El proceso de cambio

Víctor Gutiérrez

guillo cambio Muy poco duró la algarabía para muchos ciudadanos bolivianos que el 18 de diciembre de 2005 festejaron a lo largo y ancho del país el triunfo del MAS hacia la conducción del Gobierno de Bolivia, con la idea casi segura de que haría un Gobierno de verdadera transformación y de cambio, le entregaron entonces toda su confianza. Poco duró el espejismo que se creó con su llegada a Palacio de Gobierno, muy pronto y contra todo pronóstico (en aquel entonces) el Gobierno del MAS adoptó formas de conducta y comportamientos parecidos a los de las épocas dictatoriales, a los que les sumó su gran cuota de rencor, con consecuencias terribles para el país.

A 5 años de Gobierno, Bolivia se halla peligrosamente dividida y fragmentada, que la débil institucionalidad que ya existía en el país hoy día parece ya herida de muerte, a tal punto que la democracia está nada menos que a punto de perecer para dar paso a la “inauguración” de una especie de dictadura de nuevo tipo lograda de manera “sui géneris”, es decir, no por la vía del tradicional “golpe militar” sino por la suma total del poder público, donde la independencia y separación de poderes es tan sólo una vieja teoría arrinconada, y que lo que ahora reina es la voluntad omnímoda de un Órgano Ejecutivo en cuyo proceso de concreción el Órgano Judicial sirve nada más que para validar una cadena de actos ilegales, así como el Ministerio Público asume una especie de control político y de brazo “legal” para someter y acallar la disidencia y el libre pensamiento en el país.



El Gobierno del MAS no contento con haber convertido a la democracia boliviana en una democracia envilecida y el problema del narcotráfico que se registra al presente y que como pocas veces se había visto, actividades ilícitas que se producen a vista y paciencia de autoridades gubernamentales, y, a las que hay que sumar el fomento al mercado ilegal de la venta de vehículos en todo el territorio del país, hacen y convierten en los hechos a Bolivia en un “vecino” que cualquier país que mínimamente encuadre sus actos en el marco pleno de la ley quisiera evitar tenerlo como país amigo. Si a esto le añadimos las relaciones peligrosas que sostiene el Gobierno del MAS con conocidos genocidas como Ahmad Vahidi (ministro de Defensa Iraní), la situación que hoy vive Bolivia es de alto riesgo y que de seguir así puede traer consigo consecuencias imprevisibles para miles de bolivianos.

Así como van las cosas estamos casi seguros que cuando este Gobierno termine su mandato tendrá como epitafio la siguiente frase: “Aquí yace el Gobierno que separó y dividió a los bolivianos”.

Opinión – Cochabamba