Estadistas, liderazgos y caudillos

Guillermo Capobianco Ribera

CAPOBIANCO OK “Recuerda que eres mortal”.

La leyenda del Imperio Romano dice de un súbdito que caminaba al lado del Emperador, en días de gloria, al retornar de una batalla victoriosa.



En el esplendor del poder, los emperadores romanos ascendían a la condición de dioses, despegado de la realidad e inalcanzables a los ciudadanos comunes.

La leyenda también dice que el grandioso imperio se desmoronó como castillo de naipes destruido desde adentro, por las pugnas sangrientas, crímenes, asesinatos y corrupción desmesurada.

Pareciera que la esencia del poder es la misma en todo tiempo.

Los pueblos de Latinoamérica aún recuerdan la figura señera del joven oficial de la Fuerza Armada de Venezuela cuando ordenó a sus hombres replegarse a sus cuarteles ante el fracaso del golpe de estado sangriento en las calles de Caracas.

Ingresó en prisión, luego puesto en libertad para salir directo a las urnas y ser aclamado por el pueblo movilizado y las multitudes irredentas

Su credo y su doctrina fue y sigue siendo el legado de Bolívar.

Tenía condiciones para transformarse en estadista, más tarde en líder popular pero después devino en populista y al final se hizo caudillo de la patria del libertador, impulso un Proyecto de dimensiones Continentales y de proyección mundial.

Inundó el escenario nacional con símbolos y uniformes de soldados y de milicias armadas emulando otros procesos de otros países, desfilando por anchas avenidas a la usanza de los ejércitos imperiales de hace dos mil años.

Los caudillos no soportan a iguales en el liderazgo y en la jerarquía del Estado.

El Gral. Isaías Baduel, lider militar venezolano; esclarecido y culto; héroe de la Revolución Bolivariana; que rescató de los golpistas con sus hombres al líder popular, fue destituido y encarcelado.

Era potencialmente idóneo, este prestigioso militar, para la sucesión constitucional alternativa en un proceso democrático como el que se perfilo en principio con todas sus características.

Nadie podrá negar que la Revolución Venezolana cambio a ese hermano país con la fortaleza y energía vital del Presidente Chávez y con la cuantiosa y millonaria renta petrolera distribuida entre los más pobres.

Hasta que llegó al dominio absoluto del Estado, del Gobierno y de las Instituciones y organizaciones sociales.

Esta es una Revolución Democrática pero “Armada” dijo el 5 de julio en el “Paseo de los Próceres” en Caracas, haciendo referencia al poderoso ejército que exhibía al mundo frente a los poderes del “Imperio Norteamericano”

De pronto todo cambio, pues al igual que el Gral. Bolívar hasta ahora no ha logrado aun y el pueblo lo espera, doblegar a la naturaleza humana como doblego al poder.

La memoria colectiva de los pueblos recuerda que durante los años cincuenta del siglo pasado cuando la oligarquía pintaba graffitis en las calles de Buenos Aires mientras Eva Duarte de Perón – Evita- agonizaba en su lecho de enferma.

Decían los muros: “Viva el Cáncer”.