La flor del patujú, símbolo de la marcha de indígenas del Tipnis boliviano

Es la insignia que acompaña la lucha de los indígenas de tierras bajas por la defensa del Territorio del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), mientras la wiphala pertenece a los pueblos de tierras altas.

Historia: El 17 de septiembre de 1990 llegó a La Paz la primera marcha indígena que realizó una caminata de 34 días para pedir “Territorio y dignidad”.

Marchistas identifican a la flor del patujú como su símbolo

Ícono. Los líderes de la larga columna de caminantes la llevan pintada en sus banderas blancas. Ellos afirman que la wiphala pertenece a los pueblos de tierras altas.



imageIndígenas cuando la marcha se encontraba  en tierras del Beni.. Foto Apg

Página Siete / La Paz

La imagen que identifica a la marcha indígena en defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) es la flor del patujú. Los indígenas llevan su figura pintada sobre grandes banderas blancas que portan junto a la enseña boliviana. La elección de esta flor como emblema de una marcha indígena cuestiona la idea de que la wiphala sea el símbolo originario por excelencia.

De hecho, en la larga columna, hay una sola wiphala y la portan los indígenas del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (Conamaq).

A partir de la asunción del presidente Evo Morales, el uso de la wiphala creció como emblema que identifica a los pueblos indígenas de Bolivia. Hace apenas dos meses, casi al mismo tiempo que se inició la VIII marcha indígena en defensa del TIPNIS, el 17 de agosto, el Presidente identificó a la multicolor como un símbolo originario y la calificó como “madre de las banderas en Bolivia y en toda América Latina”.

Sin embargo, los indígenas originarios de tierras bajas no están de acuerdo con las afirmaciones del Mandatario, hechas en ocasión del Día de la Bandera.

El patujú está reconocido por la Constitución Política del Estado, en el segundo parágrafo de su artículo sexto, como símbolo del Estado junto con la wiphala y la kantuta, entre otros. Pero más que un símbolo regional oriental, el patujú se muestra ahora como la insignia de los indígenas de las tierras bajas de Bolivia.

“A nosotros nos representa el patujú; si quiere saber sobre la wiphala, consulte a los del Conamaq”, dijeron los indígenas de tierras bajas, cuando se les preguntó sobre la wiphala.

“El patujú es el símbolo de la Amazonia, del Chaco y del respeto a la naturaleza”, afirmó el dirigente indígena Adolfo Chávez. “La wiphala no es nuestro símbolo. Nosotros tenemos nuestra propia identidad”, remarcó.

Según Freddy Olvea Chávez, marchista de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), la flor del patujú es “todo, la naturaleza, el medio ambiente, la selva y el monte”.

Además de identificar a los indígenas de tierras bajas, el patujú es un símbolo patrio, y la defensa del TIPNIS ha dejado de ser un asunto regional para convertirse en una cuestión nacional.

“El TIPNIS no pertenece solamente a los pueblos indígenas, es el pulmón de Bolivia y por eso nos interesa a todos los bolivianos”, resaltó Olvea Chávez.

“La wiphala identifica a los hermanos de tierras altas; ellos se identifican con ese símbolo patrio”, concluyó el marchista.

Campesinos fueron primeros en recibir a marcha de 1990

El 17 de septiembre de 1990 llegó a La Paz la primera marcha indígena.

Objetivo. La primera marcha indígena realizó una caminata de 34 días para pedir “Territorio y dignidad”.

image

La primera marcha indígena llegó a La Paz después de 34 días de caminata.Archivo digital

Página Siete / La Paz

“Jallallas” y pututus de campesinos aymaras y quechuas recibieron hace 21 años a la primera marcha indígena que partió de Trinidad hacia La Paz para pedir al Gobierno de Jaime Paz Zamora “Territorio y dignidad”.

El 17 de septiembre de 1990, a las 10:30 se escuchó el redoble de un tambor anunciando la llegada de los marchistas, quienes tras 34 días de caminata arribaron a la Cumbre después de cruzar por ríos, pampas, valles, cerros, serranías y la cordillera.

En esa ocasión, los dirigentes de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) dieron la bienvenida a los indígenas de tierras bajas y exigieron al Gobierno de turno atender la demanda de la movilización.

La Cumbre se convirtió en el “punto de encuentro” entre dos culturas. Así, indígenas y campesinos iniciaron ese día un caluroso abrazo y muestras de afecto, que luego se fueron replicando en distintas partes de su trayecto mientras avanzaron por las calles de la ciudad de La Paz hacia la plaza Murillo.

Luego de los saludos entre los dos pueblos, se realizó una ceremonia en honor a los visitantes, en la cual se sacrificó una llama para pedir el “bienestar” de los marchistas. Los líderes de la movilización, Ernesto Noe, Marcial Fabricano y Tomás Ticuasu, recibieron “la llave de los territorios indígenas de La Paz”, así como lluchos, ponchos y chuspas.

El dirigente de la CSUTCB de ese entonces , Mario Flores, dijo en su discurso de bienvenida que el encuentro de los dos pueblos “es un reencuentro de 500 años de explotación” y el fin de sectores de privilegio que usurparon sus “intereses y territorios”.

Tras la bienvenida, los marchistas siguieron su paso hacia la plaza Murillo. La marcha culminó a las 20:00 en la Catedral Metropolitana, donde los indígenas asistieron a misa, como habían prometido en Trinidad cuando el 15 de agosto de ese año iniciaron su caminata.

Los marchistas de los pueblos chimanes, mojeños, yuracarés y movimas reclamaron al Gobierno la otorgación de territorio en el Parque Isiboro Sécure, el Ibiato y el Bosque de los Chimanes, según refleja la prensa de esa época. Al final lo consiguieron.

Los detalles

Histórico Después de 34 días de caminata, la marcha indígena por el “Territorio y dignidad” llegó a la sede de Gobierno el 17 de septiembre de 1990. De más de 750 marchistas, 200 fueron mujeres y hubo un centenar de niños.

Encuentro Hace 21 años, en la Cumbre, se realizó un encuentro, cuando campesinos aymaras y quechuas recibieron con afecto, pututus y “jallallas” a los indígenas.

Entonces no se fueron hasta alcanzar sus objetivos

“Indígenas esperan retornar de La Paz con tierra y dignidad”, fue el titular de portada del extinto periódico Presencia, cuando la primera marcha indígena llegó a la ciudad de La Paz el 17 de septiembre.

Ese titular retrata la actitud de los marchistas de no retornar a su lugar de origen sin conseguir lo que se plantearon. El 15 de agosto de 1990 iniciaron la primera marcha histórica con ese fin de no volver sin nada.

Los líderes indígenas Ernesto Noe, Marcial Fabricano y Tomás Ticuasu dijeron en ese momento que el cumplimiento de su objetivo se lo deben a Dios, y que no retornarán a su región mientras el Gobierno no les otorgue territorio en el Parque Nacional Isiboro Sécure, el Ibiato y el Bosque de los Chimanes, informó Última Hora el día de la llegada de los indígenas a la ciudad de La Paz.

“Hemos subido hasta la Cumbre y este lugar es el sitio de la victoria y no retornaremos al Beni si el Gobierno no atiende nuestros planteamientos”, dijo en ese momento a su llegada el dirigente Noe.

Después de cinco días de negociaciones con el Gobierno, intentos de los marchistas de declararse en huelga de hambre ante la falta de resultados de las conversaciones, el 22 de septiembre los indígenas consiguieron su cometido.

Al final el Gobierno del presidente Jaime Paz Zamora resolvió que el Parque Nacional Isiboro Sécure, El Ibiato y el Bosque Central de Chimanes sean declarados territorios indígenas mediante decreto supremo.

“Indígenas recuperaron territorio en el Beni”, tituló acertadamente su portada El Diario.