Mandar amenazando al pueblo

Hugo Rodas Morales*

RODAS “Merecen juicio compañeros dirigentes, merecen juicio, (…) su actitud es criminal: en vez de suero para el enfermo, dinamita para espantar niños (sic) ¡Nos tenemos que indignar! Cuando las marchas son justas y correctas, uno la(s) apoya, y el presidente Evo y nosotros apoyamos esas marchas (sic). Pero cuando las marchas son injustas y son en base a mezquindades y mentiras, nos indignamos”. “(Álvaro) García Linera criticó actitud de dirigentes de la COB”, en Telesur, sábado 09.04.11.

Comencemos aclarando a quién va destinado este artículo. Evidentemente no está destinado a los trabajadores, a los obreros y campesinos o a los artesanos del país, en cualquiera de las formas de organización existentes (sindicatos, cooperativas, microempresas). Está dirigido a esos sectores de la clase media que sin interés particular subalterno intenten abrir paso a una comprensión articulada y orgánica de lo que sucede mediante el trabajo intelectual; el trabajo del pensamiento, no su especulación retórica. Por fuerza esta lucha es en primer lugar con el lenguaje y las limitaciones de quien escribe para comunicar, no para informar ni reproducir información. Se trata de llamar la atención de la clase media intelectual, sin contemplaciones ni complacencias con la autoimagen que tiene de sí misma, ni con la historia cercana que se quiere ocultar por motivos harto obvios.



El sentido de la coyuntura en curso

Quienes sostienen algún tipo de interés particular a favor del gobierno boliviano actual —el evismo creado por Álvaro García y Pablo Stefanoni, sobre todo cuando escribían juntos antes de llegar al poder del Estado el 2006, intelectuales de la clase media ambos— atribuyen este sesgo a la lucha de protesta de los trabajadores bolivianos, que vuelven a movilizarse para rechazar la política económica del MAS. ¿Qué significa políticamente limitar las demandas a luchas “justas y correctas” como citamos en el epígrafe, que es la manera de negarles ese doble carácter? ¿Cómo las difunde la propaganda oficialista, a tal punto ciega a la realidad y obsecuente con quien manda en el Estado, que otros medios privados como el diario La Razón, deben acudir en auxilio del Vicepresidente, señalándole lo inmoderado de dichas descalificaciones? ¿Qué agregan otros operadores evistas del Vicepresidente (como Óscar Vega) y peronistas actuales (permanentemente Pablo Stefanoni, desde www.rebelion.org, Página 7 y muchos otros medios) ficcionando su propio papel como el de observadores críticos? La virtud de la lucha obrera consiste en mostrar las limitaciones clasistas del momento actual en los gobernantes, los intelectuales y los propios trabajadores.

¿Un golpe de Estado por la COB?

La publicidad que el gobierno del MAS difunde, como punto de vista oficial acerca de los conflictos que hace varios días tienen en tensión a la sede de gobierno (La Paz), repite la afirmación de que los trabajadores movilizados alrededor de la COB no tienen razón en sus demandas porque éstas habrían sido atendidas, y procura dividir y desmovilizar la creciente protesta obrera, en la que el papel central lo tiene el proletariado minero. Recientemente, el propio presidente Evo Morales ha sostenido que la movilización tendría un carácter sedicioso: se trataría de un “golpe de Estado” protagonizado por los trabajadores mineros cooperativistas o de la minería privada y el vicepresidente Álvaro García, que desde el “gasolinazo” de diciembre pasado sostiene razones tecnocráticas para descalificar la lucha obrera (presupuestarias, macroeconómicas en general) y plantea como disyuntiva “aumento de salarios o inversión estatal”, arguyendo que nunca la COB se habría equivocado tanto como al manchar (con pintura) los símbolos patrios en las últimas marchas.

Entre contradictorias y retóricas declaraciones sobre la pretendida superación del D.S. emblemático del neoliberalismo (el 21060 de la libre contratación de la fuerza de trabajo regulada “por el mercado”), el Vicepresidente termina por calificar de “mentirosos y mezquinos” a los movilizados, amenazando con la ley para despedir o disminuir salarios por los días que dure la huelga de los trabajadores y evitando explicar las causas de la protesta, de esas marchas que bajo otras razones dice que él y el Presidente las apoyarían. Esas razones no son otras que el descontento obrero y popular desde que la política económica del gobierno del MAS fuera parcialmente desenmascarada en diciembre pasado por su propios autores: la tecnocracia evista que gestiona la economía nacional y cuyo primer resultado inobjetable es el fracaso de una política sobre los hidrocarburos y la postergada industrialización basada en el gas, cuya utilización demagógica de montos ficticios de reserva ha sido finalmente admitida en los pasados días: 9.94 trillones de pies cúbicos (TCF en inglés) de reservas probadas de gas (consultoría encargada a Ryder Scott), en vez de los 26,7 declarados el 2006 por el mismo presidente de YPFB, señor Carlos Villegas, que avalara dicha suma y ahora lamenta sea mucho menor.

La Agencia Boliviana de Información del gobierno (ABI) el pasado 6 de abril, informa que para el vicepresidente, la protesta obrera “no es legítima y no es justa” pues la COB habría renunciado a su papel como “representante universal del pueblo”. Se refiere a la actual exigencia de aumento salarial en un país como Bolivia, en el que las condiciones materiales de existencia de los trabajadores no han dejado de ser dramáticas tampoco después de seis años de gobierno del MAS: la extrema pobreza indígena y la precariedad que lleva a situaciones laborales penosas a dos millones de niños, una cuarta parte de la población boliviana, cuyo espanto no es el ruido ni la dinamita de los mineros como afirma el Vicepresidente.

Como esto requiere alguna forma retórica, aunque fuera la tecnocrática general de todos los gobiernos en los que una elite reemplaza al pueblo, el Vicepresidente a nombre del gobierno todo anota la simpleza de que el gobierno “no descuida los salarios” y afirma que el salario se habría duplicado en relación al del 2005 (ABI, 06.04.11), agregando que el decreto emblema del neoliberalismo habría sido “aniquilado el 1ero. de mayo del año 2006” renegociando contratos con las transnacionales petroleras, lo que habría permitido al Estado boliviano “convertirse en un Estado fuerte, vigoroso y musculoso que está creciendo y seguirá creciendo más” (“Decreto 21060 está aniquilado”, ABI. 06.04.11).

Seis años de reforzar la ideología nacional-populista

Desde fuera de Bolivia, algunos otros analistas que apoyaron al MAS también comienzan a virar en sus preferencias, arrastrados esta vez en sentido contrario al de las ilusiones fáciles del “cambio” y llevados por la inmutable voluntad procapitalista del gobierno boliviano y otros de la región (“progresistas” es la expresión que los nacional-populistas latinoamericanos prefieren), aunque su desconocimiento de la realidad boliviana es a tal grado obsecuente, que la descalificación teórica de Antonio Negri vicia la crítica que se hace sobre el Vicepresidente boliviano. Es el caso de Heinz Dieterich quien sostiene que “el principal freno estatal (sic) al Socialismo del Siglo XXI en Bolivia (…) es el Vicepresidente Álvaro García”. (Ver “Chávez, Fidel, Evo y Correa no construirán el Socialismo del Siglo XXI”, en www.bolpress.com, 12.04.11).

Ya no pueden creerle al Vicepresidente, respecto a otros atributos declarados del Estado musculoso, analistas políticos que alentaran y defendieran lo que llamaron “el proceso constituyente” buscando ecuanimidad, como Roger Cortez (La Prensa, 11.04.11).

Tampoco pueden hacerle eco sin restricciones los nuevos editoriales del diario La Razón, por la simpatía de larga data que evidencia ese medio con un dirigente del viejo MIR (ahora jefe del MSM, Juan del Granado). En lo que sí alinea su posición La Razón con la del Vicepresidente, es contra los trabajadores, descalificando la movilización de la COB con expresiones de la clase media intelectual que, atemorizada por la protesta obrera se desplaza hacia un lenguaje de derecha: “Protestas y violencia” se juntan en el editorial de La Razón del pasado 9 de abril y avala al Vicepresidente. Cito destacando lo ya indesmentible: “Ayer el Vicepresidente del Estado (…) abundó en argumentos que demuestran que detrás de las movilizaciones de la COB y de la CNS hay intereses espurios antes que una legítima defensa de las conquistas o los derechos de los trabajadores, (que) prefieren la estrategia maximalista de exigir más dinero cuando las autoridades ya han señalado que no es posible”.

¿Qué es lo que resulta de la movilización obrera para la Dirección de La Razón? “Además de causar zozobra y malestar en la población paceña, ha sido, lejos de afirmar las demandas, un creciente descrédito de las actuales dirigencias. (…) Cabe, pues, esperar que los dirigentes (…) devuelvan a la población la tranquilidad que le han arrebatado” (La Razón, 09.04.11). Los aliados del Vicepresidente en el diario La Razón, proporcionan un exacto ejemplo de lo que debe entenderse por defensa de intereses particulares contra los intereses universales: “la población paceña” reemplaza la sede de gobierno que lo es de toda la república; su zozobra no sería la de los trabajadores sino mayor; las demandas por un salario que compense la inflación del “gasolinazo” o añada paliativos a su trabajo mal remunerado se traduce como “pedir más dinero”. Es claro el lenguaje que adhiere al MSM y cómo descalifica al pueblo cuando este se moviliza.

Un editorial apenas posterior intenta matizar, afirmando que la convocatoria desde el propio Palacio de gobierno a campesinos oficialistas para que se trasladaran a la sede de gobierno es altamente riesgosa, pues las demandas obreras serían cuando menos parcialmente legítimas. Y, añadimos, ya no habría adjetivo imaginable para la zozobra de la población urbana paceña.

Es decir, la misión jesuítica del evismo

Primero se invistieron los asesores del Presidente, comenzando por el propio Vicepresidente, de una praxis política ajena y que nunca procuraron ejercitar, la del “mandar obedeciendo”. Luego, al ir objetivizándose la pretensión de construir un nuevo Estado a la medida del discurso del evismo (el Estado Plurinacional), los evistas se autoatribuyeron el carácter de un proceso constituyente que adulteraron con las prácticas clientelistas y autoritarias más groseras y conocidas, frustrando el debate democrático y pluralista en la Asamblea Constituyente. Abandonaron la Agenda de octubre para reivindicar a “los movimientos sociales indígenas” como “brújula” y síntesis del “pluralismo” (así lo ficcionan los cuadros políticos de Comuna dependientes de la Vicepresidencia, véase entrevista a Óscar Vega en Cambio, 30.03.11). Y al abandonar la movilización resultante de octubre del 2003 se dieron a representarla desde el gobierno y con el viejo poder ampliado, el de los viejos empresarios que el Vicepresidente halagó desde un comienzo (2006).

Pero entre la legítima e indeclinable esperanza popular expresada en un porcentaje electoral del 64% a favor del MAS y el desenmascaramiento de la política del gobierno (no sólo del Vicepresidente, sino del Presidente Evo Morales y su entorno evista y tecnocrático), atentando contra la economía popular con el inédito, casi absurdo, incremento de los carburantes hasta en un 80% (el “gasolinazo” de diciembre del 2010), las metafísicas “política matemática” del Vicepresidente y la “matemática indigenista” del Canciller, quedaron en evidencia.

En un nuevo paso atrás irremediable, en el paradójico estilo “leninista” que lo caracteriza, el Vicepresidente anuncia que si el MAS no tiene hoy “un candidato para la dirección de la COB, en el futuro lo tendrá” (ABI, 08.04.11) y con la retórica ya viciada de irrealidad precisó en la misma declaración: “Vamos a ingresar a ese campo con la mayor amplitud y transparencia y sin asumir acciones que maltraten a la ciudadanía”.

No diremos aquí lo que los trabajadores deben comprender y hacer en consecuencia. Es la propia realidad, más nutrida y consistente que estas palabras en el papel, la que les advierte a qué pensamiento y conducta se adscribe una pretensión como la señalada y nos limitaremos a registrar que la identificación de la función del Vicepresidente como contraria a los obreros es el reflejo inevitable de su adhesión al evismo. No son el Vicepresidente o la persona que ocupa esa función, el obstáculo para avanzar en las reivindicaciones de los trabajadores, que debemos comprender en un sentido estratégico como propias; es el papel que cumple un proyecto subalterno como el del MAS y el llamado “proceso de cambio”, como gestión evista del gobierno, la que da aliento e impunidad al viejo poder estatal corrupto, ampliado a elites de la pequeña burguesía propietaria y la intelectualidad paraestatal.

Este el tamaño del jacobinismo evista, no mucho mayor al de sus pretendidos sucesores en el MSM, que mediante Juan del Granado declaran en nombre del pluralismo sobre su colaboración con el MAS contra los comités cívicos: “Entonces, claro, había que responder con fuerza, con autoridad y seguramente con autoritarismo” (sic) y que ahora estaríamos “en riesgo de que la población empiece a mirar al pasado y diga estuvimos mejor con los neoliberales”. (“El autoritarismo del MAS ya llega a la gente”, Los Tiempos, 10.04.11). Ni siquiera respecto al neoliberalismo el MSM sería una alternativa progresista, si es que recordamos que avaló al gonismo, pero no es el neoliberalismo lo que enfrentan los trabajadores en Bolivia, sino una corriente de esa “izquierda” a la que también el MSM adhirió mientras hiciera parte de la burocracia estatal, la del evismo, que es propiamente el llamado “proceso de cambio”; eso que el Vicepresidente Álvaro García ha definido bien, en su incorregible ambigüedad, como “todo un entorno (el de Evo Morales) que asume esto como misión jesuítica casi” (ver “Evo es insustituible”, Los Tiempos, 13.03.11).

El modelo kirchnerista del “nacionalismo moderado”

Junto a Álvaro García insiste otro admirador del jefe del MAS ¾cuya “autenticidad” ha sido certificada por no pocos militantes nacionalistas argentinos—, el periodista Pablo Stefanoni, cuya visión alucinada y conveniente ambigua de un peronismo eterno, sólo está dispuesto a admitir que la señora Cristina Fernández no llega a tanto: “El peronismo es infinito, y pese a los esfuerzos por definirlo seguirá ahí, porque la Argentina es peronista” (Página 7, 07.03.11). Su más reciente diagnóstico acerca de la política del MAS señala que de lo que se trataría es de una “crisis de narrativa” es decir del discurso evista y sugiere aprender de la enorme creatividad del kirchnerismo para conseguir “el apoyo de sectores progresistas de las clases medias” y alcanzar un “nacionalismo moderado” (Página 7, 03.04.11), pese a que la realidad que él mismo describe en días previos, es semejante a la disputa entre el MAS y el MSM: “Todo eso alentó a Cristina a construir el cristinismo a expensas del peronismo, a apoyar a un ex comunista, hoy centroizquierdista, como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires contra el propio candidato kirchnerista Daniel Scioli (ambos irán con la papeleta Cristina presidenta). Hoy el kirchnerismo es, en varios sentidos, más cristinista que peronista. Muchos alcaldes se quejan, otros maldicen puertas adentro que las balas sean ´fuego amigo´, pero nadie sabe aún qué hacer” (Página 7, 07.03.11).

Por Stefanoni podemos comprobar que es cierto que “éste no es el peor momento del MAS” como dijera el Vicepresidente, sino que ya es un mal momento del evismo, del núcleo discursivo del ficticio “proceso de cambio” que se oculta para los trabajadores en la imagen todavía huidiza del presidente Evo Morales. Ya no basta ocultarlo tras el Vicepresidente y de todo debate público, para que los trabajadores no adviertan quién está detrás del “último jacobino”, alguien más parecido a un conscripto rezagado del viejo pacto militar-campesino. Ahora las amenazas del Vicepresidente y sus conminatorias son rebasadas por la movilización obrera y el Presidente debe perder la inocencia continuamente, negociando bajo presión de los trabajadores. La “nueva ola” de movilización se está produciendo y no por virtudes del evismo sino por su desidia a escuchar y mirar al pueblo. Ya no lo reconoce, por ahora mira hacia la Policía sin dejar de acunar lo peor en ella y en las FF.AA.

Es el jefe del evismo como encarnación del “proceso de cambio” quien mira a todos lados y convoca a los ex presidentes sobrevivientes, no sólo del viejo sistema de partidos y de la “democracia pactada” del viejo MIR a la cabeza (Jaime Paz y Fernando Cajías), sino a los que durante fines de los 70 avalaron al neobanzerismo militar de manera vergonzante: la señora Gueiler del MNR de Paz Estenssoro (1979) y el gral. Guido Vildoso (1982), el último de los golpistas militares de aquel periodo. Los bolivianos ya no debieran atender a su división interna sino cantarle al mar: esto explica la molestia y posterior arremetida del Vicepresidente contra los trabajadores, que no obedecieron su dictamen acerca de que “ya no es tiempo de enfrentamientos” cuando en vez de acompasar el himno de “retorno al mar” en la Asamblea Plurinacional ¾que el Vicepresidente, fiel a su imagen ilustrada leía¾ agraviaron, así lo declaró, la bandera y la whipala (Cambio, 09.04.11).

Una nueva izquierda es democráticamente necesaria

Quienes no somos “amigos” o “enemigos” del Vicepresidente, pero pensamos que los trabajadores se movilizan por causas objetivas y no ocultas (“detrás de las movilizaciones”), que cabe desentrañar y que en cualquier caso significan un conflicto en el que el poder y el Estado no son inocentes, reivindicamos la necesidad e importancia de que al interior de todo el espectro de expresiones políticas existentes o nuevas, se potencie una izquierda radical, no hegemónica ni únicamente “progresista” y menos “minimalista” (de parientes y amigos en una pedagogía conservadora previa a la Revolución de 1952, que el viejo MIR encarnado en el MSM actualiza). Sin embargo, advertimos en la actual situación crítica, la pretensión ya senil en su repetición a lo largo de nuestra historia política moderna (post 52), no sólo de adulterar el sentido de la dura lucha obrera y popular de los trabajadores en Bolivia, como hace el MAS mediante el discurso ya débil del evismo, sino, ante el fracaso de sumar a la clase media a un errático proyecto nacional-populista, la voluntad de ignorar toda crítica desde una izquierda sin pretensiones burocráticas como es la que alentamos.

A esta actitud se opone la antidemocrática y antipluralista costumbre “políticamente correcta”, de censurar y negar toda crítica de izquierda no comprometida con el uso del poder estatal. El horizonte es el de una mayor descalificación de esa crítica como “sectaria”, “aislada”, “traidora” y los adherentes del evismo y del optimismo sin realidad, insistirán en este camino que tiene al frente la realidad miserable de nuestro pueblo. El más claro síntoma de esta alineación contraria a los “intereses universales” que reclama el Vicepresidente e intenta continuar el MSM, es el silencio sobre la responsabilidad y el papel de los intelectuales. Una izquierda radical, es decir, simplemente congruente con el principio de transformar la realidad injusta, se pone en debate ella misma. Este es el camino, ni siquiera especificado en un sentido clasista -partidariamente inexcusable- que me parece puede contribuir a que la clase media no se desgaje de los procesos de reivindicación del pueblo trabajador, cuya movilización señala donde está la dinámica y el potencial en un sentido colectivo.

Las provocaciones sin fin y la nueva COB

Por cierto que no ignoramos que es posible que los propios mineros aprueben las alternativas de regateo del gobierno porque algunas medidas oficiales favorecerían a ese sector de los trabajadores en particular, como se ha dicho en la prensa de estos últimos días. Es posible, pero a diferencia del porismo intemporal (el “infantilismo de izquierda”), ello no representaría sino un índice de esa esperanza y confianza sin límites que los obreros del subsuelo tienen en la modificación, así fuera paso a paso, de la situación de hambre que no se ha modificado para los trabajadores.

El “proceso cambio” no parece ya probable a largo plazo como no lo es hoy, porque los intereses del poder que el gobierno del MAS y el evismo en particular alienta, no son semejantes ni a la táctica de lucha obrera ni al horizonte histórico de su estrategia. El deterioro del evismo es la muestra de los límites del proyecto nacional-populista que ya no se puede alimentar de la genuina movilización popular y debe comenzar a reprimirla o a fantasear con su sustitución plena, usurpándola.

No es el capitalismo de Estado el que dará respuestas a la COB (como ha argumentado Roger Cortez en La Prensa, 10.04.11, cuestionando la ausencia de honestidad informativa gubernamental); no son los trabajadores los que buscan la caída del MAS, ni que la COB esté “claramente infiltrada por la oposición y el Imperio (estadunidense)” como afirman periodistas del régimen en un notable lenguaje descalificador de la lucha obrera por “salarialista” (“Nueva ofensiva para ´tumbar´ a Evo”, de Fortunato Esquivel en diario oficialista Cambio, 13.04.11); o que la COB responda a “sectores de la ultraderecha que la tienen infiltrada” como sostiene el viceministro de Coordinación con los movimientos sociales (sic), César Navarro (Opinión, 10.04.11); ni disuadirá a los trabajadores la opinión de analistas neoliberales que el diario oficialista Cambio ya citado ahora les opone, como la del señor Armando Méndez, quien advierte que un aumento salarial en 5% mayor al oficialmente decretado conduciría a un proceso inflacionario; o declamando como hace el Vicepresidente contra la “irresponsabilidad histórica” del pasado de la inflación que fue resultado del periodo de dictadura militar banzerista que la socialdemocracia centroizquierdista de la UDP cargara al pueblo (misma que ahora forma parte del MAS y el MSM); no son los trabajadores los que pueden dar un “golpe de Estado” como ha denunciado internacionalmente el presidente Evo Morales, posibilidad que sólo corresponde y así lo prueba la historia, a la fuerzas represivas del propio Estado que el MAS potencia con armas y funciones estatales ampliadas, además de incumplir su promesa de “abrir personalmente” los secretos archivos de las dictaduras pasadas.

Desde el punto de vista de la necesidad de un cambio real del poder y hacia una reforma intelectual y moral de nuestras costumbres políticas, la política desarrollista del MAS y su natural continuación pequeña burguesa con el MSM, representan el camino contradictorio por el que avanza el pueblo conforme el baile de disfraces va decayendo. La primera tarea para que la independencia clasista y el programa virtual que resulta de las movilizaciones y actos de masa lleguen a mejor fin que el que posterga el nacional-populismo, es el debate interno y la disposición a escuchar todas las voces críticas en el seno del movimiento obrero y popular. La COB tiene este desafío para acoger aportes críticos; los intelectuales el deber de hacerse presentes con su palabra comprometida. El Estado Plurinacional cumplirá su parte contraria de procurar dividir sectorialmente y los intelectuales del evismo y el MSM de exhibir su silencio a tiempo de lamentar junto a los conservadores y liberales de la oposición de derecha, el retorno del “conflicto” a la sede del poder central.

*Profesor universitario de Ciencia Política y Administración, reside en México

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