Con lo justo

La Selección de Sabella le ganó 1-0 a Venezuela con un gol de Otamendi de cabeza, tras un córner de Messi. Argentina hizo un buen primer tiempo y se desinfló en el segundo. Atrás se vieron viejos nuevos desajustes.

Tiene cabeza. La primera sensación es que esta Selección, nueva pero no tanto, con nombres frescos y otros viejos, con ausentes y regresos, tiene cabeza. No sólo por Alejandro Sabella, el nuevo conductor, que estrenó el ciclo con el triunfo que quería para ganar tranquilidad y no acotar el crédito tan rápido en estos tiempos de resultadismo extremo. También tiene la cabeza para conducir el equipo de Lionel Messi, otra vez figura, lo mejor durante el mejor rato de la Argentina en ese primer tiempo que gustó por la movilidad y las conexiones del crack con Lucho por derecha y Di María por izquierda. Y también cuenta, esta Argentina, con esa cabeza de Otamendi que fue clave para ganar el partido en India, en el bautismo del ciclo, con ese cabezazo de pique al piso que significó el gol del triunfo.

Argentina mostró cosas positivas en este primer partido. El que esperaba ver a Holanda del 74, o al Brasil del 70, probablemente se haya dejado llevar por ese exitismo extremo que gobierna al fútbol argentino, y supone que un cambio radical, barre con todos los males. No es tan así. Se vio en la cancha. La Selección ratificó que Messi, por su fútbol total, será el conductor y líder de este equipo. En ese primer tiempo que fue lo mejor del equipo, cuando Leo se recostaba por derecha para juntarse con Lucho, encontraba a Higuaín como descarga por el centro, o lo hacía a pasar al ataque a Di María con pases profundos y precisos, se vio la mejor versión de la nueva Selección. Messi partía desde la derecha, como punto de referencia, pero anduvo suelto por todos lados para juntarse con quien le diera la gana.



Más armador que goleador, con más juego que llegada, se las ingenió para conducir al equipo con su quinta velocidad y su gambeta indescifrable. Pero Argentina no pudo quebrar a Venezuela con las llegadas de Di María, ni con algún remate del Messi tras un slalom entre piernas rivales en el área, y en el segundo tiempo la Argentina perdió intensidad. El cansancio hizo perder claridad.

El partido bajó el nivel, se hizo tedioso como muchas veces ocurre con estos amistosos, y cuando el cero parecía difícil de mover. Apareció un córner, un centro de Messi al primer palo, un cabezazo de pique al piso… Y un gol aliviador. Porque un comienzo con triunfo es tranquilidad y paz para empezar a poner ladrillo sobre ladrillo en este Selección que, quedó a la vista, al menos ya tiene cabeza.

Fuente: Canal 7.

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