La coca en la agenda presidencial

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El discurso presidencial dejó la impresión de que es el aspecto más externo del problema, el relacionado con las apariencias, el que más le preocupa

Índice de los Editoriales de Periódicos

  1. El Día: Demasiado tarde

  2. Bajo el Penoco, El Día: El mar por un minero

  3. Los Tiempos: LA COCA EN LA AGENDA PRESIDENCIAL

  4. El Deber: Que la llama no se apague

  5. Cambio: Antirracismo, drama y comedia

  6. La Prensa: Que la llama no se apague

  7. El Diario: Periodismo de duelo

  8. El Mundo: Inexplicable

  9. Opinión: El clientelismo en la administración pública

  10. Clarín, Argentina: Horas perdidas en las aulas públicas


El Día: Demasiado tarde

Cuando la misión de la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) llegó a Bolivia ayer para hablar con el presidente Morales y tratar de convencerlo de que es muy grave lo que intenta hacer con la libertad de expresión, el Gobierno del MAS ya estaba en otra. El viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, estaba haciendo la lista de los libros que van a ser quemados, no en una hoguera por supuesto, sino en las “llamas” de la proscripción. Títulos como “Raza de Bronce”, una de las piezas más ricas de la literatura boliviana y latinoamericana, van a ser eliminados del programa de estudios de los escolares del país. La última gran quema de esta naturaleza que se produjo en el mundo, ocurrió en la Alemania nazi y cuando Evo Morales llegó al poder, muy pocos creían que esto llegaría a suceder en Bolivia.



Entre los incrédulos justamente se encontraban algunos miembros de la SIP que llegaron a Bolivia el año pasado y que amablemente fueron recibidos por el presidente Morales, portador de una innumerable lista de quejas contra los periodistas. En retribución, los “misioneros” proclamaron a secas que en el país existe libertad de expresión, sin advertir sobre las terribles amenazas que avizoraban un futuro negro para la democracia y las garantías constitucionales. Esta vez no sólo ya era tarde para hacer reclamos, sino que la respuesta al pedido de audiencia del Primer Mandatario fue un portazo en la nariz.

Otra de las posiciones, que de la condescendencia ha pasado a la complicidad, es la que han hecho conocer los representantes de la ONU, especialmente Denis Racicot, vinculado al Alto Comisionado de los Derechos Humanos. Él considera que la Ley Contra el Racismo no representa ninguna mordaza contra los medios de comunicación. Lo dijo antes de que se esboce un plan para revertir órganos de prensa, tal como se desprende de los primeros artículos reglamentarios de la norma, que está preparando ese cuerpo supremo de leales al régimen, esa suerte de soviet que prepara las exequias del último pilar que le queda a la democracia boliviana.

Las palabras de Racicot son usadas por el régimen en un anuncio propagandístico, aunque han quedado totalmente desfasadas pues ya nada tienen que ver con las recientes novedades. El Gobierno ha puesto en funcionamiento el “Comité Nacional contra el Racismo”, cuya primera actividad será la elaboración de un ranking que dirá quiénes son los más racistas del país. Esta entidad cumplirá las mismas funciones de las “policías religiosas” que actúan en Afganistán, Irán, en Yemen o Arabia Saudita  y que andan por las calles buscando mujeres infieles para apedrearlas. Ojalá que no lleguemos a esos extremos en Bolivia, pese  a que el linchamiento político será inevitable.

No es extraño que organismos internacionales actúen de esa manera. En Uganda y en otros lugares,  la ONU reaccionó cuando la sangre había inundado los ríos. Pasará mucho tiempo tal vez, hasta que se den cuenta  que Bolivia va camino a ser otro Afganistán, una nación que se regirá por las mismas normas que han hecho famosos a los talibanes. Tuvieron que pasar décadas para los vean de esa manera.

Pasará mucho tiempo hasta que se den cuenta que Bolivia será otro Afganistán, una nación regida por las normas que hicieron famosos a los talibanes.

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Bajo el Penoco, El Día: El mar por un minero

En teoría, Evo Morales salió ganando la guerrita que se armó entre Chile y Bolivia por la “custodia” del minero Carlos Mamani, quien teóricamente también, retornará a su tierra natal y se instalará en Cochabamba para trabajar en YPFB, tal como se lo prometió el jefazo. De cualquier forma, el Presidente ya se dio el gusto de mostrarse con Mamani, almorzando en el Palacio de Gobierno y paseando de aquí para allá con el obrero recientemente rescatado de una mina del desierto Atacama. Antes de la llegada de Mamani, de pronto comenzaron a aflorar temas como el Silala y la salida al Pacífico. Sorpresivamente volvió la amistad con Perú y desde Lima aparecieron las tradicionales lisonjas y los respaldos “incondicionales” a la demanda marítima boliviana. En Chile no son tontos y sabe cómo juega Bolivia. Sabe que los presidentes bolivianos suelen ser muy caprichosos. Recuerdan especialmente a uno que se encariñó tanto con un caballo que accedió a cambiarlo por territorio. Ceder un minero para Chile es poca cosa en comparación con lo que ganan, teniendo calmadito al caprichoso de turno.

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Los Tiempos: LA COCA EN LA AGENDA PRESIDENCIAL

El discurso presidencial dejó la impresión de que es el aspecto más externo del problema, el relacionado con las apariencias, el que más le preocupa

Gran parte de la atención del Gobierno Nacional, y del presidente Morales en particular -lo que es toda una excepción pues no es habitual que él personalmente se ocupe de los asuntos cotidianos de la gestión gubernamental-, ha estado concentrada durante los últimos días en problemas relacionados con la hoja de coca, su transformación en cocaína y las múltiples derivaciones económicas, políticas y sociales que trae consigo esa cadena productiva, la más dinámica de nuestro país.

Las razones que justifican tanta atención son muchas, pero hay una que, según se desprende de las explicaciones del primer mandatario, es desde su punto de vista la principal. Es el daño que sufre su propia imagen y la de su Gobierno debido a la directa relación entre la principal fuente de su sustento político, como son los productores de coca de Chapare, con las actividades ligadas con el narcotráfico. Esa relación, según Morales, "está desprestigiando el proceso (de cambio) y al Presidente y (posibilitando) que los gringos justifiquen (su arremetida contra el Gobierno)".

Tiene razón el primer mandatario al preocuparse por ese asunto pues son muchos los países y Gobiernos -y no sólo el del "imperio"- que dan crecientes muestras de impaciencia por la poca efectividad con la que el Gobierno boliviano afronta la lucha contra el narcotráfico. Es bien sabido, por ejemplo, que el tema ocupa un lugar destacado en los debates preelectorales en Brasil, país al que se destina un gran porcentaje de la cocaína producida en nuestro territorio.

Pero hay también otros motivos que el presidente Morales tendría que esgrimir y no lo hizo, por lo menos no con suficiente claridad. Es el caso, por ejemplo, de los daños que las actividades relacionadas con las drogas ocasionan en las personas, las familias y las principales instituciones de la sociedad, o el desastre ambiental que está ocasionando la expansión de plantaciones de coca en la amazonía boliviana envenenando ríos, destruyendo bosques, arrasando vastas reservas ecológicas, como el Parque Isiboro Sécure, por ejemplo.

Así, el discurso presidencial dejó la impresión de que es el aspecto más externo del problema, el relacionado con las apariencias y no con los aspectos esenciales del asunto, el que más le preocupa, impresión reforzada por la severidad con la que criticó el hecho de que los cocaleros asistieran a la reunión sindical haciendo ostentación de automóviles de lujo. "Ni siquiera las reuniones de gabinete son con tantos carros. Parece más que una reunión de gabinete, aunque algunos creo que son chutos (ilegales).

¡Cuidado! Legalicen sus carros…", les dijo.

Y mientras todo eso ocurría en el trópico cochabambino, cuya producción de coca está destinada casi íntegramente al mercado ilegal, en la zona de los Yungas paceños -cuya coca abastece al mercado legal desde tiempos precoloniales- los productores mantenían su estado de apronte, listos para impedir que sea a su costa, a costa de sus cultivos, que el Gobierno dé al mundo una muestra de su "firme decisión" de combatir al narcotráfico, lo que confirma que estamos ante un tema de múltiples facetas.

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El Deber: Que la llama no se apague

La prensa independiente de Bolivia acaba de librar una de sus más históricas batallas, tal vez de toda su vida y con seguridad, de sus últimos tiempos, contra dos cuestionados artículos de la Ley contra el Racismo y la Discriminación con  que el Gobierno, de torpe manera, ciego y sordo a toda invocación y protesta, ha vuelto a polarizar al país. Nunca antes, desde la recuperación de la democracia hace 28 años y de la que siempre se erigió en formidable puntal, la buena prensa nacional, férreamente unida en torno a una misma, legítima y noble causa, había alcanzado tanto protagonismo al salir resuelta y decididamente por los fueros de la libertad de expresión gravemente amenazada y al canalizar, además, la inquietud ciudadana que también percibió claramente los riesgos de su derecho constitucional a expresarse sin mordaza de ningún tipo.

Durante dos semanas ininterrumpidas, un puñado de hombres y mujeres de la comunicación llevaron adelante una huelga de hambre contra los mencionados artículos, 16 y 23, que desvirtúan por completo la esencia y el noble propósito de una ley a la que no podía oponerse ningún boliviano con dos dedos de frente y dotado de un mínimo de sensibilidad social.

El pedido de la Santa Iglesia Católica, en sintonía con la demanda de los comunicadores, hizo que la medida de protesta que se llevaba a cabo en el mismísimo corazón de la ciudad fuese levantada el último fin de semana. El corolario de la histórica protesta que el ensoberbecido régimen masista se empeñó –pese al contundente resultado adverso- en minimizar y descalificar, fue la presentación por los huelguistas de los libros notariados con el registro de más de 130 mil firmas que, de manera voluntaria y espontánea, estamparon ciudadanos de toda condición social en el único punto establecido en la plaza 24 de Septiembre de la capital cruceña.

También fueron ciudadanos únicamente comprometidos con los principios de la democracia y celosos de su derecho a expresarse sin mordaza alguna, los que acudieron por miles a marchas, vigilias y concentraciones en las que con su espontánea presencia y de viva voz elevaron su vehemente protesta que flota aún en las vigorosas alas de los cuatro vientos.

La ya histórica movilización de la prensa independiente ha reavivado la llama de las rebeldías ciudadanas y desde estas ardientes llanuras se ha propagado a lo largo y ancho del país con la libertad de expresión como única bandera de lucha.

Que esa llama nunca se apague y que, por el contrario, se mantenga siempre encendida aún en los pliegues de la insensibilidad que hace presa del espíritu resentido de los que se suponen a sí mismos, todopoderosos.

Porque el movimiento de la prensa no se contaminó de politiquería ni de otros dudosos intereses políticos o sociales, los detractores de oficio se vieron con las voces embargadas. A blasfemia hubiese sonado con estruendo cualquier alusión a un presunto trasfondo turbio en el ayuno sustentado sin  dobleces ni flaquezas por el periodismo en acción. Todo fue claro y radiante como la luz del sol y allí están, sus protagonistas, intactas fuerza y razón, para volver a trincheras tan pronto como lo exijan las circunstancias.

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Cambio: Antirracismo, drama y comedia

Un judío sobreviviente del holocausto nazi manifestó en uno de sus escritos que "reírse de algo que debe tomarse en serio es la mejor manera de justificarlo". Y hay que tener en cuenta que el pueblo judío es uno de los que más chistes recibe, es más, los mejores chistes de judíos los cuentan ellos mismos.

En nuestra sociedad racista, hecha la que no lo es, es común que se construyan estereotipos de diferentes identidades regionales, los tarijeños como lerdos, los cochabambinos como egoístas, los paceños como soberbios, los benianos como rurales y así cada uno tiene un punto para ser abordado desde la broma.

Ésta es una actitud humana, digamos que normal, pero una cosa es la broma y otra el insulto.

Regresando a lo dicho por el intelectual judío del principio, si algo dolió a la sociedad oligarca y centralista de otrora fue que un considerado inferior llegara a la Presidencia, entonces, ese grupo lastimado ante la confrontación de la realidad lo primero que hizo fue sacar mediante la burla su racismo lastimado por la derrota infligida por los derechos humanos.

Así, en la gran fiesta de Baco sacaron carros alegóricos en los que su ser dolido trataba de mostrarse aún de pie humillando a un indígena colla; en otro mostraba a los dignatarios de estado de Venezuela y Bolivia como simios. Sin duda, alegorías tan grotescas como su pensamiento colonial.

Algunos medios de comunicación alborozados hacían coro mostrando el absurdo en sus primeras planas, uniéndose al concierto del drama de la irremediable derrota.

De aquellas primeras manifestaciones de dolor contenido ante el inminente protagonismo de los oprimidos ha pasado mucho tiempo y mucha sangre que desembocó en una impostergable ley que permita construir una patria para todos, y mostrar al mundo que somos un país digno y con futuro.

La Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación desató un nuevo drama de dolor ante la imposibilidad de insultar, denigrar, maltratar; y los propietarios de medios contrarios tratando de construir una falsa trinchera de lucha contra las políticas de respeto, deciden, junto con algunos de sus empleados, gritar a los cuatro vientos que la libertad de expresión ha terminado, algunos incluso hablan el fin de la democracia, falaz idea manipuladora.

Mientras los propietarios de algunos medios arman el falso drama, incluyendo desmayos en plaza pública e intentos histriónicos de suicidio, ¿qué dicen los comediantes?, ¿los dueños de la alegría y la sonrisa que nos hace humanos?, ¿los que explotan las características regionales para sacarle la chispa de lo jocoso? 

Serios, muy serios, porque la comedia es cosa seria, anuncian que no le tienen miedo a la ley, que no se sienten afectados. Qué diferencia con el drama de los propietarios de algunos medios, cada día menos serios, porque manipular no es de personas juiciosas.

Esto debe tener su origen en el hecho de que la comedia saca la broma, pero nunca el insulto, saca el filo risible de las identidades, nunca el ataque artero al diferente, toma a la persona como sujeto de simpatía, nunca el lado del dolor.

Qué paradójica la situación, la comedia toma en serio la ley antirracismo, y el drama monta una comedia de proporciones para mantener la trinchera del ataque y el insulto. Mientras la comedia seguirá adelante con la risa humana, el drama seguirá sacando la risotada lograda por lo grotesco del desprecio.

Mientras la comedia anuncia con seriedad que ante la ley tendrá que buscar nuevas creatividades y equilibrios para no ridiculizar, el drama se rasga las vestiduras —signo de luto del pueblo judío— y no ve otra salida para expresar su frustración ante el espacio de poder perdido frente a la realidad del país diverso.

Mientras la comedia habla de plantearse un nuevo humor, renovado y de seguro mucho más refinado y actualizado; el drama no encuentra salida para su bullente rabia contenida.

Es notorio cómo esta ley contra el racismo ha sacado a la luz lo mejor y lo peor de las diversidades que habitan nuestro país.

Entre lo mejor está la posibilidad de mejorar, de avanzar en calidad desde los medios y los escenarios, el incentivo a nuevas creatividades que nos muestren como un país digno y culto: la comedia. Entre lo peor está el rechazo a la pérdida de expresar las tristezas emocionales en forma de ataques públicos a quienes se desprecia: el drama.

"Ya no se podrá comprar sándwich de chola", dice el chiste de algo que debe tomarse serio. El término chola no es insulto racista, a no ser que tenga esa intención. Lo que trata de hacer este triste chiste es justificar algo que debe tomarse en serio, como anuncia nuestro intelectual judío sobreviviente del holocausto.

La comedia goza de la libertad que le da la sana risa de su público. El drama ya no podrá solaparse detrás de la dolida risotada del racismo escarnecido. Hoy la comedia ha dado una lección de seriedad al drama, ha demostrado que el desmayo en plaza pública después de unas horas de fallida huelga no tiene parangón de mesura frente a la comedia.

Larga vida a la comedia, la capaz de ubicarse en la realidad de una sociedad que requiere regulaciones por su falta de capacidad de ubicación.

Pronta recuperación cultural al verdadero drama, entre ellos el de los indígenas semiesclavos que algunos no quieren ver.

Esto debe tener su origen en el hecho de que la comedia saca la broma, pero nunca el insulto, saca el filo risible de las identidades, nunca el ataque artero al diferente, toma a la persona como sujeto de simpatía, nunca el lado del dolor.

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La Prensa: Que la llama no se apague

El corolario de la protesta fue la presentación por los huelguistas de los libros notariados con el registro de miles de firmas de ciudadanos?

La prensa independiente de Bolivia acaba de librar una de sus más históricas batallas, tal vez de toda su vida y, con seguridad, de sus últimos tiempos, hoy contra dos cuestionados artículos de la Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación con que el Gobierno, de torpe manera, ciego y sordo a toda invocación y protesta, ha vuelto a polarizar al país. Nunca antes, desde la recuperación de la Democracia hace 28 años y de la que siempre se erigió en formidable puntal, la buena prensa nacional, férreamente unida en torno a una misma, legítima y noble causa, había alcanzado tanto protagonismo al salir resuelta y decididamente por los fueros de la libertad de expresión gravemente amenazada y al canalizar, además, la inquietud ciudadana que también percibió claramente los riesgos de su derecho constitucional a expresarse sin mordaza de ningún tipo.

Durante dos semanas ininterrumpidas, un grupo de comunicadores llevaron adelante una serie de protestas, incluida una huelga de hambre contra los mencionados artículos, 16 y 23, que desvirtúan por completo la esencia y el noble propósito de una ley a la que no podía oponerse ningún boliviano con dos dedos de frente y dotado de un mínimo de sensibilidad social.

El pedido de la Iglesia Católica, en sintonía con la demanda de los comunicadores, hizo que la medida de protesta que se llevaba a cabo en pleno corazón de la ciudad fuese levantada el fin de semana reciente. El corolario de la histórica protesta que el ensoberbecido régimen masista se empeñó ?pese al resultado adverso? en minimizar y descalificar fue la presentación por los huelguistas de los libros notariados con el registro de miles de firmas que, de manera voluntaria y espontánea, estamparon cientos de miles de ciudadanos de toda condición social en todo el territorio del país.

También fueron ciudadanos únicamente comprometidos con los principios de la democracia y celosos de su derecho a expresarse sin mordaza alguna, los que acudieron por miles a marchas, vigilias y concentraciones en las que con su espontánea presencia y de viva voz elevaron su vehemente protesta que flota aún en las vigorosas alas de los cuatro vientos.

La ya histórica movilización de la prensa independiente ha reavivado aquella vocación por la que el pueblo boliviano ha sabido enfrentar a los más sanguinarios déspotas, vocación que se ha propagado a lo largo y ancho del país con la libertad de expresión como única bandera de lucha.

Que esa llama nunca se apague y que, por el contrario, se mantenga siempre encendida aun en los pliegues de la insensibilidad que hace presa del espíritu resentido de los que se suponen a sí mismos todopoderosos.

Porque aquella demanda que impulsó al movimiento de la prensa no se contaminó de politiquería ni de otros dudosos intereses políticos o sociales, los detractores de oficio se vieron con las voces embargadas. A blasfemia habría sonado con estruendo cualquier alusión a un presunto trasfondo turbio en el ayuno sustentado sin dobleces ni flaquezas por el periodismo en acción. Todo fue claro y radiante como la luz del sol y allí están los protagonistas de esta movilización, intactas su fuerza y razón en defensa de la libertad de expresión, para volver a las trincheras tan pronto como lo exijan las circunstancias.

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El Diario: Periodismo de duelo

Así: periodismo de duelo, rezan carteles en los medios de comunicación social y en sitios determinados de ciudades, pueblos, villorrios del país. Un periodismo que ha visto conculcados todos sus derechos con la “ley antirracismo” que, en sus Arts. 16 y 23 establece que el pensamiento puede ser controlado, manipulado, regulado. Periodismo en duelo implica que el país tiende a estar en tinieblas y, en lo inmediato, vive la angustia de que en cualquier momento caigan sanciones porque se pensó o se dijo tal o cual adjetivo, frase o término que no guste a quienes, lamentablemente, han hecho del racismo su forma de vida tan sólo pregonando “todo lo malo que se hizo a nuestros ancestros desde los tiempos del coloniaje”.

Tinieblas en el periodismo es dolor y angustia no sólo porque se cercena el derecho a informar, analizar, criticar, aplaudir, lo que ocurra en el país; un periodismo dedicado siempre a las posiciones más constructivas y colocado en la posición de crítico consejero de quienes poseen poder político, social o económico, de quienes rigen la cultura y el deporte; de los que tienen que ver con el turismo y las múltiples posibilidades del país. Un periodismo constructivo, pero crítico sin sensacionalismos ni poses demagógicas; un periodismo al servicio de la comunidad nacional que hoy está en una especie de “cuerda floja” o con una “espada de Damocles” sobre la cabeza, que debe caer en cuanto se diga algo que contradiga las perfecciones de quienes gobiernan y pretenden imponer una ley “antirracista”.

En duelo, sin poder inquirir a nadie sobre lo que sería un reglamento para el pensamiento, reglamentos para recoger información, procesarla, publicarla y, luego, analizarla y, con base en ello, sugerir lo mejor que corresponda a todo lo visto en el análisis. En duelo porque no es posible existir sin libertad y, para el periodismo, la libertad es la esencia, la razón de su razón de ser porque no puede haber democracia, ni justicia ni equidad ni ecuanimidad ni valores de ninguna clase si no hay libre pensamiento y libre expresión que se patentiza en radios, televisión, prensa, medios alternativos y, sobre todo, en el derecho de todos, sin distinción alguna.

El poder político, siempre creído de que puede disponer a su arbitrio de la Constitución y las leyes, atenido a la vida democrática que impera en el país, busca que ella, la democracia, no sea tal o esté supeditada, sujeta a lo que diga el poder omnímodo; el poder que no se da límites porque no reconoce lo que señalan la Constitución, las leyes y la propia moral; un poder que, para ejercerlo plena y absolutamente, busca limpiar de “estorbos” todo lo que pretende conseguir.

Para las instituciones periodísticas y los periodistas, el duelo del periodismo implica certero golpe a la vocación por el bien común, por la conciencia de país y por las libertades que le son inalienables. Vivir en tinieblas donde falta la libertad que implica violar los derechos humanos, es existir a ciegas con las manos extendidas sin saber qué hacer, qué tocar y palpar, sin tener conocimiento de lo que ocurre en el entorno; cada quien, en esta situación, tendría que renunciar a su circunstancia que es vivir plenamente con todos y para todos, entenderlos y sentirlos como parte de los dones que Dios y la naturaleza creada por Él nos proporcione.

Regular el pensamiento y, con él, las libertades y la más esencial, la de libre expresión es como poner frenos o bridas al aire que respiramos; envenenar el agua que bebemos; agigantar las llamas del fuego que beneficia y contribuye a mejorar la vida; provocar a la tierra para que se desencadenen todos los fenómenos que impliquen destrucción. El pensamiento, pues, abarca todo y, por ello, preservarlo y librarlo de todo atentado es deber no sólo de quienes nos debemos al periodismo y la comunicación sino de todo ser pensante y presente en la vida nacional.

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El Mundo: Inexplicable

Las autoridades de gobierno se han estado esmerando, en los últimos días, en justificar las razones por las cuales la Ley Contra la Discriminación y el Racismo tiene en su contenido la mención de los periodistas y los medios de comunicación, como si se tratara de los únicos seres que discriminan en Bolivia, recogiendo las versiones de los verdaderos discriminadores.

Las explicaciones caen por su propio peso, porque deben ser muy pocas las personas en nuestro país que pecan discriminando a las personas, con intención de herir; por el contrario, en muchos casos se menciona el lugar de origen o el color de las personas para hacer una gesto de confianza que lo que busca es acercarse para estrechar una relación.

En un comentario anterior, en este mismo espacio, habíamos hecho notar que el problema, más que económico o político, tiene sus raíces en la educación, ya que el hecho de que las personas no tengan la formación necesaria, hace que subestimen a sus competidores, tanto a los que están por encima, porque tratan de imponer su autoridad; como por los que están debajo y tratan de encontrar defectos en las personas que están en un nivel superior, por haberse preparado mejor aunque su origen sea de otro grupo social.

El acierto de nuestro comentario se ve hoy justificado por la necesidad de incorporar en el currículo de la escuela una formación antirracista y creemos que ello debería darse con mayor énfasis en las escuelas normales, que forman a los profesores y que tiene posibilidades de transmitir a los alumnos las mejores formas de convivir, sin necesidad de discriminar a los demás.

En otra nota, nos referíamos a las manera en que se ha ido eliminado la discriminación, en especial a partir de la post Guerra del Chaco y de la Revolución Nacional y como ha sido exacerbado en los últimos años, de una forma negativa en vez de pensar en profundizar los grandes avances que se había logrado al respecto.

No está de más recordar tiempos en los cuales los vehículos de servicio público tenían sectores de primera y de segunda clase y que más que por razones económicas, se lo hacía por discriminar a las personas ya que no era difícil escuchar a alguien que decía, “éste debería estar en segunda clase” del tren, del tranvía o de la góndola.

Dentro de los proyectos actuales, se ha mencionado con énfasis dos textos que hasta hoy son parte de la formación de los estudiantes, uno de ellos Raza de Bronce, de Alcides Arguedas, un escritor que se caracterizó por sus posiciones racistas y que dio lugar inclusive a que el presidente Busch hubiera tratado de ponerlo en su lugar con una bofetada, aunque luego se arrepintió.

Otro texto observado es la Niña de sus Ojos, de Antonio Díaz Villamil por reproducir una situación en la que una joven que gracias a la preocupación de sus padres, en especial de la madre que consiguieron con mucho sacrifico involucrarla dentro de una sociedad considerada de élite, pero que después, cuando volvió al seno de la familia la desconoció.

Quien leyó con cuidado la trama de esa novela y vio el contenido social de la situación, con seguridad terminó censurando el comportamiento de la niña por no haber reconocido el sacrificio de los padres, en conclusiones, es una novela en contra de la discriminación y lejos de censurarse debería ser mantenida para sensibilizar a las personas.

Con una ley no se va a poder cambiar el color de la piel, ni la forma de pensar de la gente, pero se puede mejorar la educación. Eso es precisamente lo que busca el movimiento de los comunicadores que el gobierno trata de ignorar. Creemos que ninguna persona que ha estudiado y piensa, es capaz de discriminar, ignorando la capacidad de sus semejantes.

Es muy posible que la posición del Gobierno no cambie, ni con el millón de firmas que ser intenta conseguir, ni metiendo periodistas a la cárcel como lo han ofrecido, eso sólo demostrará que la gente tiene razón aunque después venga la aplanadora que sin embargo, podría debilitarse.

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Opinión: El clientelismo en la administración pública

Uno de los grandes males en la administración pública está relacionado con lo que se ha denominado el clientelismo en los cargos de gobierno, es decir, el acomodar a militantes y partidarios políticos en cargos públicos, aunque no tengan los méritos suficientes ni los conocimientos requeridos.

Esta situación ha sido una constante en anteriores gobiernos, que además, se parcelaban los cargos en la administración atendiendo en muchos casos los pactos y acuerdos políticos entre los partidos políticos que formaban determinadas coaliciones con el justificativo de la gobernabilidad.

El presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, ha hecho referencia a este problema pidiendo a los militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) desechar las prácticas relacionadas con el ?peguismo? porque advirtió que podrían deteriorar el denominado proceso de cambio. El Presidente ha sido claro al sostener que no es ?posible que ese peguismo destroce el proceso; este proceso no es del partido, ni siquiera es de Evo Morales?. Hizo hincapié en indicar que no hay un rival, con proyecto, con un programa, con principios o liderazgos, ?no es posible que el peguismo destroce el proceso?.

El Presidente tiene toda la razón en hacer esta advertencia porque casi ningún régimen de gobierno y ni siquiera los que emprenden procesos revolucionarios, están libres de esta especie de mal endémico de la política nacional, que se traduce en los grupos políticos de militantes de los partidos en el gobierno, que unas veces presionan para ocupar cargos en la administración gubernamental y otras expresan mediante conductas muestras de descontento cuando no logran estos objetivos.

El presidente Morales recordó que una práctica común antes, era esa conducta de los partidos y de los militantes que pensaban en que cuando un gobierno salía y entraba otro, el turno les había llegado para beneficiarse del Estado.

No cabe duda que la preocupación del Mandatario es correcta porque el clientelismo político siendo una especie de costumbre enraizada en la política y la administración pública se reproduce con todas las consecuencias que se han visto en el pasado, como ser la corrupción, la falta de continuidad de políticas públicas y de gestión, además de esa enorme laxitud que origina pesada burocracia, que va en desmedro del servicio público eficiente que merece la gente y de la realización de los grandes objetivos nacionales en beneficio del país.

Es significativo también lo que ha expresado el Presidente anunciando que está estudiando como descolonizar esta práctica, para acabar con la corrupción y hacer que el funcionario público sea electo o designado. En muchos países se han adoptado una serie de medidas para evitar que los grupos partidarios y políticos ejerciten presiones desmedidas y que logren sus objetivos poniendo en riesgo planes y programas de gobierno. Uno de los recursos más inmediatos es formalizar la carrera pública, establecer condiciones adecuadas para que los funcionarios que tienen experiencia y conocimientos probados no estén expuestos a los vaivenes de las presiones partidarias, y desde luego, las convocatorias para determinados cargos medios y altos al cumplimiento de méritos, conocimientos técnicos y profesionales.

Las reflexiones del presidente Evo Morales son importantes porque tienen que ver con lo que se denomina gestión en la administración pública, y desde luego, con la marcha del proceso político y social que lidera con el MAS y los movimientos sociales.

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Clarín, Argentina: Horas perdidas en las aulas públicas

Los efectos del declive de la escuela pública se advierten en aspectos tan diversos como el deterioro edilicio, las carencias de equipamiento, la desjerarquización de los docentes, el crecimiento de la conflictividad -fenómeno que ya no se limita a los paros e incluye las tomas estudiantiles- y la notablemente elevada cantidad de horas libres.

Este último rasgo, en apariencia de menor relevancia, pone en evidencia que aun en el caso de cumplimiento del mínimo legal de 180 días de clases se encubriría que un promedio de 90 horas de clases no fueron dictadas por horas libres. Esas horas equivalen a 18 días de clases y es la cantidad media de horas libres que se registran por año y por curso en las escuelas secundarias bonaerenses, según un relevamiento sindical.

Este problema afecta la continuidad del aprendizaje y ha tenido como respuesta institucional el Programa Horas Libres en la provincia de Buenos Aires, por el cual se busca ?reconvertir? el tiempo sin clases, apelando a actividades alternativas como la proyección de películas con debate posterior. Este sustituto muestra una actitud resignada ante el problema, como si no pudieran arbitrarse las medidas administrativas requeridas para que se planifique la sustitución de docentes con licencias breves o la adopción de recaudos para eventuales faltas.

No debe perderse de vista, a fin de adoptar soluciones adecuadas, que la crisis de las condiciones en las que se desarrolla la educación pública afecta a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, aumenta la desigualdad educativa y genera una creciente exclusión social.

La pérdida de horas de clase en la escuela pública, junto con otras deficiencias, perjudica el proceso educativo y afecta a los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

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