Ahora vienen por los niños

Pioneros5-1024x684 Tarde o temprano, los gobiernos de tendencia totalitaria -sin importar su filiación de izquierda o derecha- buscan consolidar el monopolio estatal de la educación como vía para adoctrinar ideológicamente a las generaciones emergentes. Así sucedió en la Unión Soviética, donde los niños fueron encuadrados políticamente en la organización del Komsomol, en la Italia fascista con los balillas, en la Alemania nazi con la Hitlerjugend y en la Cuba castrista con los pioneros. Ahora es el régimen evista el que intenta repetir uno de los aspectos más graves de estos sistemas, mediante la Ley “Avelino Siñani” que define a la nueva educación a impulsar como “revolucionaria, descolonizadora, comunitaria y antiimperialista”. Según esta norma la educación será “única”, lo que parece borrar cualquier posibilidad de libertad de cátedra en los niveles superiores de la enseñanza, poniendo además signos de interrogación sobre los contenidos que serán impartidos en la asignatura de religión en los colegios. El anteproyecto de ley nació en el 2006, en el “Soviet pedagógico” instalado en Sucre por el ex ministro de educación Félix Patzi, y desde entonces sólo ha tenido una socialización parcializada entre organizaciones afines al gobierno. En cambio, no ha sido consensuada con la educación privada ni con las principales asociaciones de padres de familia. Entre las principales dudas que arroja el texto propuesto por el Ejecutivo están la designación de los profesores de los colegios de convenio por los directores distritales, la injerencia directa que tendrán los “movimientos sociales” en la educación y el monopolio estatal de la formación docente. Es probable que los nuevos “pioneros” bolivianos (que de seguro tendrán como modelo obligatorio a seguir a un mitificado Juancito Pinto) sustituyan el pañuelo rojo atado al cuello de la versión cubana por uno con los colores de la whipala. ¿Les enseñarán también a jurar con el puño izquierdo en alto?

El boomerang de Wikileaks

Al principio todo fue euforia, ya que las revelaciones de Wikileaks parecían poner en aprietos al “imperio”. Chávez aplaudía las filtraciones de “Wiki Candanga” (aludiendo a su propia cuenta en Twitter), mientras el vicecanciller ecuatoriano le ofrecía asilo a Julian Assange y los voceros del gobierno boliviano saltaban a la palestra a gritar: “Te lo dije, los gringos nos espiaban”. Sin embargo, poco después de avalar con estos gestos la credibilidad de las filtraciones, sucedió que varios cables descubiertos por Wikileaks daban cuenta de informaciones bastante incómodas para los integrantes del bloque del ALBA. Desde el acceso directo de los espías cubanos al despacho de Hugo Chávez hasta el tumor cerca de la nariz de Evo Morales, pasando por el conocimiento que Brasil tenía de la presencia de las FARC en Venezuela y los tratos de Estados Unidos con el gobierno de los Kirchner para tratar de atemperar el radicalismo del régimen boliviano. Así que tuvieron que poner el freno de mano, pasando de los aplausos a la distancia y la descalificación. Rafael Correa debió explicar que nunca existió la invitación formal para la radicatoria de Assange en Ecuador, mientras que uno de los socios moderados del bloque, el ex tupamaro José Mujica, se sumó a la comedia minimizando las filtraciones como “un chusmerío” (chismes). Se les movió el tapete con los ALBAleaks…

El segundo gran error del MAS

A esta altura del partido, queda claro que con su ataque a la Iglesia Católica el MAS cometió su segundo gran error estratégico desde que accedió al gobierno. El primero fue sin duda el hacer campaña por el NO a la autonomía, posición que luego fue rectificada en el plano discursivo aunque no en la práctica. Ahora, la campaña antirreligiosa del Ejecutivo le ocasionó serios daños de imagen, al punto que el mismo Benedicto XVI alzó su voz contra el atropello. Con premura tuvieron que desautorizar al viceministro que preparó un anteproyecto de ley de cultos que incluía el impuesto al diezmo, no fuera cosa que también los evangélicos se sumaran a las voces de protesta. Ante la fragilidad y desorientación opositora, el MAS se ha convertido en su propio enemigo.



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