La sabiduría del “Cheru tata” para el TIPNIS

Susana Seleme Antelo

seleme Con la sabiduría de siglos transmitida de generación en generación por sus antepasados guaraníes, Doña Justa Cabrera -dignidad hecha mujer y dirigente indígena- encendía el “Tataendy”, el fuego que nunca se acaba. Al mismo tiempo invocaba a “Cheru tata”, la fuerza que otorga el fuego, para que la transmitiera a sus hermanos indígenas que reiniciaban la marcha en defensa del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).

Doña Justa Cabrera, que inspira respeto y admiración por sus años indefinidos cargados de vida y sacrificios, por su hablar pausado, claro y directo, es hoy vocera de la Central Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB). Con merecida autoridad evocaba a los “Iya”, los dioses del monte, y a anteriores dirigentes de su organización, para que acompañen a los marchistas, mientras alimentaba el Cherutata con puñados de yerba mate mezclada con manzanilla. Luego invitaba a las personas que hasta ese momento hacían una cadena humana en apoyo y solidaridad a los marchistas, a hacer lo mismo. Tras cada puñado, las llamas se encendían y crecía la convicción por la causa de los pueblos indígenas del Oriente, causa de la mayoría social boliviana que quiere un gobierno democrático, incluyente, respetuoso de ‘otros’, aunque sean y piensen diferente; que apueste al desarrollo sustentable, al progreso y carreteras de integración interna y externa, pero no a costa de las vidas que habitan la selva y el monte con los ‘Iya’ del TIPNIS.



El ritual tuvo lugar en la Plaza 24 de septiembre, el 16 de septiembre pasado, con el objetivo de frenar la destrucción medioambiental y mostrar solidaridad con la gente de la marcha, iniciada hace un mes. Durante ese tiempo han sorteado toda clase de inclemencias climáticas, enfermedades y cansancio, pero sobre todo la inclemente soberbia, la impostura y la indiferencia de un Evo Morales, que no tiene vergüenza de desenmascararse como discriminador y racistas frente a los indígenas del Oriente. Hoy por hoy, parece presidente de grupos sociales muy específicos y no son precisamente los indígenas originarios del país, sino los cocaleros del Chapare y los colonizadores. Ellos, como los conquistadores españoles de hace más de cinco siglos, van a la conquista del territorio, ahora el del TIPNIS, antes de otras tierras, para luego hacerlo en gran parte de parques y reservas nacionales y así satisfacer el nunca colmado apetito de sembrar más coca. En realidad es una conquista territorial y política que busca cerrar el círculo del poder total, sin que importen los medios ni las consecuencias, inclusive cuando raya en lo delictivo: ya sabemos que la nada sagrada hoja de coca no es cocaína, pero sí es la materia prima de la ilegal y delictiva actividad capitalista del narcotráfico, responsable de gran parte de los nuevos ‘clasemedieros’, hasta adinerados y muy ricos burgueses, debido a sus suculentos e ilegítimos ingresos de la economía política de la cocaína.

También sabemos que aunque la carretera tenga varios diseños, todos atraviesan y destrozan el núcleo del TIPNIS, y que es de gran interés para el noreste de Brasil –Rondonia- por donde pretende salir al Pacífico con sus mercancías; no en vano la construcción la financia el Banco de Desarrollo (Bandes) de ese país. A pesar de que había detenido los desembolsos, en tanto no se presentara la ficha de impacto ambiental, la carretera está asegurada, Lula mediante –que a eso vino hace unas semanas- lo que explica la tozudez de Morales Ayma cuando dice que se hará, ‘quieran o quieran’, y por donde está trazado el diseño original. Es decir, el más barato por ser el más corto, pero el más dañino y mortal para la preservación del ecosistema y la vida de los seres que allí conviven en armonía con la naturaleza. La lucha por la defensa del TIPNIS no interesa solamente a los 4.500 chimanes, mojeños y yuracarés que ahí habitan, sino también a toda la sociedad boliviana, pues la construcción de la carretera inexorablemente conlleva la destrucción de la selva húmeda que destrozará las 660.000 hectáreas de vegetación.

¿Con qué aval se presentará Evo Morales como el presidente de todas y todos los bolivianos? Nunca más podrá serlo ni de indígenas-originarios, ni de los pobres, ni de los k’haras-mestizos; tampoco será un presidente indígena ni defensor de la madre tierra como se presenta a la comunidad internacional. Será apenas un impostor, avezado eso sí, pues confunde y engatusa, y seguirá siendo un empecinado cocalero que maneja Bolivia como si fuera su sindicato, que creyó que ganar elecciones en democracia era licencia para hacer lo que “le da la gana” como dijo Doña Justa Cabrera, refriéndose a la carretera que matará la vida del TIPNIS, y como si fuera poco, sin haber llamado a consulta previa a sus habitantes.

Esa consulta debió ser previa no ‘post’, como quiere hacerla ahora, después y a destiempo cuando la construcción de la carretera está oleada y sacramentada. Llamará a una consulta NO PREVIA como mandan la Constitución y la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y la realizará con trampa y engaños propios de un hombre que desconoce compromisos éticos y políticos. La consulta no se hará a los indígenas del TIPNIS, sino a ‘interculturales’, invento antropológico para nombrar a mestizos, campesinos, cocaleros, colonizadores, contrabandistas y narcotraficantes de tierra y droga de la zona. Es decir, los nuevos clasemedieros y burgueses emergentes ya mencionados, merced a los ilegítimos ingresos del tráfico de cocaína, gracias a la hoja de coca, su materia prima nada sagrada.

Un registro biométrico de cocaleros, iniciado en 2010, confirma que hay 35 mil productores de coca, afiliados, de los 43.370 existentes en todo el país, y cada cocalero cultiva un cato de coca equivalente a 1.600 metros cuadrados, aprobados por Morales, cuando antes era un cato por familia. Ese número, según expertos en el tema, no contempla los cocaleros ilegales no registrados. Los legales, como afirma el propio Evo Morales, “desvían una parte de esta hoja de coca a un problema ilegal, con el mercado en el norte, en el mercado de la cocaína”, (sic) y exige que nadie exceda el cato de coca permitido. Es obvio que en una familia pueden haber muchos propietarios de un cato: padre, madre e hijos; por ende, de ahí surgen los ricos campesinos cocaleros, como en el desarrollo de la acumulación originaria del capital, vía la acaparación de la tierra. Esa es la razón por la que van tras ella, ya sea en el TIPNIS o donde la haya, ya sean tierras productivas con dueños agrícolas, o vírgenes, sin importar que sean Territorios Comunitarios de Origen (TCO) o de parques y reservas. A ellos les hará Morales la consulta sobre el TIPNIS.

Y la hará sin tener en cuenta lo que se ha recomendado sobre el tema, aun desde esferas oficiales. Entre las recomendaciones, se exige que el diseño del tramo 2, el que contempla el núcleo del TIPNIS de la carretera de marras, asegure el flujo del régimen hidráulico y que se piense en estructuras compatibles con las características del tramo, para lo cual se recomiendan utilizar viaductos con el fin de no afectar los factores del suelo, socioculturales y ecológicos, en previsión a los costos ambientales. Por esas razones, los expertos consideran que es imprescindible la elaboración de un estudio integral, con alternativas que presenten el menor daño ambiental al área protegida, que considere el futuro inducido –invasión de tierras, deforestación, plantaciones de coca- dentro del proyecto. Y por supuesto, ya desde 2009-2010, hace más de un año, los expertos gubernamentales hablaban de la obligación de la consulta previa mencionada, amén de programas de fortalecimiento en capacidad de gestión a pueblos indígenas, así como de gestión territorial -cosa que saben, no en vano viven ahí hace siglos sin dañar su hábitat- saneamiento de tierras, conservación de recursos naturales y biológicos.

En este caso, ¿es razonable la duda ética, económico-política, de que los cocaleros no tienen otro medio de vida para sustentar a sus familias y salir de la pobreza, que cultivar coca, y que siendo el eslabón más débil de la cadena productiva de la economía política de la cocaína, son también explotados y no participan de las millonarias ganancias de la ilegal y delictiva economía política global de la droga? El problema es que se han gastado millones y millones y millones de dólares en dólares en desarrollo alternativo, sobre todo en el Chapare cocalero de donde proviene la violenta autoridad sindical de Morales, sin resultados: vuelven a la coca.

En este escenario, aparece el colmo del ‘llunkerío’ –zalamería- diplomático: el Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Denis Racicot, que se ofreció para ser ‘veedor’ de la consulta. ¡Oiga Señor, la consulta era previa, no después y era a indígenas, no a los clientes del poder político! El respeto a los Derechos Humanos y la solidaridad con los necesitados, era lo que prestaba ese organismo en el pasado, cuando objetivamente abrazaban la fe democrática. ¿Qué han hecho ahora sus funcionarios por los indígenas del TIPNIS y la CIDOB, en vez de ser funcionales a los ‘burguesitos’ del MAS? Tanto se cantaron loas a la Ley contra el Racismo y toda forma de Discriminación, tanto criticaron a periodistas y medios de comunicación que rechazaban dos artículos de contrabando ahí metidos, atentatorios contra la libertad de expresión y el pensamiento crítico, pero ahora se callan en siete idiomas ante el racismo institucional del gobierno boliviano contra los pueblos indígenas del Oriente, empezando por su presidente, cada vez más antidemocrático y dictatorial.

La marcha indígena por la defensa del TIPNIS polariza al país. Y mientras Morales sigue despreciando a los indígenas de las llamadas Tierras Bajas, la CIDOB goza del apoyo del Consejo Nacional de Ayllus y Marcas del Collasuyu, de La Paz, y de sectores populares, que hasta hace muy poco creían en Morales y el MAS. Hoy se sienten estafados e indignados con la actitud del presidente que menosprecia y se burla de los marchistas a quienes reprocha que “están haciendo turismo”, amén de ser agentes del imperialismo, de USAID, de las ONG y cesa de calumniar y criminalizar a sus dirigentes.

Como cada vez que hay conflictos que lo acorralan, Morales manda a sus ministros, inclusive al indígena, David Choquehuanca, para que dialoguen de ‘indio a indio’. Hipócritas, pues ni él ni ninguno de los otros seis ministros, fueron a dialogar ni a escuchar a los que marchan sacrificadamente, sino a imponer: la carretera se hace por donde estaba prevista y no valen otras alternativas ni sugerencias. Todos pretenden humillar-detener a los marchistas y para eso mandan a sus obsecuentes ‘movimientos sociales interculturales’ para organizar cercos, bloqueos y así impedir su paso y también de medicamentos, agua y alimentos. Además hacen cavar zanjas para que la marcha no avance ni llegue a La Paz, destino simbólico por ser la sede de gobierno y donde antes fueron recibidos por otros presidentes que ni se proclamaban indígenas ni furibundos defensores de la naturaleza, pero eran demócratas.

En tanto, las salvajadas suman y siguen: para desprestigiar la pacífica protesta, Evo Morales se ufana de 130 ‘desertores’, en realidad, 130 sobornados para que abandonen la marcha, mediante el pago de dinero corrupto-corruptor. Dan más vergüenza los que sobornan que los sobornados. Pero no nos desanimemos: la marcha continúa, siempre arropada por el Cheru tata y siempre vigilada por los “Iya” del Monte.