De Bismarck a Merkel

Mariano Grondona

marianogrondona200.200 Hacia 1870, el espacio europeo de habla alemana incluía nada menos que 39 estados independientes, 37 de ellos "miniestados" y sólo 2 verdaderos "Estados" en lucha entre ellos: Prusia y Austria. Fue en aquella época que Otto von Bismarck, el canciller prusiano, comenzó su obra de unificación alemana mientras Italia hacía lo mismo a partir del Ducado de Saboya. Otras naciones europeas como Francia, España y el Reino Unido habían logrado su unificación en forma "temprana", alrededor del siglo XV, en tanto que la unidad alemana y la unidad italiana fueron realizaciones "tardías", posteriores incluso a la independencia de las naciones latinoamericanas.

El método a través del cual Bismarck concretó su empresa de unificación fue "económico" porque promovió una unión aduanera entre Prusia y los "miniestados" que la rodeaban, que recibió el nombre de "zollverein", un nombre que también se aplicaría a la moneda común de la unión aduanera.



La sabia conducción de Bismarck eludió así la guerra en Europa excepto frente a la Francia imperial del "pequeño" Luis Napoleón, a quien el canciller prusiano-alemán derrotó en 1870-1871. Pero sus sucesores alemanes no tuvieron su lucidez porque, si bien siguieron buscando la primacía alemana en Europa, la intentaron a través de dos guerras que resultaron catastróficas, la Primera Guerra Mundial iniciada en 1914 y la Segunda Guerra Mundial iniciada en 1939.

En ambas guerras, Alemania fue derrotada por la coalición de las naciones aliadas que se formó en torno del Reino Unido y los Estados Unidos de América.

Después de haber logrado la unidad de los pueblos germanos mediante una ofensiva económica, Alemania desvió su camino al pretender el dominio de Europa mediante las armas con el kaiser Guillermo II, que echó a Bismarck en vísperas de la Primera Guerra Mundial, y con Hitler en la Segunda Guerra Mundial.

Lo que está ocurriendo ahora con la Alemania democrática, que preside la primera ministro Angela Merkel desde 2005, ¿no significa que ella ha vuelto a utilizar el exitoso método bismarckiano al impulsar la primacía germana en el Viejo Continente a través de la economía, mediante la paz y no mediante la guerra?

El nombre de este nueva empresa es la "Unión Europea" que, habiendo sido fundada en 1950 por Alemania y otros cinco países, hoy cuenta con 27 Estados miembros, 17 de los cuales convergen en el "euro", su moneda común. Lo que hay que preguntarse ahora es si la Unión Europea y el "euro" no se han convertido, como el zollverein ciento cuarenta años atrás, en el nuevo instrumento pacífico de la expansión alemana.

Antes, la Prusia de Bismarck salió en demanda de la primacía en Alemania; ahora, la Alemania de Merkel sale en demanda de la primacía en Europa mediante el "euro" en lugar del zollverein, es decir, a través de un método paralelo al que utilizó Bismarck.

¿Se repite entonces la historia? De Bismarck a Merkel, ¿no sobrevuela en el fondo el mismo lema, "Deutschland über alles", "Alemania por sobre todo"?

La historia no se repite exactamente porque el tiempo no gira "en círculos" sino "en espiral": las "oscuras golondrinas" de Becquer "volverán sus nidos a colgar", pero esto ya no lo harán las mismas golondrinas.

Merkel, por supuesto, no es Bismarck. Este era un gobernante típico del "despotismo ilustrado". Aquella es una gobernante típica de la democracia que, por serlo, debe transigir una y otra vez con las fuerzas internas que la condicionan. Tampoco la rodean sólo "miniestados", como a la Prusia del siglo XIX, sino poderosos Estados como Francia, Italia y España dentro de la zona del euro y el Reino Unido fuera de ella.

Aunque no sea en círculos, ¿no gira la historia, aun así, en espiral? ¿Cómo hizo Bismarck para conducir al resto de Alemania? Le impuso su férrea disciplina prusiana. Lo que ahora intenta Merkel, ¿no es imponerle al resto de Europa, también, la férrea disciplina monetaria alemana?

Antes, Estados en crisis como Grecia, Portugal, Irlanda y la misma España, hubieran podido apelar al consabido remedio de la devaluación para atender a sus necesidades internas pero hoy ya no pueden hacerlo porque la rigidez del euro las condiciona.

El mensaje de Merkel a las naciones europeas en crisis, un mensaje al que se ha unido el presidente francés Nicolás Sarkozy, podría traducirse por ello de este modo "serán con el euro, o no serán". Las "golondrinas" de la supremacía alemana no son las mismas en tiempos de Merkel que en tiempos de Bismarck pero, pese a ello, están volviendo.

El País – Montevideo