Vivir en Suiza

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Índice de los Editoriales de Periódicos

  1. El Día: ¿Y el modelo boliviano?

  2. Bajo el Penoco, El Día: Vivir en Suiza

  3. Los Tiempos: DESDE HACE 200 AÑOS…

  4. El Deber: El caso Quiroga y la OEA

  5. La Razón: Escasez de cemento

  6. Cambio: Bicentenario de la Llajta

  7. La Prensa: ¿Proceso inflacionario en ciernes?

  8. El Diario: Medidas absurdas contra la crisis alimentaria

  9. El Mundo: Vale la pena

  10. Opinión: Desarrollo y una nueva visión de planificación

  11. Clarín, Argentina: La Magistratura ante cambios clave


El Día: ¿Y el modelo boliviano?

Finalmente los hechos están dándole la razón a las primeras palabras de Fidel Castro, y su hermano Raúl ha confirmado que el Estado Cubano despedirá 500 mil empleados públicos hasta finales del próximo año. Parece mucho medio millón de personas, pero es apenas el 12 por ciento de los cerca de cuatro millones y medio de burócratas (casi la mitad de la población del país) que viven de la mamadera socialista. Qué modelo va a funcionar así, aunque increíblemente, hay quienes quieren importarlo y lamentablemente los “importadores” están en Bolivia.



Y mientras que en Cuba, el hermano que habla poco pero que hace, ha dicho que en la isla comenzará una paulatina apertura a las actividades privadas y a las cooperativas, en Bolivia –decretazo en mano-, el Gobierno ha iniciado la expropiación de empresas altamente productivas en manos de ciudadanos bolivianos. No se sabe qué va a pasar con Fancesa, pero si ocurre lo mismo que ha sucedido con Huanuni y con YPFB, el resultado será desastrozo y dentro de un año el país estará importando cemento, ya no como medida de emergencia, sino como destino ineludible ante la incapacidad de incrementar la producción o en todo caso, frenar la caída. Eso sí, tal como ha pasado en las minas nacionalizadas  y en la petrolera estatal, los supernumerarios se contarán por miles. Producir más y mejor nunca ha sido una meta socialista y por ende, erradicar la pobreza tampoco ha estado entre sus logros.

¿Cuál es el modelo boliviano? Hasta ahora nadie dice la última palabra, porque siguen vigentes leyes netamente liberales mientras que el discurso se tambalea entre conceptos como “socialismo andino”, “economía comunitaria”, “estado integral”, aunque todo parece indicar que el MAS busca repetir la vieja receta del capitalismo de Estado, tanto o más perniciosa que los fracasados experimentos marxistas.

Además de su falta de consistencia teórica, el “modelo boliviano” tampoco tiene orientación económica y simplemente constituye una herramienta más para acaparar el poder total del país, de tal manera de generar una nueva élite dominante. Cuando el MAS llegó al poder, la consigna era apropiarse del gas, pues se pensaba que en ese recurso debía estar el engranaje para la reproducción del modelo político a imponer en el país. La inoperancia de los técnicos del régimen condujo al fracaso y a la destrucción de toda una industria y lo mismo podría ocurrir en otras actividades económicas en las que incursione el Estado Plurinacional.

Hace siete años nadie hubiera imaginado a Bolivia importando gas para abastecer su mercado interno. Hoy, lamentablemente, más de una cuarta parte de los ingresos por las exportaciones de gas natural a Brasil y Argentina se van en comprar gasolina, GLP y diesel y la falta de combustible ha llegado al extremo de generar escasez de cemento. Tal vez sería exagerado pensar en que, algún día, el “modelo boliviano” nos conduzca a la importación de estaño, el producto estrella de la minería nacional, pero eso mismo tal vez les ocurrió a los cubanos y ahora están consumiendo azúcar importada, en el país que siempre ocupó uno de los primeros lugares en el mundo en la producción y exportación de ese producto. Ojalá no tengamos que llegar a ese extremo ni esperar 50 años.

El “modelo boliviano” tampoco tiene orientación económica y sólo constituye una herramienta para acaparar el poder total del país.

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Bajo el Penoco, El Día: Vivir en Suiza

Alguien por ahí dijo que le dio gusto y se sintió chocho de ver al gobernador Rubén Costas, churiqui con Evo Morales en Vallegrande. Dijo que por un momento pensó que estaba en Suiza, donde no hay persecuciones políticas, no hay amenazas, ni alcaldes derrocados y menos expropiaciones de empresas. Al “prefectuli” se lo vio muy bien en la inauguración de la carretera Mataral-Vallegrande, hasta lo dejaron discursear; muy diferente a lo que le ocurrió en la Cainco, donde lo confundieron con un mojón. El único que nos recordó a todos donde estamos viviendo y bajo qué régimen, fue el jefazo, que no dejó pasar la ocasión para decirles “conspiradores” a los líderes cruceños, a los que pese a todo, prometió acompañar durante los próximos cuatro años. Eso de acompañar nadie sabe qué significa, pero el hecho es que Rubén Costas parece estar de acuerdo. Y está bien, él tiene que hacernos “vivir en Suiza” a todos, aunque el Gobierno siga insistiendo en convertirle la vida en un infierno a más de uno, incluido a Rubén y a los de la Cainco.

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Los Tiempos: DESDE HACE 200 AÑOS…

Recordar y enriquecer las características que nos llegan desde los orígenes de nuestra historia es el mayor reto que tenemos los cochabambinos de hoy

Hace 200 años, en un día como hoy, el 14 de septiembre de 1810, Cochabamba se sumaba al proceso que se inició un año antes, el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, primero, y el 16 de julio en La Paz, después, lo que marcó el inicio de 15 largos años de una guerra que culminó el 6 de agosto de 1825 con la constitución de la República de Bolivia.

En ese entonces, como todavía ocurre ahora, los cochabambinos que nos antecedieron tuvieron muchas dificultades para ponerse de acuerdo sobre el camino a seguir, sobre la mejor manera de actuar ante los desafíos de su tiempo. Es que a los naturales motivos de divergencia y contraposición de intereses propios de toda sociedad humana, el desmoronamiento del régimen colonial español precipitado por la invasión de Napoleón a la península trajo consigo una ola de confusión. Nadie sabía con certeza qué hacer ante los sorprendentes acontecimientos; a quién debía su lealtad y a quién no. Y en medio de tan confusas circunstancias, la violencia se desencadenó bajo la forma de una guerra civil que sólo años después adquiriría la forma de una campaña independentista.

No debe haber sido nada fácil para los cochabambinos de aquel entonces definir el rumbo a seguir, a quién apoyar, al lado de quién o contra quién combatir. No es justo, por ello, pretender juzgar sus actos a la luz de criterios actuales y menos aún si después de los dos siglos transcurridos todavía no somos capaces de lidiar con nuestras discrepancias, nuestras dudas, nuestros conflictos de intereses, como lo demuestran las dificultades que encontramos para conmemorar los hechos históricos que sentaron las bases de cuanto hoy somos, con todas nuestras virtudes y defectos.

Por eso, volver la mirada hacia cuanto ocurrió hace 200 años con humildad y acercarnos con una actitud respetuosa y comprensiva a los personajes que forjaron nuestra historia es lo mejor que podemos hacer. Y no para juzgarlos, sino para buscar en sus experiencias las lecciones que tanta falta nos hacen para evitar cometer los errores del pasado y sí ser capaces de aprender de sus aciertos y fortalezas.

Conviene también recordar que en el transcurso de estos 200 años han dejado su huella en nuestra ciudad y nuestro departamento muchas generaciones de hombres y mujeres que desde las más diversas áreas de acción han contribuido a escribir nuestra historia. Recordarlos es una forma de recuperar nuestro pasado para extraer lo mejor de él y proyectarlo hacia el porvenir, tarea a la cual Los Tiempos contribuye hoy con esta su edición especial.

Al recordar nuestro pasado y a quienes nos antecedieron, veremos que Cochabamba fue siempre, como sigue siendo hoy, un punto de encuentro más que uno de distanciamientos. Es el centro donde así como se unen las diferentes zonas geográficas de nuestro país, se atenúan también las discrepancias políticas e ideológicas. Somos un departamento bisagra que, en la medida en que nos asumamos como tal, ayudará a fortalecer la hoy debilitada unidad nacional.

Así, pues, recordar, reforzar y enriquecer esas características que nos llegan desde los orígenes de nuestra historia es el mayor reto que tenemos los cochabambinos de hoy si queremos proyectarnos hacia el futuro en el nuevo Estado autonómico que comenzamos a construir.

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El Deber: El caso Quiroga y la OEA

Con bastante más celeridad de lo que habitualmente demora nuestra justicia, el ex presidente Jorge Quiroga fue condenado a dos años y ocho meses de prisión por haber proferido juicios de valor contra una entidad financiera que mayoritariamente pertenece al Estado boliviano. Llamaron la atención tanto el trámite como la dureza de la sentencia. Sabemos que casos similares  de acusaciones por injurias o calumnias languidecen en los tribunales sin sentencias en firme, mas he aquí  que este tema se ha “resuelto” en forma rápida.

Por otro lado,  el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) emitió primero una dura señal  personal. Según agencias internacionales, José Miguel Insulza expresó: “Espero que de acuerdo con las normas que rigen en nuestro sistema interamericano la sentencia del ex presidente Quiroga sea revisada”. Y agregó: “Que una persona deba ir presa porque lesionó la moral de un banco no me parece razonablemente aceptable”.

A escasas 24 horas y seguramente como consecuencia de las presiones ejercidas, el siempre acomodaticio ejecutivo de la OEA emitió otro comunicado el pasado 10 de septiembre, donde se expresó: “Son los tribunales de Bolivia, y no su Gobierno, los llamados a revisar la sentencia de primera instancia, de acuerdo a las leyes nacionales y de conformidad con el principio de separación de poderes”…”Sólo cuando se agoten las instancias internas, y si el ex presidente Quiroga decide, como lo ha anunciado, llevar el tema a la Comisión o a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, corresponderá a éstos conocer de su situación. Ello no ha ocurrido aún y, por lo tanto, cualquier pronunciamiento al respecto es prematuro”. Insulza  realizó un giro de 180 grados con respecto a su primer  pronunciamiento, el que ni siquiera figura en el sitio web del organismo, pero sí se destaca oficialmente  allí este último comunicado de prensa.

No es la primera vez ni será la última que el señor Insulza realiza estos insólitos virajes. El sentido del oportunismo y la falta de ética  de este personaje son ya proverbiales. La OEA –mediante su secretario general-  incurre cada tanto  en contradicciones y con ello,  el organismo acrecienta su desprestigio.

Por otro lado, está muy bien que la justicia boliviana siga su curso. Quien emite una acusación debe probarla o rectificarse y de no hacerlo, someterse a la ley.  Claro que, en este caso, sospechosamente hubo trámite rápido mientras otros juicios similares siguen dormidos. Permanece la suspicacia de que el Poder Ejecutivo se inmiscuye en temas  ajenos a su competencia. Por el propio bien de la democracia, el Gobierno debe abstenerse de intervenir  en este sonado caso y dejar que el Poder Judicial actúe en forma independiente.

Recordemos la plena vigencia de la Carta Democrática Interamericana. Ella señala muy claramente, en su artículo octavo, la potestad de individuos o grupos de individuos de acudir  directamente a las instancias del sistema interamericano  si consideran que sus derechos están siendo vulnerados. El ingeniero Quiroga -como cualquier ciudadano del hemisferio- está en condiciones de ejercer dicha potestad, pero aún tendrá que probar  ante la justicia local si lo que dijo en su acusación  es real o no. Así como existen derechos, también hay obligaciones.

Este caso traerá cola y consecuencias. Seguiremos su curso con atención.

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La Razón: Escasez de cemento

Sin una cantidad suficiente de cemento, se debilita la economía entera

El crecimiento experimentado por las fábricas de cemento del país en los últimos años representa un éxito sin precedentes. Nunca antes las cifras de producción, rendimiento económico y generación de empleo fueron tan favorables a la industria cementera boliviana y, sin embargo, no se recuerda que ésta pasara por una etapa tan difícil como la actual.

Aunque parezca un contrasentido, el paulatino incremento de la producción en las cementeras del país resultó exiguo frente a estos tiempos de crisis: cerca de 150 mil trabajadores de la construcción paralizados sólo en Santa Cruz completaron un panorama que, al menos hasta hoy, no encuentra visos de solución.

Los esfuerzos más claros en este sector han sido realizados por la Sociedad Boliviana de Cemento S.A. (Soboce) y la Fábrica Nacional de Cemento S.A. (Fancesa); en el primer caso, de capitales íntegramente privados, y en el segundo, de conducción mixta: tanto pública como privada, hasta que el Gobierno dispuso la reversión del paquete accionario del grupo paceño (con inversores bolivianos y mexicanos) en la factoría chuquisaqueña.

Soboce, que viene de invertir $us 35 millones en su planta de Viacha, expresó su preocupación por la falta de gas, ya que esto le impediría obtener mejores rendimientos en materia de producción. Fancesa, que planea una inversión de $us 80 millones en una nueva fábrica, se mostró dispuesta a extremar recursos para atender la creciente demanda de su principal mercado, Santa Cruz. Y lo propio sucede con las demás cementeras. Aun así, la arrolladora demanda de cemento —un fenómeno que no sólo afecta a Bolivia, sino a Sudamérica en general— pone en una situación desventajosa a todas estas empresas.

La demanda supera ampliamente a la oferta. Las fábricas no pueden responder al crecimiento de la inversión pública y privada. Los pedidos aumentan, las respuestas demoran y la inquietud se convierte en un polvorín que podría explotar en cualquier momento. Primero se hablaba de importar clinker; ahora, de cemento. Esto, ¿resolverá la crisis?

El sector de la construcción, a partir de la inusitada propagación de las obras de infraestructura, se ha erigido en un pilar fundamental de la economía que, de hecho, últimamente creció tres veces menos que la industria del cemento. Sin una cantidad suficiente de este producto no sólo cae el negocio del rubro, sino que se debilita la economía entera.

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Cambio: Bicentenario de la Llajta

Bolivia conmemora hoy el bicentenario del primer episodio bélico, uno de los más trascendentes de la guerra que la patria libró en contra del colonialismo europeo. El 14 de septiembre de 1810 estalló la insurrección de Cochabamba en contra de las autoridades españolas del Virreinato del Río de la Plata en el Alto Perú, encabezada por el coronel Francisco del Rivero y por Esteban Arze.

Ese día, al mando de un millar de patriotas reunidos en Cliza, Del Rivero ingresó en Cochabamba y tras rodear a la guarnición colonialista arrestó y derrocó al gobernador intendente González Prada; se adhirió a la Junta de Buenos Aires, fue proclamado jefe político y militar, y asumió como gobernador intendente, presidente y capitán general de la provincia, sin que se produjera derramamiento de sangre.

Esa gesta emancipadora fecundó otros alzamientos independentistas, como el ocurrido diez días después en Santa Cruz de la Sierra, donde fuerzas patriotas tomaron esa ciudad y destituyeron a las autoridades españolas y conformaron una junta provisoria; o el de los patriotas de Oruro, que se adhirieron a la Junta de Buenos Aires.

El proceso revolucionario cochabambino trascendió por los caminos de la patria y obtuvo una contundente victoria, el 14 de noviembre de 1810, cuando se produjo la batalla de Aroma, que culminó con el triunfo de Esteban Arze y la persecución del ejército realista en dirección a La Paz, teniendo éste la mitad de sus fuerzas muertas o prisioneras. Además, el 21 de noviembre de ese año, un decreto de la Primera Junta creó el Regimiento Nº 7 de Infantería con fuerzas milicianas del Alto Perú, cuyo jefe fue Francisco del Rivero.

Ésta fue la trascendencia histórica de la revolución cochabambina que cimentó —junto a los patriotas diseminados por la geografía patria— el logro de la independencia de Bolivia del yugo colonialista europeo.

Y fue un cochabambino, Alejo Calatayud, quien la mañana del 30 de noviembre de 1730 —hace 280 años— reunió a dos mil hombres en los predios del cerro de San Sebastián y allí se enfrentó a la caballería expedicionaria colonialista; ésta, pese al reducido número de sus combatientes, atacó y fue derrotada.

Los principales objetivos del pueblo eran evitar la cobranza injusta de los tributos y reconocer el derecho de los nacidos en la entonces Villa de Oropesa para gobernar desde su cabildo. No obstante, Calatayud fue traicionado, apresado el 31 de enero de 1731 y ejecutado. Su cadáver apareció colgado en la colina de San Sebastián y luego descuartizado.

No obstante, Cochabamba no sólo aportó con la sangre de sus hijos al proceso de liberación del dominio español, sino que luego de que Bolivia alcanzara su independencia y ésta cayera en manos de una rancia y señorial élite que heredó los privilegios de los peninsulares, fueron sus hijos los que volvieron a marcar el camino de la verdadera soberanía de la patria.

El 31 de enero de 1974, el fallecido dictador Hugo Banzer, en un discurso a dirigentes campesinos afines reunidos en el Palacio de Gobierno, les instruyó: "A ustedes, hermanos campesinos, voy a darles una consigna como líder: al primer agitador que vaya al campo, yo les autorizo, pueden matarlo. Y si no, tráiganlo aquí a Palacio para que se las entienda conmigo. Yo les daré una recompensa" (Presencia, 1 de febrero de 1974).

Esa orden para matar bolivianos fue dada porque en el valle cochabambino se había gestado un movimiento campesino que rechazaba las duras medidas económicas que la dictadura había decretado. Y al atardecer de ese mismo día se producía la Masacre de Tolata. Tanquetas y camiones militares llenos de soldados dispararon en contra de una multitud de hombres, mujeres y niños. El parte del Ejército decía que los muertos eran 13, pero organismos defensores de los derechos humanos informaron de al menos 80 víctimas fatales, y entre 40 y 65 desaparecidos.

También fueron los cochabambinos quienes en abril de 2000 infligieron la primera derrota al neoliberalismo privatizador y saqueador de la riqueza de Bolivia. Cochabamba fue el epicentro de la primera rebelión del siglo XXI, o como acertadamente definió Jim Shultz, fundador de la organización Centro para la Democracia, que "a la gente le gusta una buena historia del estilo de David y Goliat, y la revuelta del agua es David, no sólo golpeando a un Goliat, sino a tres: Bechtel, Banzer y el Banco Mundial".

Es que el Banco Mundial impuso al fallecido dictador, en su fase democrática —como siempre ocurría—, la privatización del agua en Cochabamba. En ese marco, la multinacional Bechtel, la única licitante, asumió el control de la gestión pública del líquido que es vida.

Ante la rebelión del pueblo cochala, Banzer ordenó una dura represión que dejó el saldo de un muerto y 30 heridos, declaró el estado de sitio, pero el 10 de abril de 2000, casi 50.000 personas estaban en la plaza 14 de Septiembre y el gobierno no tuvo otro camino que cancelar el contrato con Aguas del Tunari.

La Guerra del Agua escarbó la posibilidad de dotar a la democracia de su original sentido antiautoritario, como dispositivo y fuerza creativa para construir una sociedad más justa. El movimiento de Cochabamba señaló el camino para que sea el pueblo el que tome decisiones.

Es en este contexto que la conmemoración del Bicentenario de la gesta patriótica del 14 de septiembre de hace 200 años no sólo apunta a consolidar la vocación libertaria del pueblo, sino que afianza la integración, la soberanía y la dignidad por las que lucharon los próceres de la independencia, principios que hoy conducen el proceso de cambios estructurales que recorre los caminos de la patria.

El Bicentenario de la gesta patriótica del 14 de septiembre de 1810 no sólo apunta a consolidar la vocación libertaria del pueblo, sino que afianza la integración, la soberanía y la dignidad por las que lucharon los próceres de la independencia.

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La Prensa: ¿Proceso inflacionario en ciernes?

Más allá de la llegada de efectos climáticos más benéficos, creemos en la necesidad de una acción gubernamental preventiva y permanente.

Sorprendió el último informe del Instituto Nacional de Estadística, INE, en el que consigna que la inflación registrada el mes de agosto es de 1,6 por ciento, esto contra todo pronóstico, ya que se esperaba que no superase los registros del mes de julio, que fueron del 0,6 por ciento, por lo que la inflación producida en los primeros ocho meses del año habría llegado al 2,12 por ciento, por lo que las predicciones calculan que hasta diciembre la inflación podría llegar a 4,5 por ciento, aunque los cálculos del Gobierno le dan un cuatro por ciento.

Según los datos ?aunque era previsible? el mayor incremento de precios se experimentó en Potosí, llegando al 2,64%; en tanto, Pando fue el único departamento que experimentó una baja de precios. Las causas de esta inflación serían los conflictos suscitados en algunos departamentos, los bloqueos en el país y, claro, el chaqueo, cuyas consecuencias fueron los incendios de bosques además de los desastres ambientales, como la sequía y la helada que viene asolando extensas zonas del país, por lo que los pronósticos para el futuro inmediato no son los más optimistas, especialmente dada la tendencia alcista de precios que produce actualmente.

Esta situación es sentida en la vida cotidiana de la población, y en mayor medida por el ama de casa, que es quien más sufre los embates de la inflación, a la que se suman las tendencias especulativas con las que comerciantes intermediarios incrementan esta situación. Día que pasa es más evidente que el presupuesto necesario para llenar la canasta familiar debe ser mayor al de hace un par de meses, pues los incrementos sufridos por algunos artículos de primera necesidad, como el pollo y las verduras, han ido en desmesurado ascenso, en algunos casos debido a una tendencia especulativa, pero en general como consecuencia de los desastres naturales.

Pero no todo es causa de los desastres naturales, también hay quienes recuerdan que la actual situación es consecuencia no sólo de la sistemática depredación de bosques y la proliferación de cocales que se ha dado en los otrora paraísos agrícolas, como los Yungas, donde una rica y variada producción agrícola en la que se contaba con una admirable variedad productiva, desde frutas hasta arroz o café, hoy se transforma en una zona monoproductora que sólo produce coca, pues su cultivo demanda menor esfuerzo y cuenta con el mercado y los precios ideales, algo que otros productos no tienen.

Sin embargo, al Gobierno no parece alarmar esta realidad, pues la considera simplemente coyuntural y temporaria. Asegura que pasará tras el retorno de las lluvias, algo que parece estar sucediendo. Empero, más allá de algunos efectos climáticos más benéficos, somos conscientes de la necesidad de una acción gubernamental de naturaleza preventiva y permanente.

Es necesario un apoyo al productor en la búsqueda de una producción agrícola variada, para ello no sólo debe apoyar al productor en la prevención de fenómenos climáticos, algo que hasta la fecha parece suponer que no es necesario, también en la búsqueda y ampliación de mercados. En este rubro se aconsejaría la creación de mercados campesinos en algunos centros urbanos, algo que, con seguridad, frenaría las tendencias especulativas que tanto aportan en los procesos inflacionarios.

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El Diario: Medidas absurdas contra la crisis alimentaria

Sin lugar a la menor dubitación, el pueblo boliviano está atravesando una progresiva crisis alimentaria, pese a los reiterados anuncios de las autoridades y de las políticas económicas que se las pregona desde las altas esferas de la jerarquía burocrática actual. Esa escasez de alimentos se expresa en diversas formas y con agravantes cuando funcionarios del Ministerio de Desarrollo Rural afirman que la alimentación del pueblo está “garantizada”.

La manifestación más directa que confirma esa situación es el alza de precios y la carencia de productos en los mercados. A esos factores se agrega que los alimentos que está consumiendo la población se originan en un masivo contrabando desde países vecinos y las grandes importaciones que hace el Gobierno, destinadas a cerrar (aunque inútilmente) la brecha deficitaria y así mismo evitar que los precios se disparen con franco efecto inflacionario. Los factores climáticos empeoran ese estado de cosas.

El Gobierno se esmera, aparentemente, por solucionar la crisis de alimentos, pero resulta que, como sucede con otras medidas, únicamente ataca los efectos y olvida que existen causas que los originan. En pocas palabras, no se ataca las causas y más bien se fomenta los efectos, es decir, se paraliza la producción interna, se fomenta el contrabando de alimentos y se acentúa la importación de productos, entre ellos arroz, maíz, trigo, etc., que entran al país sin pagar impuestos y además son vendidos en el mercado con precios que hacen competencia desleal a la producción nacional.

Para atenuar la crisis las autoridades han acudido a un expediente de extrema simpleza, que consiste en importar alimentos en grandes cantidades y con grandes gastos, tal es el caso de la adquisición de 60.000 toneladas de maíz, medida que si bien a primera vista es favorable para la población y la economía en general, tiene características verdaderamente nefastas para el país. Además, la necesidad de esa importación revela precisamente que hemos dejado de producir en general y que ya no se produce ese cereal imprescindible en la alimentación tradicional de gran parte de la población boliviana.

La crisis alimentaria, disimulada con importaciones, contrabando y ayudas extranjeras, tiene su origen en la caída de la producción agropecuaria de nuestros campos que, hasta hace poco, abastecían nuestros mercados con buenos y abundantes productos. Al presente, las tierras han dejado de producir por el abandono de la agricultura, abandono impulsado con una legislación agraria absurda y porque, como en los Yungas, el Chapare y otras zonas, se ha erradicado cientos de hectáreas de plantaciones de verduras, gramíneas, árboles frutales, plantaciones de café, pastizales, etc., para cultivar, en cambio, la planta de la coca que, si bien sirve para fines industriales dolosos y exportación, no sirve para calmar las necesidades de calorías, minerales y vitaminas de las masas populares, a no ser que se piense, como el Ministro de Relaciones Exteriores, que “la leche para los escolares debe ser sustituida por el consumo de mates de coca”.

Se debe, pues, subrayar que un combate real y sincero contra la crisis alimentaria no está realizando el Gobierno, ni mucho menos y que más bien se está fomentando esa crítica situación con medidas absurdas y que son, a lo más, cortinas de humo que desaparecen más corto que a largo plazo. Finalmente, se debe remarcar que la importación de alimentos (arroz, maíz, etc.) está terminando de matar a la producción interna porque los productos importados hacen competencia desleal a los nacionales, ya que se los produce con precios subvencionados. Ese libre comercio ha condenado a muerte a la agricultura nacional.

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El Mundo: Vale la pena

La llegada del mes de Santa Cruz y hoy en forma especial el del bicentenario del grito libertario de 1810, permite a los cruceños una renovación de ese su espíritu optimista, con relación al futuro que espera a los bolivianos de esta parte.

Con seguridad ese ambiente ha servido para que el Gobernador del departamento acepte con satisfacción alguno de los reiterados propósitos del Presidente del Estado Plurinacional, sin pensar que luego se convierten en reacciones adversas; no precisamente de él que luego de sus compromisos viaja, sino de la gente que rodea al gobernante y que piensa como los socialistas del 1817 que su revolución puede triunfar únicamente haciendo rodar cabezas. Lo que les da lugar a pensar en que pueden ver agusanarse a sus adversarios, o llenar las cárceles con ellos, mientras otros los amedrentan permanentemente con citaciones a declarar en lugares que les resultan adversos por razones de salud.

La llegada de septiembre, las invitaciones a la feria y la presencia en la entrega de una obra vial, ha permitido al Presidente no sólo estar junto al Gobernador del departamento sino manifestar su deseo de realizar trabajo conjunto a favor de la región y por ende de la nación.

Como no podía ser de otra manera, los buenos propósitos han encontrado posiciones optimistas, algunas aparentemente exageradas, pero que muestran que en el oriente boliviano hay deseo de trabajar y que las actitudes negativas no hacen otra cosa que impedir que esos buenos deseos se manifiesten con mayor intensidad.

Contrariamente al no sistemático con que se han venido recogiendo algunas ideas provenientes del centralismo, ahora surgen voces que muestran que las ideas que en algún momento se atribuyeron a la región, como una característica general, sólo se manifiestan en forma aislada y en situaciones especiales.

Las necesidades de Santa Cruz se han dado a conocer en reiteradas oportunidades; la Brigada Parlamentaria tiene una paquete muy amplio de propuestas para ser presentadas en la Asamblea, mientras que las autoridades regionales hayan realizado planes de trabajo con numerosos ítems; lamentablemente, todos ellos con cifras que por el momento no permiten ver con facilidad el origen en el que podrían hacerse efectivas.

De esa manera, los buenos propósitos manifestados por el Mandatario tendrían que comenzar por dar vía libre a los recursos de regalías y aquellos del IDH que fueron cercenados y por qué no, de algunos otros como el impuesto sobre las casas de juego que fueron vetados en la oportunidad de haber sido propuestos por la región y que hoy aparecen como una fuente potencialmente importante de ingresos que el centralismo podría regatear con las regiones, como lo hace con otros ingresos.

Consideramos que el hecho de que la nueva Constitución instituya la Autonomía regional, como una de las características del nuevo Estado boliviano, debe servir también para brindar a las regiones las competencias necesarias para hacer que esa autonomía pueda traducirse en caminos viables para el progreso.

Recogemos con el mismo entusiasmo que el Gobernador las propuestas del Presidente Morales y esperamos con optimismo que ellas puedan concretarse a breve plazo, para que la fecha del bicentenario próximo a recordar, sirva como punto de partida para una nueva etapa de despegue de la región.

La segunda mitad del siglo XX ha servido para demostrar que Santa Cruz es capaz de encarar con seriedad el desarrollo, cuando se le brindan las posibilidades de hacerlo y ésta podría ser una nueva oportunidad, con la seguridad de que los resultados, como sucedió en las situaciones anteriores, serán de beneficio para la nación en su conjunto.

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Opinión: Desarrollo y una nueva visión de planificación

Hasta ahora Cochabamba, como los otros departamentos del país, han estado siempre pendientes de lo que les puede dar el Gobierno central en obras, proyectos, caminos y todo aquello que impacta en el desarrollo de una región.

Los aniversarios cívicos han resultado ser momentos propicios para que el poder central haga conocer, lo que en el lenguaje popular se ha calificado como ?regalos?, una expresión que de alguna manera grafica esa constante dependencia que ha ejercitado y ejercita el centralismo respecto a los departamentos que son considerados del interior del país. Actitudes paternalistas que se han consolidado durante muchos años, porque el centralismo siempre ha jugado un papel que en muchas ocasiones en vez de hacer viables los proyectos los ha obstaculizado mediante normas administrativas impuestas, creando una especie de círculo en el cual los proyectos, incluso con estudios y financiamiento que presentan las regiones, tienen que pasar por una serie de mecanismos centralizadores que los dilatan en trámites interminables, que por supuesto, luego derivan en costos de tiempo y de dinero, pero sobretodo de frustración para las poblaciones que esperan ante todo obras que mejoren sus condiciones de vida y de trabajo.

Existen proyectos emblemáticos que en el imaginario ciudadano se han convertido en quimeras, como por ejemplo, el de Misicuni, ideado hace más de medio siglo y demorado por tanto tiempo en una historia donde se han mezclado las legítimas luchas cívicas,  la demagogia política y el electoralismo ejercitado por diversos gobiernos del pasado. Ahora el proyecto pugna por concretarse aunque también con enormes dificultades técnicas y económicas.

Sin embargo hay que reconocer que los pocos y significativos proyectos de desarrollo para Cochabamba que se han ejecutado, como el aeropuerto, han sido fruto de las luchas cívicas y de las presiones ante el Gobierno central.

Ahora se habla a partir de la nueva conformación política administrativa vigente en el país con las autonomías y el ejercicio de los gobernadores, de ingresar a una nueva realidad, en la que la Gobernación sea capaz de generar excedentes económicos, de ingresos fiscales, empleo y capacidad económica que le permita sustentar el desarrollo del departamento.

Desde luego que estos enunciados tienen que tener el respaldo de una visión planificadora sobre el desarrollo y de los grandes objetivos que se buscan alcanzar como departamento. Es importante que se empiece a planificar el desarrollo por lo menos hasta el año 2025 y que este trabajo sea una conjunción de esfuerzos de todas las instituciones sociales de Cochabamba, las públicas y las privadas.

Es importante conocer cuáles son las demandas de los diferentes sectores sociales y productivos, pero estas tienen que servir como base para el diagnóstico y no como un listado, que como casi siempre, termina originando desencuentros. La visión de un plan de largo alcance toma como base la realidad, pero trasunta inmediatismos para ocuparse de los grandes proyectos que definan la vocación productiva del departamento.

La iniciativa de elaborar un Plan de Desarrollo de Cochabamba, participativo, tiene que tener el respaldo de estudios serios y de asesoramiento profesional y técnico en diferentes temas que conforman la problemática regional. La celebración de este Bicentenario debe ser el punto de partida para iniciar un gran debate y la conclusión en estudios, sobre lo que los cochabambinos quieren de Cochabamba y de su futuro.

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Clarín, Argentina: La Magistratura ante cambios clave

El Consejo de la Magistratura tiene una importancia institucional clave, ya que su funcionamiento correcto es un presupuesto indispensable para la labor independiente de los jueces y, al contrario, la politización del cuerpo es una distorsión que obstaculiza investigaciones y premia lealtades personales o partidarias.

La reforma que oportunamente impuso el oficialismo le dio a los representantes y adherentes del Gobierno una mayoría en el Consejo que se ha utilizado para manipular pedidos de juicios políticos y para intervenir en el procedimiento concursal del que surge la propuesta de jueces a designar. En esta última materia, también se han presentado denuncias por irregularidades en concursos, las cuales darían cuenta de manipulaciones destinadas a favorecer a ciertos postulantes. Por estas irregularidades, diversos diputados han promovido la realización de una investigación.

A la vez, y mientras el Poder Legislativo no ha terminado de expedirse sobre el proyecto de reforma del Consejo de la Magistratura -por le cual se restablecería la representación de minorías políticas y se le devolvería la presidencia del cuerpo a la Corte Suprema-, la elección de los representantes de los abogados en el cuerpo encargado de seleccionar magistrados y ejercer el poder disciplinario sobre ellos ha dejado como resultado un triunfo de letrados de un nítido perfil profesional, distante del oficialismo.

Sin duda que es de esperar el avance legislativo que recomponga el equilibrio representativo del Consejo, impidiendo la formación de hegemonías que puedan comprometer la independencia judicial. Pero mientras este logro se halla condicionado al resultado de presiones y avatares políticos, y también a un eventual veto presidencial, lo cierto es que el vencimiento de los mandatos de los consejeros va ofreciendo una ocasión de elección de nuevos representantes que hacen vislumbrar el ocaso de manipulaciones políticas que ensombrecen la marcha de la Justicia.

La politización de la Magistratura distorsiona el funcionamiento de la Justicia. El Poder Legislativo posterga el proyecto de reforma del Consejo, destinada a mejorar su funcionamiento.

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