Unidad dividida

Esteban Farfán Romero

ESTEBAN FARFAN ROMERO Hay un término que se usa en la ciencia del lenguaje (lingüística) que es muy poco común para los indoctos en estos asuntos, y ése es oxímoron. Se dice cuando se combinan dos términos/expresiones de significado opuesto que dan paso a un nuevo sentido. Es el caso de mi anterior artículo titulado “autonomistas centralistas y ahora “unidad dividida”.

Con este título aparentemente incoherente, quiero referirme a la “supuesta/imaginaria” unidad que existe en el Chaco con referencia a la visión de la autonomía regional en las tres secciones municipales de la provincia.



Nuestros políticos han creído que la unidad de un pueblo se reduce a la circunstancial y momentánea alianza subyugada a la retorica y al discurso bombástico de los dirigentes/autoridades constreñidas por alguna amenaza externa. Se equivocan.

Sobre la unidad del Chaco he escrito un par de artículos en el que manifestaba que el Chaco padecía de una aparente, ficticia unidad. Siempre afirme que la unidad real nunca existió y nadie se ocupo de construirla.

Esa unidad sólo se expresaba/manifestaba cuando había una amenaza y se limitaba a los encendidos discursos demagógicos de plaza.

Nunca la región chaqueña tuvo la capacidad de construir una visión de desarrollo de mediano y largo plazo. Nunca ha existido concurrencia de las energías y la inversión pública para resolver temas urgentes como el agua, energía eléctrica, salud, empleo, desarrollo humano, productivo, económicos, etc.

En términos reales y objetivos no existe la unidad territorial y política de la región. La definición/nominación es ficticia/convencional, sólo retórica y cartográfica. Nadie se ha preocupado por construir una unidad verdadera sobrepasando el discurso. No hay sustrato, sedimento que indique que hay motivaciones transversales características que sostengan firme un contrato, un pacto, como el que se pretende hacer.

Un problema serio por lo que atraviesa la región es que hay una muy enclenque/débil institucionalidad que no logra convertirse en un eje transversal que amarre a la región con intereses/resoluciones comunes

La responsabilidad de esta realidad está en las dirigentes/autoridades departamentales que nunca mostraron una verdadera voluntad de resolver los problemas políticos y socioeconómicos de la región. En una palabra la capital nunca asumió liderazgo en la región. Por otro lado, nuestros dirigentes, nunca tuvieron las condiciones de capacidad para darle perspectiva a la región, nunca lideraron la misma, solo se dedicaron a ser caudillos localistas/feudalistas.

En el proceso de definición de los términos del Estatuto Regional, emergerá las verdaderas vindicaciones de cada localismo (Yacuiba, Caraparí y Villamontes), pues no existe visión/estructura regional, sino local. Cada localidad defenderá con uñas y dientes la constitución/confirmación de una estructura ya consolidada, y no dará opción a la revisión/modificación de las mismas ciñendo a la normas vigentes lo que producirá crisis política, porque hay intereses muy sólidos de élites que cooptaron estos espacios desde hace mucho tiempo y se resistirán a ser desplazadas de los mismas.

En este momento cuando intentan redactar el Estatuto, brotan las diferencias/realidades profundas sobre la visión política regional. Caraparí y Villamontes tienen la película muy clara respecto a lo que debe contener el estatuto. Aspiran a contar con una estructura propia y autónoma como ocurre con los Ejecutivos Seccionales de Desarrollo en este momento. Además, que no permitirán que exista una revisión de la distribución del 15% del 45%. Además tiene la posición que los representantes deben ser en igual número por cada sección municipal. Esta posición será defendida con mucha vehemencia, precisamente porque no existe una visión policía regional, sino local. Asumirán partido por estas posiciones, así las mismas estén al margen de la Constitución y la Ley. Tienen la lógica que es preferible ser cabeza de ratón que cola de león. A esto hay que añadir que los indígenas apoyaran las iniciativas de Caraparí y Villamontes, porque están asentados en estos territorios.

Yacuiba, todavía no tiene una posición clara respecto a este delicado asunto. Sus representantes se han mostrado muy tímidos/temerosos/asustadizos ante esta realidad, porque saben que no hay tal unidad y que en cualquier momento las fuerzas centrífugas impresionarán la región. Se ha tratado por todos los medios de amainar/ocultar esta realidad negando la misma, pero los hechos son muy claros. La Constitución y la Ley están de lado de Yacuiba, pero no se animan a usar los argumentos legales, porque saben muy bien que el día que los hagan, Caraparí y Villamontes sin hacer ruido se levantarán de la mesa y buscaran la otra opción que les ofrece la autonomía departamental, que si colma/satisface sus expectativas.

Ante este panorama, la perspectiva de la autonomía regional es muy complicada, precisamente porque sus patrocinadores han generado una sobredimensión de sus alcances. Es resultado de la demagogia que nosotros hemos denunciado con tanto ahínco. La sociedad le pasa la factura a los que encabezaron esta aventura e irresponsabilidad.

Se requiere mucha grandeza de todos para encontrar una solución inteligente y creativa.