Italia se ve forzada a cuadruplicar el interés para colocar su deuda

Europa saluda a Mario Monti con buenas palabras, pero los mercados se comportan como si en el Palacio Chigi siguiera Silvio Berlusconi de primer ministro. Italia logró colocar ayer 8.000 millones de euros en letras a seis meses y 2.000 millones en bonos a dos años, pero solo ofreciendo unos tipos de interés nunca antes vistos desde que el euro es euro.

En el caso de las letras, el interés fue del 6,5%, casi el doble de lo que pagó en la anterior subasta, un 3,53%, celebrada el pasado 25 de octubre. Con respecto a los bonos, el Tesoro italiano no tuvo más remedio que llegar hasta el 7,8%, o lo que es lo mismo, un interés cuatro veces mayor que la subasta anterior.

La única buena noticia del día fue el hecho en sí de poder colocar las letras y los bonos -se llegó a temer la cancelación de la subasta-. Todo lo demás fue nefasto. Empezando porque, pese a los intereses astronómicos, la demanda fue inferior a la de anteriores subastas. Y siguiendo por la prima de riesgo italiana -el diferencial entre sus bonos a 10 años y los alemanes del mismo plazo-, que volvió a situarse por encima de los 500 puntos durante unas horas, hasta alcanzar los 511. Al ser preguntado por la subasta, el nuevo gobernador del Banco de Italia, Ignazio Visco, sencillamente se fue por la tangente: «Veremos qué sucederá ahora con las nuevas medidas que quiere aprobar el Gobierno».



El borde del precipicio se está revelando como un lugar más espacioso de lo imaginado. Tanto que parece que Italia se está acostumbrando a vivir allí. Mario Monti, de gira por Europa, y su Gobierno de tecnócratas no han logrado dar todavía con la tecla correcta para frenar la sangría. De hecho, la subasta de ayer reunía una importancia y una atención especial por cuanto era la primera que se celebraba tras la marcha de Il Cavaliere y la llegada de Il Professore.

La rentabilidad de los bonos a dos años supone un récord desde la implantación del euro, en 1999. Ante el aumento del interés en el mercado secundario, reflejado después en el mercado primario, el Banco Central Europeo (BCE) trató de frenar la presión comprando deuda italiana.

Los resultados de la subasta incrementaron las pérdidas en los mercados de renta variable y reafirmaron la presión que vive la deuda soberana en los países periféricos de Europa. La Bolsa de Milán tampoco reaccionó de forma positiva a la subasta. Aunque abrió al alza, tras comprobar la reacción de los mercados a la oferta de letras y bonos cambió de tendencia, llegó a perder un 1,8%, aunque terminó casi en tablas. Pese a la tímida subida de ayer, la Bolsa española cerró la tercera peor semana del año, con una caída del 6,6%.

Un nuevo Gobierno italiano que, nada más nacer, ha sido informado de la gravedad de la situación, sin tapujos. Según un comunicado difundido ayer por el propio Ejecutivo, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, advirtieron el jueves a Monti que «la caída de Italia» significaría «inevitablemente» el final del euro, «provocando un estancamiento del proceso de integración europea de consecuencias imprevisibles».

El caso es que, mientras se ponen en marcha otras medidas más eficaces, la subasta de ayer solo fue el anticipo de la que se celebrará el día 29. El Tesoro tratará entonces de colocar un máximo de 8.000 millones de euros, repartidos en bonos con diferentes vencimientos: 3.500 millones a tres años, 2.000 a 10; y otros 2.500 a 11 años. Los esfuerzos de Monti por rescatar al país lograron ayer el apoyo de algunos futbolistas que, como Tommasi, anunciaron su disposición a echar una mano adquiriendo títulos, aunque en esta ocasión de deuda italiana.

La calentura de los mercados muestra además una anomalía que ya experimentaron otros países como Grecia o Portugal antes de solicitar el rescate. Los bonos a dos años de Italia ofrecen un rendimiento superior a los de diez (7,5% frente a 7,2%). Esta situación va en contra de la lógica, si no fuera porque los inversores se están anticipando a un suceso de proporciones imprevistas, como una quiebra o una quita de la deuda. En el caso de España, la diferencia entre ambos títulos también se está estrechando: un rendimiento del 5,8% para los títulos a dos años frente a un 6,6% para los de diez.

Además, las malas noticias procedentes de las agencias que esta semana llegaron a Lisboa se extendieron a Bruselas y Budapest. Si el jueves, por arte y magia de Fitch, la deuda portuguesa quedó reducida a bono basura, Standard & Poor’s rebajó ayer en un escalón la calificación de Bélgica (de AA+ a AA con perspectiva negativa), y Moody’s hizo lo mismo con Hungría (de Baa3 a Ba1, ya en el bono basura). El pesimismo sobre el futuro inmediato de la economía puede al menos traer un efecto positivo: una bajada de tipos, que podría beneficiar a países como España. El gobernador del Banco de Bélgica y miembro del consejo de gobierno del BCE, Luc Coene, dijo ayer que considera «probable» una nueva rebaja de tipos de interés, que desde el pasado día 3 están en el 1,25%.

Fuente: www.elpais.com