“Bonos de lealtad”, a la carta

No hay cosa más esquiva que la lealtad comprada con prebendas.

Luís García Meza, actualmente purgando sus delitos en Chonchocoro, no era tan tonto como se cree y como tampoco puede calificárselo inteligente convengamos que era muy astuto, que es considerada una categoría especial matizada por lo general con la falta de escrúpulos. Sucede que García Meza sabía que no hay militar que pueda resistir un “cañonazo” de unos cuantos miles de dólares. Es así que distribuía profusamente “bonos de lealtad” a sus más allegados no vaya a ser que alguno quisiera prescindir de él aunque al final sabemos que el asunto no le funcionó. Es que no hay cosa más esquiva que la lealtad comprada con dinero.

imageCon la diferencia de matices, Evo Morales está manejando los mismos criterios. Pretende ganar lealtades otorgando prebendas. Eso es lo que ocurre con el caso de los oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía que se jubilan con el 100 por ciento de sus salarios, así no hayan cumplido con todos los aportes de ley. Esta situación es discriminatoria por cuanto hay otros sectores tan importantes como el magisterio, los trabajadores en salud, fabriles y otros gremios que no gozan de este privilegio.



Otra forma de prebenda es prorrogar en el mando a los generales de las FFAA o de la Policía que se proclaman socialistas, antiimperialistas y anticapitalistas mientras que los oficiales, que solo tienen para mostrar su profesionalismo, no tienen posibilidad alguna de acceder a los puestos de mando.

Durante las dictaduras, las Fuerzas Armadas fueron utilizadas de forma grotesca y los mandones de turno siempre alegaban un “mandato institucional” o afirmaban que “recogían el sentimiento popular”. En una ocasión hasta se le quiso dar a la institución castrense una función “tutelar” como si los bolivianos fueran menores de edad inconscientes o retrasados mentales.

Las cosas no han cambiado mucho y el discurso puede nutrirse de la terminología indígeno-socialista o fascistoide pero la esencia sigue siendo la misma. La manipulación política de las Fuerzas Armadas no solo continúa sino que se ha acrecentado en el gobierno de Evo Morales con la complicidad de algunos generales que se arriman al poder para encaramarse en puestos a los que difícilmente llegarían por sus méritos profesionales.

No les interesa encontrar a Marcelo

imageProtesta de activistas de derechos humanos el 17 de julio de 2010 en puertas del Estado Mayor de las FFAA.

El actual gobierno no ha hecho nada-o hizo mucho menos que los anteriores- para encontrar los restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Lo dicen los familiares del líder socialista asesinado en el prolegómeno del golpe garciamezista y seguramente tienen poderosas razones para hacer tamaña afirmación. Lo que ocurre es que al gobierno del MAS solo le interesan algunas personalidades en la medida que pueden brindarle un rédito político.

Su iconografía es muy escasa y por eso debe “prestarse” algunas figuras que puedan darle legitimidad histórica. El propio Tupac Katari y Bartolina Sisa son incluidos de forma muy artificial dentro de una concepción que cada vez es menos “evista” y cada vez más “garcíalinerista”. De la misma forma reivindican a un Che Guevara o un Luís Espinal, un cura que para horror del vicepresidente Alvaro García, si hacía política, de frente y sin tapujos.

Dentro de esa artificialidad, el gobierno pretende erigirse en una especie de heredero de Marcelo Quiroga y si bien puede resaltar sus virtudes llegando a denominar una supuesta “ley anticorrupción” con su nombre, la admiración jamás llegará al punto de empeñarse en serio en encontrar sus restos porque eso significaría tocar ciertos puntos sensibles en las Fuerzas Armadas que hoy son la “niña mimada” del presidente Morales.