rosales con rumbo desconocido.

La madre de Rosales, Dora Suárez, reconoció que su hijo traficaba con droga hace tiempo, pero afirmó que ahora se dedica a la ganadería.

Según Pedraza, la información fue proporcionada por uno de los sobrevivientes, de nacionalidad colombiana, quien salió ileso del ataque, y junto con Juan Carlos Maraz Gutiérrez, herido con tres disparos, pasó a convertirse en testigo clave del hecho.

Si bien Pedraza no dio mayores detalles sobre los datos proporcionados por el testigo, se conoció que el extranjero se llama Yairth y se encuentra bajo custodia en las oficinas de la fuerza anticrimen.

Esta persona pudo haber fingido su muerte para salvarse del mismo destino de sus compañeros y, una vez que los sicarios abandonaron el lugar, introdujo los cuerpos de cuatro de ellos en uno de los vehículos y los llevó a dependencias policiales de San Ramón para denunciar lo sucedido.

Por otra parte, Maraz tuvo que ser internado en el Hospital Japonés de esta localidad cruceña, en estado delicado, ya que recibió el impacto de tres balas, en un hombro, el abdomen y una pierna. Esta persona aún no ha prestado su declaración.

Ayer, tras tres horas de intenso rastrillaje, se descubrió el lugar de la matanza y los cuerpos de los serbios Sasa Turcinovic (31) y Bujan Bakula (28), que dirigían un cuerpo de élite de guardaespaldas y pudieron haber llegado a Santa Cruz el 13 de mayo exclusivamente para proteger a Rosales, según fuentes policiales.

La Fiscalía trata de guardar en reserva detalles sobre la investigación hasta dar con los asesinos, pero se supo que en el hecho, además de bolivianos y colombianos, están implicados paraguayos y que en uno de los vehículos abandonados en el lugar de las ejecuciones se hallaron un uniforme policial y balas calibre 9 milímetros, algunas de las cuales también se hallaban en la ropa de las víctimas.

El coronel Gonzales agregó que existen grupos especiales de la Policía que se internaron a más de 189 kilómetros de la capital cruceña, a la altura del río Quise, cerca de la localidad de San Ramón, para profundizar la investigación del hecho.

Hay dos sobrevivientes del hecho, sólo uno brindó declaraciones.

Un millón de dólares por Rosales

La ejecución de seis personas y el secuestro de William Rosales Suárez, considerado por los efectivos de la Policía como capo del narcotráfico en el país, por parte de un grupo presuntamente integrado por policías y ex policías, desvela un enfrentamiento entre carteles de la droga con nexos internacionales que operan en Bolivia, según algunas fuentes de la misma Policía y de la Fiscalía. Así, se menciona que la captura de una banda de bolivianos y paraguayos fue posible gracias al “pitazo” de un grupo rival, presuntamente liderado por colombianos.

En contrapartida, el descubrimiento, el jueves, de un laboratorio de cocaína en San Ignacio se hizo posible porque los “paraguayos”, con nexos con William Rosales, alertaron a la fuerza antidroga. “Esta gente tiene los mismos ‘clientes’ y los mismos proveedores de precursores; por tanto, es lógico suponer que existe rivalidad entre ellos”, informó un representante del Ministerio Público, bajo la condición del anonimato. Asimismo, de acuerdo con fuentes policiales, se dice que los carteles colombianos pagaron un millón de dólares para el secuestro de William Rosales, de cuyo paradero aún no se tienen datos.

Para destacar

La trampa fue puesta por un grupo aún no determinado de delincuentes que se hicieron pasar por policías.

Colocaron conos en la carretera entre San Ramón y Guarayos y aparentaron realizar un operativo antinarcóticos.

Las tres vagonetas en las que viajaban William Rosales y sus hombres se detuvieron y sus pasajeros fueron enmanillados.

Los nueve hombres secuestrados fueron llevados a un paraje solitario donde ocho de ellos fueron acribillados.

Los disparos tenían el fin de acabar con sus vidas, ya que estuvieron dirigidos a la cabeza y el pecho, principalmente.

Dos de ellos, sin embargo, sobrevivieron y son los testigos clave para identificar y atrapar a los asesinos.

Allanaron la casa del Cap. Araujo

El Día. ‘Es la casa del coronel o capitán Araujo”, dijo un muchacho en la avenida Centenario y cuarto anillo en una calle sin salida, donde a las 17.00 agentes policiales ingresaron.

Se llevaron una computadora y dos personas que anoche eran interrogadas en la Fuerza Especial de lucha contra el Crimen.

El capitán Araujo, ex jefe de una unidad de élite de la Policía, había sido suspendido en junio del 2008  luego de aparecer involucrado en la incautación de 100 mil dólares a Luis Alberto Suárez Gil durante una revisión rutinaria en la zona de Paurito.

Entrevista

Denver Pedraza
Abogado de la familia Rosales

‘Yo sé cómo ocurrieron los hechos (…)‘

¿Ud. fue contratado por los familiares de Rosales y dice que sabe cómo ocurrieron los hechos?

Efectivamente, cuando se produjo el secuestro de Willam Rosales Suárez me hablaron para sentar dos denuncias en la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen pues recibimos la información de los dos sobrevivientes, el que ha quedado herido Maraz y otro que venía en otro vehículo, sobre los hechos.

¿Qué pasó?

Willam Rosales estuvo detenido en Cochabamba por narcotráfico pero cumplió su condena y ahora se dedicaba a la ganadería. El viernes en la mañana tuvo la información sobre la llegada de un grupo de colombianos que había llegado para matarlo y cobrar una recompensa de un millón de dólares.

¿Y cómo lo secuestraron?

Rosales acompañado de sus empleados Méndez y Cuéllar y no sé cómo incorporaron al policía Guardia más los cuatro serbios que oficiaban de guardaespaldas se fueron a verificar la información hasta la localidad de San Ramón; sin embargo, fueron interceptados por tres policías que los detuvieron en una tranca móvil y a Rosales lo obligaron a subir a otro vehículo, Ellos estaban en tres vagonetas lujosas.

¿Y la balacera?

Los captores resultaron ser el capitán de Policía suspendido Orlando Araujo y el ex jefe de la Fuerza antidroga de Montero, teniente Danner Paz y un capitán Rioja,  quienes se llevaron a Rosales aparte y enmanillaron a las seis personas de la vagoneta Toyota Runner para luego dispararles y rematarlas llevándose a Rosales.

¿Por qué?
No lo sabemos hay mucha corrupción en la Policía.

Rosales tiene condena de 10 años por narcotráfico

EN 2008 FUE DETENIDO POR PORTAR ARMAS.

Los Tiempos. Willam Rosales Suárez que permanece secuestrado tras la matanza en proximidades de San Ramón, tiene un largo historial en la actividad del narcotráfico, según la Policía.

Los informes señalan que Rosales fue detenido por efectivos del grupo Delta el 25 de agosto de 2008, en el segundo anillo y avenida Piraí, cuando circulaba en una costosa vagoneta, junto a cuatro ciudadanos brasileños.

En esa oportunidad, Rosales manejaba una vagoneta Toyota modelo 2008, placa 2093-NXS, con vidrios negros, valuada en $us 95.000. En su interior se encontraban una ametralladora AKMP5K-2892 y una pistola Smith Wesson calibre 9 milímetros. Ambas armas estaban cargadas con proyectiles.

Tras las primeras indagaciones, Rosales fue identificado como el dueño de la vagoneta y resultó ser prófugo de la justicia cochabambina y con una condena a 10 años de cárcel por narcotráfico.

La Fiscalía de Sustancias Controladas, en ese entonces,  presentó un mandamiento de condena contra Rosales y aseguró que un tribunal de Cochabamba lo sentenció a 10 años en la cárcel El Abra.

El motorizado quedó incautado preventivamente en la Felcc. Tenía características especiales, pues se detectó que no funcionaba sin el contacto de la huella digital de su propietario, el aludido Rosales.

El hombre fue derivado a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, para su posterior remisión a Cochabamba.

Los abogados de Rosales se presentaron en la Fiscalía para pedir informes sobre el caso y argumentaron que la Policía cometió excesos y que no correspondía su detención.

La Policía aseguró que Rosales fue liberado por la justicia en Cochabamba, pero se desconoce bajo qué condiciones. Tampoco se sabe del paradero del lujoso motorizado.

El comandante de la Policía, Humberto Echalar, dijo ayer que Rosales está desaparecido y que es buscado porque tenía antecedentes en el tráfico de sustancias controladas. Los familiares admitieron que antes tuvo antecedentes, pero que ahora se dedica a la ganadería.