Enfermedad y miseria en cárceles de Bolivia. Mil reos tuberculosos en San Pedro

Defensor alerta de mil reos con tuberculosis en San Pedro. Los privados de libertad denuncian que no acceden al programa estatal contra esta enfermedad.

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Miseria: un reo baja una improvisada escalera. Los internos construyeron celdas sobre un techo por no tener ya espacio para vivir



La Prensa

El Defensor alerta de mil reos con tuberculosis en San Pedro

Cárcel: Los privados de libertad denuncian que no acceden al programa estatal contra esta enfermedad.

El defensor del Pueblo, Rolando Villena, alertó ayer de la existencia de un millar de privados de libertad infectados con tuberculosis en el penal de San Pedro de La Paz.

“Vemos con mucha preocupación esta situación. Buscamos sensibilizar a las autoridades y la ciudadanía para tomar cartas en este asunto tan delicado”.

Villena comentó que el tema sanitario causa zozobra en esta cárcel, pues “este año se produjo ya el deceso de cuatro internos afectados por tuberculosis y tenemos informes de que son mil los internos atacados por este mal”.

SIN ATENCIÓN. Los integrantes del Consejo de Delegados de San Pedro denuncian que no hay atención médica en ese reclusorio, a pesar de que un programa del Estado atiende gratuitamente a los enfermos de tuberculosis.

Dante Escóbar, presidente de ese organismo, manifestó que autoridades de Régimen Penitenciario deberían encargarse de solicitar que una brigada médica ingrese en el reclusorio paceño para analizar la situación sanitaria de 1.976 personas tras las rejas, entre reos, esposas e hijos.

“La mayoría de los internos no tiene recursos. Es gente humilde. Cuando uno muere, sus familiares no reclaman y practicar una autopsia es costoso. Por eso, los fallecidos son enterrados y todo concluye ahí”, dijo Escóbar.

OTRAS PATOLOGÍAS. El médico internista Jaime Torrico, que trabajó para una fundación que atendió a los reos de San Pedro hace algunos años, explicó que por las condiciones sanitarias del penal, todos los internos deben recibir medicación para combatir la parasitosis y que nunca se hizo un estudio para determinar la prevalencia del sida o el VIH entre los privados de libertad.

“Además, las caries dentales y las patologías gastrointestinales son muy comunes”, señaló el galeno.

Asimismo, como resultado del hacinamiento, es probable que haya enfermedades venéreas o infecciones de transmisión sexual; sin embargo, los delegados aseguraron que el médico asignado a la cárcel no puede atender a todos los presos.

La mala nutrición, denunciaron los reos, es la principal causa de la presencia de estas afecciones.

ACCIONES. El defensor Villena informó a este medio que desde el próximo jueves se realizarán tres talleres que aprobarán soluciones para los problemas del sistema penitenciario nacional. Estos eventos analizarán el incremento del prediario destinado a la alimentación de los reos.

Otro tema que será analizado es la reanudación de las actividades académicas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y que el Ministerio de Educación imparta cursos de capacitación de nivel técnico superior. Al respecto, San Pedro tiene dos ambientes que se habilitan como aulas.

También se buscará dar soluciones al problema infraestructural, aunque dadas las condiciones actuales, solamente será posible aplicar parches a los problemas más complicados, como el sistema de alcantarillado y algunos muros en peligro de desmoronarse.

El mal causa una muerte lenta y dolorosa; todos están en riesgo

El especialista en medicina interna Jaime Torrico explicó que la tuberculosis es una enfermedad infectocontagiosa transmitida por el bacilo de Koch, que es curable, aunque si no se atiende, causa una muerte lenta y dolorosa.

Las afecciones infectocontagiosas se propagan con gran rapidez en aquellos ambientes en los que las personas están hacinadas, como las cárceles o algunos cuarteles, donde todos sus ocupantes corren el peligro de enfermarse.

“Este mal ataca a los pulmones o puede hacerlo a los riñones, la piel o los huesos, e incluso otros órganos del cuerpo”, comentó el galeno.

La enfermedad había desaparecido de los libros de medicina de Estados Unidos y Europa, pero con la aparición del sida, se ubicó en el grupo de las principales afecciones oportunistas que atacan a los inmunodeprimidos.

Hay una vacuna para prevenir esta enfermedad, que se aplica a los recién nacidos, pero las dosis no llegan a todos. La tuberculosis es un mal que afecta, principalmente, a la población pobre de los países en desarrollo.

Más o menos, desde 1976, el Estado boliviano atiende gratuitamente a los tuberculosos. Es un tratamiento largo con base en antibióticos y otros fármacos. El principal problema con que se tropieza al aplicar la medicación es que muchas personas dejan de ingerir los fármacos, lo que puede causar la reactivación de la enfermedad y, entonces, el tratamiento es más largo y caro. La tuberculosis se transmite por el aire, cuando el enfermo estornuda, tose o escupe; pero no se contagia por un apretón de manos o mantenerse a tres metros de un enfermo.

Por ello, no es posible que las personas que viven o trabajan cerca de la penitenciaría de San Pedro corran el riesgo de infectarse. Sin embargo, cuando una persona que está mal alimentada y, por ende, inmunodeprimida, entra en contacto con las gotitas de saliva que despide un infectado al toser, hablar o estornudar, y corre el riesgo de adquirir la enfermedad.

El tratamiento para este mal es muy caro. Si un paciente debiera comprar sus medicamentos en el mercado local, tendría que invertir entre 20 y 30 bolivianos diarios. Si se considera que las dosis deben suministrarse a diario, al final, el costo se hace muy elevado; sin embargo, en Bolivia, el Estado subvenciona los fármacos. “Felizmente, los servicios de salud del Estado tienen una gran provisión de estas sustancias y todos podrán recuperarse”, concluyó Torrico.

Villena pide clausura inmediata de la carceleta de Montero

Precariedad: Los 160 internos de la capital del norte cruceño no tienen condiciones mínimas.

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Hacinados: reos de la carceleta de Montero trabajan en un patio. Al fondo, la celda destinada a las mujeres

El defensor del Pueblo, Rolando Villena, planteó ayer la inmediata clausura de la carceleta de Montero, en Santa Cruz, donde las condiciones generales son deplorables.

“Montero es una ciudad intermedia que está ubicada a no más de 70 kilómetros de Santa Cruz. La infraestructura es deficiente y recibe internos de Warnes, porque en esa población las cosas son peores”, dijo la autoridad.

El centro de reclusión de Montero alberga a 160 personas de uno y otro sexo en un reducido espacio. El responsable de la defensa de los derechos humanos anotó que en todos los centros penitenciarios del país el hacinamiento adquiere tales proporciones que “cualquier enfermedad se propaga en forma alarmante”.

“El tema carcelario es nacional y debe ser atendido en forma prioritaria por las autoridades”. Villena resaltó, por ello, que las condiciones generales de todos los centros de reclusión del territorio nacional son deficientes y parecidas entre sí: hacinamiento, enfermedades, promiscuidad, carencia de servicios básicos, etcétera.

Indicó que no solamente se refiere a las 36 carceletas ubicadas en las provincias, sino a los penales de capitales departamentales.

En Bolivia, hay 89 reclusorios y este martes se inaugurará un centro modelo de rehabilitación y reinserción social en Kalauma, municipio de Viacha.

De todos estos reclusorios, sólo tres son considerados de máxima seguridad: Chonchocoro, en La Paz; Kantumarca, en Potosí, y El Abra, en Cochabamba.

Palmasola, en crisis

Un informe de la Defensoría del Pueblo de Santa Cruz da cuenta de que el penal cruceño de Palmasola “ha cumplido su ciclo de ser una cárcel, a la que le dieron por título ‘modelo’, que en la actualidad se ha constituido en un feudo ingobernable por la misma Policía (…) Para toda la seguridad del penal, están desplegados 80 policías, lo que incide en la falta de escoltas para los internos que deben trasladarse a sus audiencias”.

Chonchocoro, mejor

La Dirección General de Régimen Penitenciario repuso los servicios de asistencia médica y legal a los internos de Chonchocoro, en La Paz. Los problemas del reclusorio son infraestructurales. Un instituto privado de capacitación ofreció donar 13 computadoras, pero por la falta de un ambiente adecuado, la entrega no se hace efectiva. Tampoco se reparan el techo del comedor, incendiado en un motín de 2001, y el taller, que está en ruinas.

Warnes, sin prediario

El documento de la Defensoría cruceña sostiene que “se identificó la falta de prediario e infraestructura carcelaria precaria. Las condiciones físicas del lugar son defectuosas. Las celdas tienen escasa ventilación, motivo por el que la concentración de olores y calor es mayor. El promedio de internos llega a 30, lo que dificulta aún más su estadía en este centro de detención. El baño de los internos se encuentra en mal estado”.

Riberalta, hacinada

La carceleta de Riberalta tiene capacidad para albergar a 30 personas, pero actualmente aloja a 98, de las cuales ocho son mujeres. Tres reos de alta peligrosidad, condenados a 25 años de presidio, no pueden ser trasladados al reclusorio de Mocoví, Trinidad, a causa del hacinamiento. La Dirección de la carceleta riberalteña solicitó a Régimen Penitenciario recursos para ampliar la infraestructura, pero aún no hay una respuesta.

Para destacar

La población penal de Bolivia era, a fines de 2010, de 9.097 personas en 89 reclusorios.

En 2005, había 6.436 reclusos en todos los centros penitenciarios del país.

El crecimiento del número de reos obedece al endurecimiento de las normas penales.

Los reclusos piden revisar la Ley 007 que pone trabas a la libertad condicional.

Los internos paceños de Chonchocoro denuncian que no tienen derecho a protestar.

Las autoridades de esa penitenciaría aplican severas sanciones en caso de movilizaciones.

La Prensa