El capitalismo grita: ¡viva la crisis!

Fernando Untoja

UNTOJA La palabra crisis ya no tiene mucho sentido, pues se utiliza desde los años 40 y se ha convertido en banal. De ahí resulta difícil para la opinión comprender qué es lo específico a esta crisis. En Europa y en el mundo se repite cada día con más fuerza, mirando las cotizaciones bursátiles, de que la situación es grave. Pero ¿grave? y ¿cómo? y ¿hasta dónde? Es un verdadero problema, pues nos dicen que estamos al borde del hoyo y con un pie en el precipicio. Pero lo cierto es que la crisis no es nada más que el tiempo de oportunidades y de decisiones, es así como el capitalismo se recompone.

Los canales cada día nos hablan sólo de la crisis; cada experto saca sus gráficos y sus curvas sobre el mercado, la deuda, el desorden en Europa. La opinión pública tiene problemas para saber hasta qué punto esta amenaza es seria; entonces ¿de dónde viene el hiatus?



A los neo-realistas no nos gusta ennegrecer el mundo y menos la sociedad; lo que sabemos es que el capitalismo vive con la crisis. La crisis es, por tanto, una norma, lo anormal sería que no haya crisis, ahí sí tendríamos que preocuparnos. Los momentos son periodos de grandes innovaciones, de oportunidades y de regulaciones.

Entonces la cosa es simple. La palabra crisis no tiene ningún sentido; es una palabra banal con la que los economistas se llenan la boca para asustarnos. Hablan de todo, crisis económica, social, política, crisis de energía, crisis del calentamiento planetario, crisis del agua, crisis moral etc., y todo recubren con la estabilidad macroeconómica. Con esta palabra se forra todo, entonces ¿no sería mejor gritar ¡viva la crisis!?

En Bolivia, las cosas son aún peor, vivimos un entropía; tenemos grandes males de los que no podemos salir, ni siquiera es posible una crisis, pues al menos ésta podría innovar, reorganizar nuestras instituciones; así al menos podríamos saber si hemos entrado al proceso de la entropía.

El pesimismo es congénito, la edad de oro está siempre detrás de nosotros y nunca escuchamos ni leemos las cosas que nos digan algo sobre lo que está por delante; la prueba patinaje permanente, imposibilidad de despegue económico; desde hace tiempo ya los gobiernos nos cuentan historias y prometen que van a actuar con rigor frente a los mercados y nos dicen que están matando al capitalismo, lanzan propuestas muy novedosas como economía comunitaria, pero al final el mercado se impone.

Entonces, ¿en qué la situación de la crisis es particular? Si sabemos, gracias a la historia económica, que la crisis no expresa más que las mutaciones de las estructuras económicas, y que éstas siempre engendran nuevas instituciones monetarias, políticas; ¿en qué es tan particular esta crisis? Desde hace 40 años conocemos varias crisis; así la de 1973, 1979, 1982, 1993, 2001, 2007-2008, en cada una de ellas lo único que hemos hecho es trotar para no estar fuera del capitalismo.

Desde el neorrealismo podemos caracterizar la crisis del 2011 como la expresión de un conjunto de fuerzas en mutación, en el que surgen elementos como: 1) que el acné de la crisis es tanto político como económico; vemos una Europa sacudida por un pequeño país y se pone en peligro la sobrevivencia de la zona Euro. 2) Todos buscan el final de un cierto tipo de capitalismo financiero, pues es necesario, pero nadie sabe por qué reemplazarlo. 3) Las nuevas relaciones de fuerza geoeconómicas provocan temor (emergencia del BRIC) 4) En la complejidad del mundo económico, todos nos vemos abandonados, un día todo parece bien, otro día todo parece hundirse y sobrevivir. 5) Finalmente no siempre sabemos la verdad, unos dramatizan para convencer a los otros y éstos terminan por creer hasta convertirse en cómplices. En esta escala de gravedad, ¿dónde se encuentra Bolivia? Lo único cierto y nuevo es que cada mañana no sabemos lo que pasará en el día y menos el día siguiente.

Página Siete – La Paz