Esta terca economía

Dante Pino Archondo

pino Esta terca economía no entiende la normativa. Bueno si decimos que la economía positiva se define como las cosas son y la normativa como debían ser, quiere decir que las cosas como son, deberían aceptar a las cosas como deben ser. Pero la realidad nos muestra otra cara.

La escasez no es sino el resultado de la mayor demanda sobre la oferta y esto se produce porque la demanda crece debido a un mayor flujo de ingresos o porque la oferta se redujo debido a costos de producción más altos. Los ciclos conocidos como la sequía o inundaciones producen perdidas que la producción no puede superarlas sino tiene un apoyo financiero sostenido y si sumamos a esto las amenazas contra la propiedad, es seguro que la oferta se reducirá.



Mientras la producción nacional ha dejado de crecer la demanda viene recibiendo flujos de ingreso provenientes de narcotráfico y de la apreciación de la moneda que incentivan el consumo presionando sobre los precios.

En Bolivia tenemos un desfase entre la oferta y la demanda. Esto no se soluciona con policías ni con decretos, ni mucho menos gastando divisas en importaciones de aquello que de hecho producimos y debemos seguir haciéndolo

Se trata de ver las cosas como son y de dejar de querer que sean como deseamos. El gobierno se empeña en aplicar normativas a hechos con los cuales no puede lidiar. Los precios buscan mercados y eso es lo que ocurre ahora. La producción actual incluso menor a la que debía ser, busca su mercado y el azúcar, el aceite, la soya, las papa, las verduras y la carne y el gas licuado, se van allá donde los precios proporcionan mayores beneficios.

Lo que estamos viviendo ahora es el resultado de las malas decisiones que hace cuatro años se tomaron por el proceso de cambio y no por el neoliberalismo. Se dejaron pasar momentos en los cuales el cuidado con la producción era asegurar que esta garantizara el consumo. Pero prefirieron lo político y se amenazó con expropiaciones, pues bien, tienen lo que buscaron.

El mercado ha sido puesto a un lado y en su lugar se quiere colocar al Estado, pero al final del día, no saben cómo hacerlo. Y nos quedamos sin mercado y sin Estado. Es lo que comienza a entender el pueblo alteño pidiendo a gritos que el gobierno atienda el mercado y la respuesta de este es que quiere más Estado.

Si los que gobiernan creen que desde sus despachos pueden decidir con la voluntad de su firma en disposiciones normativas, pasando por encima de la realidad, lo único que hacen es sentirse poderosos, mientras el pueblo pierde.