Cinco maneras de comprar la felicidad

euros_small El dicho popular que dice que el dinero no compra la felicidad pero ayuda a conseguirla ahora tiene base científica. Investigadores de la prestigiosa universidad estadounidense de Princeton acaban de descubrir que un sueldo de 75.000 dólares —unos 57.000 euros— es más que suficiente para lograr una vida plena. Ni un euro más ni uno menos. Salarios por encima de esa cantidad no aportan mayor satisfacción y por debajo son insuficientes para lograr la dicha.

Pero no malgaste su dinero en mansiones, coches de lujo, joyas o inmensas televisiones, lo que de verdad da la felicidad son las experiencias. Al menos así lo afirman los expertos como Jim Harter, jefe científico de la multinacional de investigación de mercados Gallup. Comprar el último gadget salido al mercado o unos zapatos nuevos tras un mal día en el trabajo puede proporcionar satisfacción, pero esa sensación apenas dura unos minutos. De hecho, el 66% de las personas que compra compulsivamente acaba arrepintiéndose es esa compra.

"La adquisición de objetos materiales ha perdido su novedad", asegura Harter, autor del libro Bienestar, para quien "la compra de experiencias contribuye a la creación de recuerdos y las hace perdurar más en el tiempo". Un estudio realizado en la Universidad de Cornell, en Nueva York, parece darle la razón: el 83% de los estudiantes conserva más y mejores recuerdos de las compras que derivaron en experiencias que de las de objetos materiales.



Invitar a tus amigos a un café o hacer donativos a una ONG, no solo son buenas acciones, sino que además contribuyen a mejorar nuestra nuestro estado de ánimo. Una investigación realizada en la Harvard Business School revela que gastar una media de 3,5 euros diarios en los demás contribuye a disparar nuestra sensación de felicidad mucho más que gastarlo en nosotros.

Sin embargo, tampoco conviene olvidarse de uno mismo. Gastar dinero en el curso que antes no pudo hacer o aprender ese idioma que siempre se le resistió también mejorará su ánimo a la hora de afrontar la vida. Como suele decir el inversor Warren Buffett, el segundo hombre más rico del mudo, "invertir en uno mismo dispara la sensación de felicidad".

Y no solo se trata de grandes inversiones, también de los pequeños caprichos. Una clase de yoga o una tarde en un spa son pequeños placeres al alcance de todos los bolsillos. "Si somos capaces de identificar nuestros intereses y los potenciamos, conseguiremos que nuestro estado de satisfacción sea aún más duradero", asegura Harter. Aunque, si atendiendo a los actuales tiempos de crisis, lo suyo es evitar los gastos superfluos, no sufra: ahorrar, no sólo mejora nuestro estado de ánimo y nos acerca a la felicidad, sino que además contribuye a que engorde nuestra cuenta corriente.

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