Boris Bernal Mansilla
La verborrea del “proceso de cambio” no ha cambiado en nada la situación material de los pobres y vilipendiados de la historia, por el contrario, sus condiciones de vida se hacen más difíciles. Son motivos cotidianos para que los diferentes sectores evidencien en carne propia que su situación -en lugar de mejorar- empeora cada día.
Se convierte en un factor determinante de este proceso la incapacidad del gobierno para satisfacer las necesidades inmediatas de los desposeídos, dedicando su tiempo a organizar circos y estrategias envolventes para distraer el hambre del pueblo.
En las últimas semanas la población percibió como desaparecen y se incrementan los precios en los mercados de los diversos productos alimenticios de primera necesidad, lo cual afectó a la economía familiar en particular de los sectores más empobrecidos del país.
Pretender hacer ver que el actual gobierno tiene un plan diseñado por gente experta solo expone sus falencias y temores a la hora de solucionar problemas estructurales y de necesidad urgente, al igual que lo hizo en 1982 la UDP.
Constatando las variables de “desarrollo” se puede afirmar con certeza el descalabro y la involución de nuestra economía. Manteniendo el mismo ingreso promedio de hace 20 años, pese a que la productividad técnica mundial se ha multiplicado.
Andar entre entuertos y mentirás siempre trae consigo un alto costo histórico, esto como muestra clara que las condiciones materiales siempre chocan con la retórica demagógica de un gobierno de tinte gatopardista, calificado este por Carlos Marx como "vulgares estafadores de la voluntad y la esperanza popular".