La tragedia del Málaga. Los atrapados del edificio son deshauciados

Nueve personas perdieron la vida la noche del lunes 24 en Santa Cruz. Ayer el grupo de rescate informó de que no hay sobrevivientes en el lugar del siniestro. Solidaridad disimula la improvisación. La falta de una cultura de los derrumbes afectó las tareas de rescate

image Armando Ribera con su esposa ‘CHACHI’ y tres de sus cuatro hijos



C. Massud / R. D’Alencar / R. Herrera, El Deber

Las víctimas de la tragedia del Málaga

Nueve personas perdieron la vida la noche del lunes 24, a cinco cuadras de la plaza principal de Santa Cruz de la Sierra. Ayer fue una jornada intranquila porque el grupo de rescate de extranjeros informó de que no hay sobrevivientes en el lugar del siniestro. Aquí, los perfiles de los fallecidos.

La mañana del lunes 24 de enero, Félix Montaño se despidió como todos los días de sus dos hermanos y de sus padres. Ellos nunca se imaginaron que ese adiós sería el último. El mismo día, Johnny Calisaya se sumó al equipo de obreros del edificio Málaga, preparó su primera mezcla y ayudó a trasladar varios ladrillos en esa estructura de diez pisos que se convirtió en su tumba.  

Ahora, ambos forman parte de la fría lista de nueve fallecidos que ‘devoró’ el Málaga la noche del lunes, cerca de las 22:00, a cinco cuadras de la plaza 24 de Septiembre.

“Él era mi cumpa. Un buen hermano, pero también un buen padre”, contó Claudia Cecilia, refiriéndose a Montaño. Cuando la joven arquitecta se enteró de la trágica noticia, corrió al lugar del siniestro, junto a su familia, y desde esa terrible noche no descansó en la búsqueda de Montaño, pero todo concluyó cuando lo encontraron sin vida el miércoles.

A Johnny Calisaya (14), la empresa lo había aceptado como ayudante de albañil. Para su papá, Nicolás, él era un joven alegre que gustaba del fútbol y de la música, pero había dejado de estudiar hace varios años y ni siquiera había llegado a secundaria. Calisaya era el hermanastro de Luis Antonio Égüez Cairo, otro joven, de 23 años, que también encontró la muerte en el Málaga.

En el velorio, uno de los hermanos escribió a mano sobre el acabado bruto de cemento de las tumbas los nombres de Luis Antonio y Johnny, después sus nichos se llenaron de flores. Esa tarde asistió toda la familia y su prima Sandra dijo que Luis Antonio era un muchacho bastante alegre y con proyección de vida porque quería estudiar una especialidad en ingeniería. “Voy a recordar sus juegos y sus bromas”, aseguró con unas gigantes gafas negras.

La noche del lunes el ingeniero civil Enrique Alarcón había ingresado en el edificio junto al equipo de expertos, pero también quedó sepultado. Fue el primero en ser encontrado al día siguiente por la mañana.

Su mejor amigo, Marco Antonio Luzio, cuenta que conocía a Enrique por muchos años. Vivían en La Paz y jugaban raquetbol. Después, Enrique se vino a vivir a Santa Cruz. Hoy lamenta su partida de este mundo, al igual que los familiares de los otros malogrados, que no encontraron consuelo ningún instante.

La tragedia no sólo hizo estremecer a Santa Cruz, sino también a todo el país. Se espera que durante esta jornada haya informes de los otros seis que aún siguen sepultados.

   Los que perdieron la vida esta semana   

Enrique David Alarcón Arrieta (38)

Fue la primera víctima del siniestro. Su cuerpo fue encontrado el martes por la mañana. Nació el 20 de agosto de 1972 en La Paz. Sus padres son Enrique Alarcón y Mery Arrieta. En 1990 salió bachiller del colegio San Ignacio de Loyola y cinco años más tarde se graduó de ingeniero civil de la Escuela Militar de Ingeniería. Su esposa es María Isabel André y sus hijos son Diego e Isabella. Fue subgerente de operación de la Ferroviaria Oriental y fungía como gerente general de la Sociedad Inmobiliaria y Constructora S. A. (Sicruz). Falleció de politraumatismo y asfixia por sofocación. Los familiares no quisieron dar detalles de su ser querido, pero se conoció que vivió durante ocho años en un inmueble de las Colinas del Urubó.

Félix Alberto Montaño Pizarro (35)

Su cuerpo fue hallado el miércoles por la noche. Nació el 20 de enero de 1976 en esta capital. Estudió Perito en Banca en la universidad Domingo Savio y después se cambió a la Utepsa, pero no concluyó la carrera. Era separado de su esposa, Milenka Gutiérrez, con la que tuvo dos hijos: Stephany y José Alberto. Trabajaba como chofer de Sicruz. Sus hermanos son tres, Luis Fernando (que llegó desde Venezuela la madrugada del sábado), la arquitecta Claudia Cecilia (que ayuda en las tareas de rescate) y Hugo Alejandro. El domingo, Félix fue a La Ramada con Claudia y Hugo para preguntar los precios de los equipos de sonido, porque quería instalar una amplificación. Falleció de traumatismo encefalocraneano y politraumatismo.

Johnny Calisaya Cairo (14)

Fue también encontrado la noche del miércoles. Era hermanastro de Luis Antonio Égüez Cairo. Nació el 14 de noviembre de 1996, en Santa Cruz. El lunes 24 era su primer día en el Málaga como ayudante de albañil. Sus padres son Delmira Cairo y Nicolás Calisaya. Antes, su mamá vivía con Guillermo Égüez, con el que tuvo seis hijos: Luis Antonio  (23), Fernando Guillermo  (21), José Domingo (19), Javier Alexander (24), María Juana (20) y Ana Paola (18). Se separó de Guillermo y se llevó a vivir con ella a los tres últimos cuando éstos eran pequeños. Se juntó con Nicolás, con el que tuvo una bebé, que falleció a los dos meses por problemas respiratorios, después nació Johnny. Fue enterrado en el cementerio El Pajonal.

Luis Antonio Égüez Cairo (23)

El jueves, el equipo de rescate encontró cinco cuerpos, uno de ellos pertenecía a este joven, que era el encofrador de la obra. Nació el 8 de marzo de 1987. En 2006 salió bachiller del colegio Rodolfo Joven. Tuvo un hijo, José Antonio, con Libania. Luis Antonio y sus hermanos Fernando Guillermo y José Domingo fueron criados por la hermana de su padre, Guillermo, Alcira Égüez, y su esposo, Eduardo Martínez, que tienen ocho hijos. Es por eso que su familia indica que Luis Antonio apellidaba Martínez Égüez. Su prima hermana Sandra cuenta que le gustaba la música e integraba un grupo de saya. Murió de politraumatismo y trauma cerrado de abdomen y tórax. Fue enterrado junto a su hermanastro, Jhonny, el viernes en El Pajonal.

Miguel Mario Rojas Frías (21)

El obrero deja una viuda y un hijo, de 4 años, en la orfandad. Es hijo de Never Rojas y Eliane Frías. Es el mayor de siete hermanos y tenía 21 años. Vivía con su familia en la zona de El Palmar. Se graduó de la escuela Sanabria Aponte. Era albañil y pintor de profesión, trabajaba en la empresa encargada de la edificación del Málaga; sin embargo, cumplía sus funciones en otra obra. La desgracia lo llevó hasta ese lugar cuando, a solicitud de sus superiores, se trasladó a la construcción (del derrumbe) para apoyar a un grupo de colegas que trataban de componer fallas en la estructura. La novena víctima trabajaba como encofrador desde hace tres años. Su cuerpo fue trasladado a la morgue del hospital San Juan de Dios.

Domingo Bruno Pérez Melean  (37)

Fue encontrado el jueves. Nació el 6 de octubre de 1973, en Tarija. Trabajaba como albañil en una construcción del tercer anillo de la zona del zoológico, pero la constructora lo derivó al Málaga. Su esposa, Norma Arias F., está embarazada de una niña a la que pondrá de nombre Bruna. Ella tiene un hijo de crianza de tres años que se llama Israel, mientras que con Bruno tuvo una hija, Jan Haira, de un año. La mujer se quejó de la muerte de su esposo porque no tiene quién le ayude con el pago de alquiler (Bs 420), su embarazo y la crianza de sus hijos. El bingo Bahiti se comprometió a entregarle Bs 700 mensuales durante un año, pero ella espera por más ayuda al 766-33436. Su esposo falleció de politraumatismo y traumatismo encefalocraneano grave.

José Luis Camacho Rodríguez (37)

Era el contratista. El jueves, su cuerpo fue llevado a las 5:00. Habría nacido en Cochabamba, pero se vino a vivir a la capital cruceña. La dedicación por su trabajo lo ascendió de ayudante de albañil a maestro. Tuvo cuatro hijas.

José Luis Encinas Bravo (33)

Era el capataz de la obra. Su hermano Óscar se salvó de milagro de la tragedia porque se retiró a buscar agua. José Luis nació en Santa Cruz y estaba casado con Jenny Salvatierra, con la que tuvo un hijo (13). Falleció por aplastamiento.

Antenor Daza Ordaz (24)

Fue hallado el jueves. Nació en Sucre, pero vivía en Tiquipaya junto a su esposa, un hijo de un año y sus progenitores. Se encargaba de los fierros en la obra. Sus restos fueron velados en el domicilio de su madre, Marcelina Ordaz Quispe. El informe forense dio como resultado que su muerte fue por traumatismo encefalocraneano grave y trauma cerrado.

   Desaparecidos  

– Armando Ribera

– Marcelo Niño de Guzmán

– Leonardo Plata

– Rodolfo Ribera

– Jesús Casanova

– Rubén Urzagaste

   Desaparecido  

Armando Ribera (59)

Nació en Roboré el 23 de junio de 1952. Su padre, que era militar,  fue posteriormente destinado a Cochabamba, donde pasó gran parte de su niñez y adolescencia junto a sus cuatro hermanos. Egresó bachiller del colegio Don Bosco en 1968 y estudió la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Técnica de Oruro, donde, como en el colegio, fue uno de los alumnos más destacados. Fue nombrado ayudante de una de  las cátedras y llegó a escribir un texto de apoyo para los estudiantes. También fue uno de los primeros docentes de la carrera de Ingeniería Civil de la Universidad Gabriel René Moreno, donde sigue siendo docente de varias materias y ha formado a varias generaciones de ingenieros civiles. También ha sido catedrático de la UPSA y de la EMI. Los que han sido alumnos de él lo recuerdan con cariño y como uno de los docentes más entusiastas a la hora de impartir sus enseñanzas.

Realizó centenares de proyectos de ingeniería e hizo el cálculo estructural de edificios como el Banco Nacional de Bolivia, el nuevo edificio del cine Palace y de La Pascana, por citar sólo algunos.

La fortaleza de Maricruz

Robin Peredo

Serena, con voz tranquila y muy reflexiva, como estuvo durante todos estos días de mucho dramatismo y que le ha tocado compartir junto a sus parientes y familiares de las otras víctimas del derrumbe del edificio Málaga, Maricruz Ribera, la conocida modelo y presentadora de TV, e hija mayor del ingeniero Armando Ribera Jiménez, dijo que su padre es el pilar fundamental que sostiene a su familia.

“Es una persona fuerte, que no se doblega fácilmente, que lucha por lo que quiere. Es protector y un poco celoso, aunque nos dejó nuestro espacio. Sabe escuchar y hablar con sabiduría”, así se refirió Maricruz de su padre, con tranquilidad y esperanza.

Los socorristas ya habían anunciado que las ocho personas que seguían atrapadas en los escombros del edificio posiblemente han fallecido. Sin embargo, Maricruz se aferra a la esperanza de que su progenitor esté con vida.

“Estoy empujando la pared, que está llena de optimismo y fe de que al final del túnel habrá una luz de vida. No puedo tambalear ni mostrar inseguridad, ahora estoy al frente de mi familia y tengo que ser fuerte”, añadió la joven.

Recordando a su padre, comentó que la apoyaba en todos sus emprendimientos y que no le han gustado algunos trabajos de modelo que ella ha hecho, pero respetaba sus decisiones.

“Siempre nos decía que se debe agradecer a Dios por la vida que nos da”, expresó.

El día del derrumbe del edificio, Maricruz, sus padres y hermanos desayunaron juntos, como lo hacían siempre, y se despidieron para verse, como también era habitual, horas más tarde.

Pero la noche del pasado lunes cambió por completo la vida de esta joven. Su fortaleza creció, su valentía se levantó sobre su figura y como una leona luchó contra el destino, que conspiró en su contra.

Las enseñanzas de su padre vienen a su mente, sobre todo los de asumir responsabilidades, pues ahora ella ha tomado la posta que le dejó para estar al frente de su familia.

Los atrapados del edificio son deshauciados

Hallaron el cuerpo sin vida de Mario Rojas, el noveno deceso del accidente

image Anoche hubo gran consternación en el barrio sanandita entre los familiares y amistades del joven miguel mario rojas

R. D’Alencar/D. Moreno / Christian Peña y Lillo, El Deber

No hay posibilidades de encontrar sobrevivientes. Ésas fueron las duras palabras que pronunció el director del COED (Centro de Operaciones de Emergencia Deparatamental) y vocero de los rescatistas del Málaga, Guillermo Saucedo, para comunicar a la opinión pública y a los familiares de las víctimas que el operativo ya no busca personas vivas.

Son las nueve y media de la mañana del sábado y Saucedo, flanquedo por el gobernador cruceño, Rubén Costas; el ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, y el comandante de la Policía, Humberto Echalar, acaba de golpear en lo más íntimo a los familiares de los seis atrapados entre los escombros, después de transcurridas más de 100 horas de búsqueda.

Se anuncia que comenzará el uso regular de maquinaria pesada para la búsqueda, que antes se dejó de lado por temor a herir a los atrapados.

Mientras el comunicado de las autoridades es leído por el funcionario en una escueta conferencia de prensa, la camioneta de la división de homicidios de la Policía abandona rápidamente el lugar a espaldas de la prensa y llevando a cuestas el cuerpo de Miguel Mario Rojas Frías (21), la novena víctima fatal del desastre que perturbó la tranquilidad de todo el país desde el lunes.

Inmediatamente se desata la desesperación de la familia del joven que dejó a una viuda y un huérfano de cuatro años.

“Estaba desecho. Se lo han comido los gusanos”, susurra Eliane Frías, con la voz quebrantada por la violencia de la escena que le tocó atestiguar cuando se vio obligada a reconocer el cuerpo de su hijo en la morgue del hospital San Juan de Dios. Mientras buscaba consuelo en los brazos de su esposo y padre del obrero malogrado, Never Rojas, ella explica que de no ser por la ropa no hubiese podido identificar a Miguel.

De acuerdo con el informe del médico forense Hugo Cuéllar, la causa del fallecimiento se debe a una asfixia provocada por la compresión del pecho y del abdomen del albañil. Miguel supuestamente murió pocas horas después de que los diez pisos del edificio cayeron. “No presenta otro tipo de lesiones externas. Primero  hubo fatiga y falta de respiración, que después lo llevaron al deceso”, sostiene Cuéllar.

A pesar de la noticia y del pesismismo del comando de incidente y rescate, compuesto por 900 efectivos nacionales y extranjeros (peruanos, chilenos, argentinos y mexicanos), el corazón de los parientes de los atrapados no renuncia a la posibilidad de encontrar con vida a los suyos. Ellos se refugian en la fe y  aguardan un milagro.

“No perdemos la esperanza de volver a ver con vida a Rubén, pero (los rescatistas) tienen que hacer más rápido su trabajo”, dice entre sollozos Carola Urzagaste Valdes, tía de Rubén Urzagaste, uno de los nombres que figura en la lista de personas que aún no han sido rescatadas. Después de abandonar la iglesia de Los Huérfanos, el albergue de la Manuel Ignacio Salvatierra que acoge a los familiares de las víctimas, Carola traspasa el cerco policial que aleja a la prensa del lugar de los hechos y deshoga su aflicción. Ella señala que la tardanza de las autoridades para convocar la ayuda de rescatistas internacionales fue un error que ahora debe enmendarse apurando los trabajos. Desde las 21:30 del lunes, cuando cayó el edificio, cada segundo de demora hace la diferencia entre la vida y la muerte de los trabajadores de esa obra. Casi 60 horas después, la mañana del jueves el vocero gubernamental Iván Canelas solicita el apoyo de socorristas internacionales.

La madrugada del sábado algunos de estos rescatistas dirán que es demasiado tarde para buscar personas con vida. “Hasta hoy se agotaron todas las posibilidades para que los equipos de búsqueda y rescate ubiquen personas vivas. Se ha descartado eso porque llegamos muy tarde”, dice con frustración Alonso Málaga, responsable del la unidad de Operaciones de Bomberos Unidos sin fronteras de Perú.

A partir del medio día, decenas de efectivos policiales que ‘hormiguean’ por las calles cercanas a la zona de desastre amplían la restricción del pase para la prensa en un radio dos cuadras. Se especula que la restricción obedece al hallazgo de tres nuevos cuerpos atrapados entre bloques de cemento y ladrillo. La Policía lo niega.

Mientras eso sucede, el equipo de rescate traído por el Ministerio de Gobierno abandona el lugar para retornar sin mucha gloria a la La Paz.

Llorenti se niega a explicar lo que sucede. La tensión se traslada a la morgue municipal donde familiares y amigos de los afectados esperan las malas noticias.

Cerca de las 14:30, los padres de Miguel recojen su cadáver para llevarlo en un ‘espantoso’ carro fúnebre, donde todo estaba listo para su velorio. Ellos perciben como un consuelo el darle cristiana sepultura a su primogénito.

Poco después el forense Hugo Cuéllar abandona el lugar al haber cumplido su turno y explica que quizás al final de la tarde pueden haber novedades en el lugar. Sin embargo, nada cambiará hasta el final del día excepto por la retirada de los bomberos peruanos, que abandonan el operativo al caer la noche. El retiro de escombros se mantiene hasta esta madrugada, pues la consigna es acabar la misión hoy.

Los detalles del sexto día de búsqueda

➲ Socorristas. Durante las últimas jornadas de trabajo, el número de personal voluntario y especializado que intervino en el lugar estuvo a punto de llegar a los 1.000. La gente seguía ofreciéndose como apoyo en el derrumbe.

➲ Más restricción. Si hasta el viernes ya era difícil para los comunicadores trabajar en el lugar, ayer las autoridades decidieron poner a dos cuadras de distancia a los reporteros. Pese a esto, algunos medios optaron por realizar sobrevuelos por la zona para captar imágenes de las tareas.

➲ Esperanza. Pese a los duros momentos que pasan los familiares de los atrapados en los escombros del Málaga, ayer se vio a algunos de ellos tratando de levantarse los ánimos contándose chistes o charlando de otros temas, lejanos al desastre que les ha tocado vivir.

➲ Ayuda. La solidaridad de los cruceños no cesa. Los voluntarios recorren las zonas cercanas al lugar del desastre llevando comida y bebida para policías, socorristas, periodistas y hasta para algún que otro curioso.

➲ Obreros. La gente que trabajó en la construcción del edificio Málaga huye de los medios de comunicación. No quieren hablar de lo ocurrido y menos emitir criterios de lo que se vivía días antes del desplome.

➲ Prevención. Por medidas de seguridad, todas las personas que están en el lugar utilizan barbijos y cascos.

Autoridades preparan medidas legales

Las autoridades del Ministerio de Trabajo regional Santa Cruz anunciarán mañana junto, a los familiares de los fallecidos bajo los escombros del edificio Málaga, las acciones legales para sancionar a los responsables e indemnizar a las familias de los afectados.

Según el director departamental de Trabajo, Isaac Rivas, ya hay sanciones y una resolución que deberá ser cumplida por la empresa.

Por otro lado, también el Gobierno nacional adoptará otras acciones para evitar que la propietaria del Málaga, Paulina Callaú, y sus asociados se vayan del país, dijo la ministra de Trabajo, Carmen Trujillo.

De igual modo, según ANF, ayer el director ejecutivo de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Empresas (AEMP), Óscar Cámara, ratificó que esa entidad iniciará de oficio un proceso de fiscalización a la Sociedad Inmobiliaria Sicruz y a su edificio. El trabajo que efectuará un ingeniero civil y un consultor deberá durar cinco días.

Asimismo, la Fiscalía de Santa Cruz está en plena investigación para determinar los grados de responsabilidad penal de los que resulten culpables de la caída de este edificio.

Según el funcionario de los asuntos jurídicos de la Alcaldía, José Negrete, el alcalde Percy Fernández se ha convertido en parte coadyuvante en el proceso fiscal. Incluso dicha autoridad municipal se reunió el viernes con Arminda Méndez para solicitarle que no limite los recursos en sus investigaciones.

Además de ello, al interior del municipio, Percy instruyó una auditoría al proceso de autorización del proyecto del edificio Málaga, con el fin de sancionar a los funcionarios ediles que resulten culpables.

Ayer, en la morgue, todos los familiares de Mario Miguel Rojas estuvieron presentes para recoger el cuerpo del fallecido. Como ha sucedido con los demás muertos, empleados de Sicruz y de una aseguradora se han hecho presentes para coordinar  los gastos del sepelio.

Eliane Frías, madre del difunto, pidió sanciones para la empresa y solicitó al Gobierno una vivienda para la viuda y su hijo, pues ellos viven en un cuarto en alquiler.

En el transcurso del día, tal como aconteció anteriormente, algunos familiares y amistades han seguido de cerca la evolución de los trabajos de recuperación de las víctimas. Ayer se vio a los parientes del ingeniero Jesús Casanova.

Deja en la orfandad a un niño de cuatro años

Miguel Mario Rojas Frías (21) deja en la orfandad a un niño de cuatro años de edad, que lleva por nombre Yeferson.

La viuda, Graciela Becerra (20), dijo que ahora queda sola y no sabe qué va a pasar con su vida y la de su hijo de aquí en adelante, dado que su esposo ya no estará más con ellos.

Según Eliane Frías, madre de Miguel Mario, su hijo fue trabajador y desde que se casó buscó empleo para sacar adelante a su familia. “Fue valiente”, expresó acongojada, luego empezó a llorar desconsoladamente.

Mario Miguel, a quien sus amigos lo llamaban con cariño ‘Dedito’, era hijo de una familia numerosa de siete hermanos; con su partida solamente quedan seis.

El infortunado sólo estudió hasta primero de secundaria en centros educativos de Santa Cruz y Buenavista, en la provincia Ichilo. Sin embargo nació en Roboré.

Su atribulada esposa pidió ayuda de las autoridades para seguir adelante en la vida.

Hoy se le dará cristiana sepultura en el cementerio El Pajonal, a las 10:00.

Cronología

– 6:00 La Policía y los gendarmes municipales sacan a una cuadra de distancia del lugar del derrumbe a periodistas, familiares y curiosos. No se dieron explicaciones claras de las razones.

– 9:30 Las autoridades departamentales, municipales, gubernamentales y los representantes de los socorristas de México, Chile, Perú y Argentina emiten un comunicado en el cual señalan que en el lugar no existen posibilidades de encontrar personas con vida. No aceptan responder preguntas de los medios y se retiran. 

– 9:35 Agentes de Homicidios de la Policía retiran el cuerpo de Miguel Mario Rojas Frías, de 21 años, la novena víctima del edificio Málaga. Un par de horas después, un informe forense certifica que el muchacho murió por asfixia.

– 12:00 Las autoridades deciden ampliar la zona de trabajo a dos cuadras a la redonda del lugar del desplome. Prohíben el ingreso de medios de comunicación y de cualquier persona que no es parte de los socorristas. 

– 20:15 Las brigadas de rescate de los expertos peruanos se van del lugar. Los 20 especialistas que llegaron el viernes por la madrugada vuelven a su país luego de 48 horas de apoyo.

– 24:00 Familiares de las personas que aún permanecen atrapadas entre los escombros exigen a los policías que los trabajos se aceleren.

Solidaridad disimula la improvisación

La falta de una cultura de los derrumbes afectó las tareas de rescate

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Los socorristas extranjeros hicieron notar algunas deficiencias en las tareas de rescate

J.C. Salinas / Ricardo Herrera, El Deber

El trabajo no ha terminado”, respondió un bombero voluntario cuando se consultó qué le dejaba esta vivencia. Al rato, luego de reflexionar, indicó que al principio de la tragedia (el 24 de enero) la desorientación y la improvisación fueron el común denominador.

“La situación en ese momento nos superó. Faltaban guantes, barbijos, cascos y voluntarios para iniciar un lento y doloroso rescate”, sostuvo Antonio Guzmán, bombero voluntario de la capital cruce­ña.

Para Raúl Zárate y Braulio Céspedes, rescatistas voluntarios que estuvieron en la zona de la tragedia desde el martes 25, la solidaridad y el coraje  tapó la desorganización, la lentitud para tomar decisiones y, en algunos casos, la falta de experiencia para este tipo de problemas.

Al respecto, Alonso Málaga, responsable de Operaciones de Bomberos Unidos sin Fronteras, de Perú, sostuvo que un factor en contra fue el tiempo de convocatoria, que fue algo tardío.

“Este tipo de situaciones, para poder ser atendidas, requiere de equipos técnicos y de recursos humanos. Si en el lugar de los hechos no se cuenta con esos recursos técnicos, no te queda otra que hacer una convocatoria a escala nacional e internacional de equipos especializados”, indicó Málaga.

Similar criterio tuvo un rescatista chileno que prefirió no dar su nombre y que detalló que la falta de una cultura de los derrumbes en esta parte del país fue una traba para desarrollar un rápido y adecuado trabajo.

En cuanto al sistema del rescate, Marcel Alemán, un ingeniero que hace tres años trabajó con los responsables de la construcción del edificio Málaga, indicó que el retiro de los escombros no fue lo más acertado, sino que lo indicado hubiera sido la apertura de un túnel, desde la calle Independencia, para llegar a la zona de los ascensores donde, según sus cálculos, se encontraba la mayor cantidad de las personas atrapadas.

“Se optó por el camino más largo, que es retirar uno por una los pedazos de losa, en vez de hacer varios túneles para permitir el ingreso del aire”, sostuvo Alemán.

Al respecto, Héctor Hurtado, jefe de rescate de los Bomberos de Santiago (Chile), sostuvo que se cavaron distintos túneles. Sin embargo, precisó que la zona es inestable y que se llenaba de tierra, lo que hacía que el trabajo fuera en vano.

Sobre el aprendizaje que dejó este desastre, el Ministro de Autonomía, Carlos Romero, indicó que no es el momento de pensar en eso, sino en dar una respuesta a todos los familiares que han perdido a sus seres queridos.

Héctor Méndez, responsable del cuerpo de rescate de los Topos de México, agradeció la posibilidad de brindar sus servicios en Bolivia y recordó que en 1997 estuvo en el terremoto de Aiquile.

Jugamos a ser Dios

Gabriela Ichaso | Analista y ex concejal

Lo que pasó no fue un terremoto, ni un volcán en erupción ni un maremoto, ni siquiera una crecida del río:  se derrumbó

-como cae un candado- un edificio de 10 pisos, enterró a varias personas y tuvimos que pedir socorro a los que saben, porque en la locomotora de Bolivia hay mucha plata para invertir en construcciones y para la joda, pero ningún equipo capacitado, equipado y entrenado para tamaña tragedia en una ciudad de dos millones de habitantes.

No nos azotó el cambio climático ni nos devastó un fenómeno natural, sin embargo, este 29 de enero de 2011, atrapados entre la improvisación, la negligencia, la soberbia y la ambición, cruzamos el límite y jugamos a Dios declarando muertos a seres humanos que ingresaron vivos a un edificio en construcción y no los vimos salir de entre sus ruinas.

Irresponsables y corruptos por creernos muy astutos saltando normas para beneficio propio y cómplices de quien se presta a hacerse de la vista gorda a cambio de favores. Es necesario honrar un compromiso: nunca más.  Le pese a quien le pese.

Prevenir, una labor de todos

Juan Carlos Galarza / Analista de seguridad

La tragedia del Málaga nos sirve como ilustración para reencontrarnos con una identidad comunitaria social que parecía haberse perdido o dispersado, me refiero al concepto de solidaridad y empatía mostrados por muchas personas e instituciones que de forma espontánea se dieron al trabajo de apoyar las tareas de búsqueda y rescate.

Luego que se hayan concluido los trabajos y mirando hacia el futuro, es necesario reflexionar sobre este evento. Algunos psicólogos comunitarios, como Néstor Suárez, lo llaman resiliencia comunitaria, que es la capacidad colectiva para sobreponerse a la adversidad.

Se deben incorporar en nuestra cultura conceptos como el de la  prevención, la responsabilidad social y, sobre todo, educación y formación en seguridad pública y humana, pues la prevención y la previsión es tarea de todos.

   Expertos   

Héctor Méndez

Grupo de rescate los  topos, de México

“Se califica de desastre un hecho que afecta a regiones amplias y escapan al control del Estado. Lo que sucedió aquí fue el colapso de un edificio y el Gobierno no tenía por qué haber pedido ayuda internacional, pero lo hizo y aquí nos recibieron con los brazos abiertos. Para nosotros nos honra que el Presidente nos haya invitado a trabajar. Por eso nos vamos a quedar hasta el final, porque eso es además lo que caracteriza a nuestro grupo”.

Gabriel Huerta

Bomberos rescatistas,  de Santiago de Chile

“El objetivo principal  de nosotros es encontrar personas con vida y cuando se pasa de la etapa de rescate a la de recuperación  de cuerpos, como se ha anunciado hoy (ayer) nosotros detenemos nuestro trabajo y nos retiramos, pero entendemos que la necesidad de apoyo que aquí tienen y por la peti- ción del Gobierno de Bolivia nos quedaremos para apoyar y supervisar las labores de recuperación de las víctimas”.

Alonso Málaga

Bomberos sin fronteras,  de Perú

“Hubo una muy buena coordinación con los equipos de México, Chile, Argentina y Bolivia. Se coordinaron bien los pasos a seguir en la búsqueda de las víctimas y la forma de intervención de cada equipo estuvo regida por turnos de trabajo. Nosotros llegamos a las 6:00 y fuimos directo al lugar del colapso y empezamos a trabajar al mando de  de los que comandan toda la operación”.

Reinaba una tapera antes de la mole

En 1998, en el terreno se ocultó un miembro del Ejército Rojo de Japón

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Desde el aire se pueden ver las características de la arquitectura colonial que aún queda en la zona

Roberto Navia, El Deber

En 1956, en el terreno donde hasta el lunes pasado estaba el edificio Málaga, aún en obra bruta, había una casa de una sola planta (tipo tapera) con techo de teja colonial y con un corredor a la calle soportado por horcones. Era una vivienda similar a las que había en esa manzana 84 y en el resto de otras cuadras de la capital cruceña. 

Así lo recuerda Luis Mariano Zambrana, hoy director de Ordenamiento Territorial de la Alcaldía, que por aquel año estudiaba en el colegio La Salle, que estaba ubicado justo al frente del escenario que hoy está convertido en escombros.  

Esa casa con características coloniales, levantada sobre un terreno de 800 metros cuadrados de superficie, sobre la calle Monseñor Salvatierra, entre René Moreno e Independencia, se mantuvo de pie 50 años más, hasta que a comienzos de 2006 la Alcaldía autorizó a los propietarios de ese entonces, Víctor Eduardo Kellemberger Lozano, María de los Ángeles Loaiza de Kellemberger, Germán Enrique Gumucio Limpias y Rosa Adela Estremadoiro de Gumucio,  la construcción de un edificio de 26 metros de alto, que, según diseño, iba a contar con un subsuelo, una planta baja de doble altura para ser utilizada para tiendas comerciales y una torre con ocho pisos para viviendas de familia.  

Pero la obra se quedó en el camino. Apenas se construyeron el subsuelo y la losa de la planta baja y las columnas hasta el primer piso. Encontrar una respuesta del porqué no se siguió ejecutando el proyecto, de la propia voz de los ex dueños, no fue posible porque los números telefónicos fijos registrados en la guía telefónica, nadie los  contesta. 

Pero Zambrano sí se anima a lanzar una hipótesis: “Aquel 2006 empezó la subida de ciertos materiales de construcción, el fierro, de $us 500 la tonelada se disparó a 1.200 y puede que por eso se haya paralizado la obra”, dice. Pasaron los años y la estructura de cemento fue envuelta por los matorrales.

Un ex miembro del internado Los Huérfanos, que queda al frente del terreno, recuerda que un barbecho fue tapando las obras primarias de lo que prometía ser un imponente edificio.

En 2010 ya la maleza desapareció.  En junio del año pasado una nueva propietaria hizo llegar a la Alcaldía un  proyecto de construcción, y tres meses después el municipio le dio luz verde para que lo ejecutara. La nueva propietaria es desde entonces Paulina Callaú Jarpa. 

El terreno se encontraba en venta y a ella le pareció que la ubicación era muy buena: está frente al internado, imprenta y librería Los Huérfanos, tiene una vista hacia la zona sur de la ciudad y se encuentra en una posición de acceso masivo vehicular. “Compré el terreno, trabajé con los mejores profesionales y las instancias municipales para tener todas las aprobaciones de la obra. El objetivo, fiel a mi integridad personal, era entregar un producto sólido”, dice Callaú, que el pasado miércoles se dio tiempo, después de acompañar en el velatorio de dos fallecidos en los escombros, para hablar sobre la historia del Málaga. 

Ella recuerda que entre los profesionales de prestigio se encontraban el arquitecto Joaquín Callaú y el ingeniero Armando Ribera, entre otros. 

Callaú asegura que en la estructura del edificio se siguieron al pie de la letra las reglas de ingeniería y las normas municipales y que si existía alguna posibilidad de economizar en los costos, se iba a dar en los gastos de terminaciones (obra fina) puesto que eso no afecta la calidad ni la seguridad de la obra. Paulina Callaú está consternada y llorando. ¿En cuánto compró el terreno? Cuánto de dinero ha perdido? Le cuesta recordar números. Habla de manera general. Dice que no es novata en el sector, que ha construido otros edificios en la ciudad.

Sobre su futuro personal e inmobiliario afirma que no ve ningún futuro todavía, quizá más adelante lo vaya a ver y que lo único que quiere ahora es que se rescate a gente viva, dar sepultura a los cuerpos de  los fallecidos y que no sufra más gente. 

El movimiento que se ha vivivido en el epicentro de lo que queda del Málaga: fierros retorcidos, bloques de concreto y cientos de personas retirando los escombros y buscando cuerpos humanos y el milagro de algún sobreviviente, guarda mucha distancia de cuando en la zona sólo estaba esa casita de una sola planta con techo de teja y con un corredor a la calle soportado por columnas de madera tipo colonial.

Jorge, que entre 1980 y 1985  fue interno en Los Huérfanos, recuerda que su dormitorio estaba justo al frente de la fachada de la casa que en 2006 fue demolida para dar paso a un edificio. “Recuerdo muy bien esa tapera. A través de su puerta principal que a veces estaba abierta, podía ver un corredor que llevaba a varias habitaciones”, dice el ex interno que en Los Huérfanos aprendió a operar una imprenta. 

Pero también hay otros recuerdos que relacionan el terreno donde se levantó el Málaga. Varios periodistas que durante la semana cubrieron el rescate de los cuerpos en la zona de los desastres, recuerdan que en abril de 1998 la Policía Internacional (Interpol), capturó al tercer hombre de la línea de mando del Ejército Rojo de Japón, Nishikawa Jun. “Ese personaje había alquilado un cuarto de esa casa y ahí lo pillaron”, recuerda un periodista que cubrió ese hecho noticioso. 

El futuro de este terreno de 800 metros cuadrados es incierto. Paulina Callaú en lo que menos piensa es en qué hará con él cuando la tormenta gris del desastre haya pasado.

Algunos vecinos de la zona dicen que es muy probable que la mala yerba crezca y el dolor que ahora ahí se vive quede enterrado entre los barbechos del tiempo. 

La obra empleó a 150 obreros

Vicenta Mamani lo vio todo. Estaba sentada en la vereda del frente del edificio Málaga y vio la mole caerse como una torta aplastada. “Ocurrió en un ratito. Yo estaba sentada con mis tres hijos y de pronto aparecí en la esquina de la calle René Moreno abrazada a mis guaguas. No sé si corrí, no sé si me arrastré. De pronto aparecí ahí”, dice desde una silla de una clínica de la ciudad donde su esposo, Oscar Gutiérrez, está en una cama de enfermo, tendido y con varias fracturas. Vicenta no sólo vio el desastre. Antes, también fue testigo de cómo el Málaga fue creciendo a medida que se lo construía. Ella vivía en una habitación del edificio, junto a su esposo que trabajaba de sereno. El edificio se levantó a punta de pulmón y tecnología de ingeniería civil de primera generación. Así lo aseguran quienes estuvieron día a día vaciando mezcla, poniendo un ladrillo y viendo crecer esa mole que a las 22:00 del pasado lunes se desplomó. Bruno Paco es uno de los 150 hombres que llegaron a estar conformando el equipo de constructores. Él, la noche de tragedia, estaba ayudando a instalar puntales para sostener una columna en la que su superior había detectado fallas. “Durante estos días éramos 50 los trabajadores y ese lunes sólo había ido la mitad porque muchos estaban de chaqui. Yo me quedé esa noche porque me iban a pagar Bs 65 más por el doble turno”, relata Paco, que casi pierde la vida. “El edificio se vino abajo. Liberé mi pierna atorada de los escombros, una luz me guiaba por un callejón que me devolvió a la vida”, dice desde una casa de Villa Paraíso donde un familiar le dio cobijo junto a su esposa y su hijo pequeño.

    Proyecto 2006   

– Superficie del lote. 833 m2

– Superficie a construirse. 3.538 m2

– Propietarios: Víctor Eduardo Kemberger, María de los Ángeles Loaiza de Kellemberger, Germán Enrique Gumucio Limpias y Rosa Adela Estremadoiro de Gumucio.

– Subsuelo. Estacionamiento.

– Planta baja. Locales comerciales.

– Planta alta. Dptos. familiares

Proyecto 2010

– Propietaria. Paulina Callaú Jarpa.

– Proyectista. Arq. Joaquín Callaú Soliz.

– Superficie a construirse: 5.672. m2

– Fecha de aprobación:  25 de agosto de 2010.