Pienso, luego estorbo

Susana Seleme Antelo

seleme El título corresponde a uno de los carteles ‘indignados’ en España. Otro, de los tantos que se han visto, tiene el contorno de las dos manos dibujadas y abajo una lema: “nuestras armas”. Certeros, ingeniosos, con una carga de dignidad indignada sin límites, y rabia, mucha rabia que pone el dedo en la llaga de una crisis producida por el egoísmo insaciable del capitalismo financiero internacional. Es decir, los banqueros sin escrúpulos que cargan la crisis sobre las espaldas damnificadas de ciudadanos y trabajadores de todo el mundo.

¿Por qué elegir estos dos? Pues porque uno habla del pensamiento como forma superior de la inteligencia crítica, por eso siempre ‘estorba’ al poder político y al económico. El otro muestra las manos como armas, esas que desde la comunicación y la información hablan de la protesta, del repudio y la condenan a los excesos del poder de toda índole. Esas manos escriben lo que el pensamiento libre y crítico les dicta, siempre al amparo de la necesaria objetividad en el análisis de los fenómenos políticos, sociales y de otros cualesquiera. Así, pensamiento y manos son las armas con las que los periodistas cumplen uno de los más nobles de los oficios en sociedades democráticas: informar, comunicar, analizar, instruir, promover el debate y ser críticos a lo que Karl Deutsch escribió en su libro “Los nervios del gobierno. Modelos de Comunicación y control Político”.



Obra antigua “Los nervios del gobierno… ”, allá por los años ’70 pero siempre actual pues trata las formas de control político en los procesos de comunicación-información desde los gobiernos. Si esos gobiernos son de dudoso o comprobado rechazo a la práctica democrática y plural como el de la Bolivia actual, gobierno adicto a evadir las críticas y rechazarlas, las manos que escriben lo que dictan el pensamiento democrático y la conciencia crítica, necesariamente estorban. Y trasladando el pensamiento de Maquiavelo a la reflexión sobre ‘los nervios’ de un gobierno, un buen periodismo debe desmitificar las prácticas del poder para mostrar-enseñar la verdad disimulada tras el arte de la política, cuando se trata de conservar-permanecer en el poder a cualquier coste. Si algunas sociedades están dominadas por impulsos antidemocráticos pretenden impedir el libre trabajo periodístico, pensamiento y manos se tienen que dar mañas para cumplir su misión y señalar los excesos del poder político u otros poderes, amén de criticarlos. Claro, hasta donde puedan, vale decir hasta donde el poder no les censure, no les reprima, no les ‘caiga encima’ para callarlos.

De ahí que en materia de comunicación e información, un buen periodismo estorba porque apunta a los nervios de gobiernos ‘nerviosos’ que no logran meter en el molde de los halagos y aplausos fáciles de devotos clientes del poder político, a los trabajadores de prensa ‘indóciles’. Entonces los que manejan “Los nervios del gobierno” empiezan a afectar-atacar la libertad de prensa, la libre expresión, los derechos, independencia, imparcialidad, así como el profesionalismo de periodistas a la hora de informar-comunicar con veracidad y objetiva transparencia sobre los acontecimientos políticos del país.

Tarea nada fácil, no solo por los obstáculos que ponen los hombres del MAS a los trabajadores de prensa, sino porque merced a las elucubraciones de los iluminados jacobinos que abundan en el gobierno –los de la ‘Comuna’ grupo de intelectuales, algunos fieles a la izquierda estalinista- que entran en comunión de cuerpo y alma entre el Estado y el gobierno como si fueran una sola institución. Pensar o hablar de separación, independencia y coordinación de poderes, o institucionalidad democrática en un Estado de Derecho que respete Derechos Humanos, políticos, civiles, de género u otros de toda la sociedad, así como de los pueblos indígenas o la preservación y conservación de la Tierra, puede ser un riesgo. Luego de la escandalosa represión a los defensores del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) y su histórica marcha en defensa de su hábitat y la vida en esos bosques, criticar esas acciones ejecutadas con el uso de la fuerza bruta, se ha convertido en una provocación pasible de ‘guillotina judicial’. Esas guillotinas que no cortan cabezas, pero pueden determinar el fin de la vida política de cualquier ciudadano de manera sutil o burda, es un invento de los jacobinos modernos para deshacerse de adversarios políticos, económicos o de prensa.

Tres en uno, más el poder militar: todo el poder

La explicación a esas aberraciones en democracia radica en que la administración de justicia en Bolivia está férreamente subordinada al Poder Legislativo, conducido para asuntos de importancia sensible a los ‘nervios del gobierno’ por el Poder Ejecutivo, regido según algunos analistas, por un jefe de gobierno, astutamente ungido en las urnas: el Vicepresidente, a la vez presidente nato del Poder Legislativo, según ley. Tres en uno: Ejecutivo, Legislativo y Judicial concentrado en la cabeza de una sola persona, perdón, dos. Porque no es que el presidente Evo Morales esté ‘pintado’. No, pues nada se hace ni se ejecuta en Bolivia sin su venia y sus impulsos punitivos, pero siempre anda tras bambalinas o de viaje para poner cara de “yo no fui”, cuando hay que sacar las castañas del fuego. En los hechos, las decisiones las toma él al unísono con el ‘Vice’. O como dirían los expertos taurinos, ‘al alimón’.

Vista esta realidad en clave de poder político como “violencia ejercida sobre la gente”, según Mijail Bulgakov, o como la probabilidad de tomar decisiones que afecten la vida de otro(s) pese a la resistencia de éstos, según Max Weber, se trata de una relación de dominación para que un mandato sea obedecido siempre y de cualquier modo. Aplicado ese criterio a los mencionados ‘tres poderes en uno’ se suma el monopolio del uso de la fuerza y de los hombres que la aplican. Es decir, las Fuerzas Armadas y la Policía: el poder total. Y en este punto recurro a Hanna Arendt, quien desde su mirada filosófica afirma que “un espacio público político sólo puede generar poder legítimo en la medida en que sea expresión de las estructuras de una comunicación no distorsionada”. Nada más alejado de la práctica boliviana en el ejercicio del poder político.

En ese escenario, el pensamiento y la manos de los trabajadores de prensa son las armas de repudio contra los ímpetus autoritarios-totalitarios y los ataques a la libertad de prensa de los hombres del MAS, alumnos aplicados del presidente Morales. En sus seis años de gobierno, ha calificado a mujeres y hombres de prensa como “enemigos”, “instrumentos de la derecha”, “granja de pollos” refiriéndose a conferencias de prensa, o “…ya no son pollos, sino vuvuzelas de Sudáfrica”, o como “sus peores opositores” entre otras demostraciones de su poco afecto a la libertad de expresión y a la crítica. Parece que nunca leyó ni oyó a la presidente de Brasil, Dilma Roussef cuando dijo: “prefiero una prensa equivocada y gritona a una prensa callada”.

El gobierno del MAS, como casi todos los anteriores, intenta sin desmayo ‘regular’ a los medios, ‘callarlos’ para ser más claros, si no se someten a los “nervios” de su control mediático político centralista-autoritario en los procesos de información y comunicación. Sin embargo no lo ha logrado y prueba de ellos es el comunicado del Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa, de julio pasado, en el que denuncian que “La democracia está en PELIGRO, porque la Ley Contra el Racismo en su artículo 16 cercena la libertad de expresión al pueblo boliviano mientras que el articulo 23 penaliza la labor de la prensa; lo mismo que la Ley 026 o del Tribunal Electoral, en sus artículos 81, 82, 83, 84; también el mal llamado reglamento de propaganda de este mismo instrumento legal que reglamenta la información y vulnera una serie de derechos y libertades del pueblo boliviano; la Ley de telecomunicaciones recientemente aprobada y las futuras normas anunciadas tienen una clara tendencia al control de los medios, a uniformizar la información y a violar la privacidad de los usuarios de la telefonía móvil y fija vulnerando una vez más las garantías constitucionales llegando a atentar las libertades del pueblo boliviano.”

¡Sigamos estorbando!

Hoy Morales acusa a los hombres y mujeres de prensa de haber distorsionado la información sobre la represión a la marcha en favor del TIPNIS -el TIPNIS de todos- y los acusa de haber mellado su imagen internacional. Como descargo, figuran en la web videos e información de toda procedencia sobre esa violenta acción, denunciada también en la reciente la conferencia mundial sobre el Cambio Climático, en Durban, Sudáfrica, por dirigentes indígenas. Ellos mismos protagonistas de la gesta de 66 días para dejar sin efecto la construcción de una carretera que dividía en dos ese parque nacional.

A falta de apoyo social mayoritario -hoy solo tiene menos de 30 % de aprobación de acuerdo a más de una encuesta- el presidente del Estado, ex Republica de Bolivia, y también presidente de las 6 Federaciones de cocaleros del Trópico, ha convocada a una cumbre plurinacional, aunque la calidad de lo ‘pluri’ se reduzca a funcionarios del gobierno y movimientos sociales, cocaleros entre ellos los más fieles clientes del poder político, y a algunos otros invitados para guardar las formas.

En ese encuentro -Cochabamba 12-14 de diciembre- entre otros temas, discutirán el papel de los medios de comunicación, qué se entiende por libertad de expresión, el derecho a la información y a la comunicación y las pretensiones nunca dejadas de lado, de reglamentar y ‘regular’ el trabajo periodístico y de los medios de comunicación. Los que estorban, los no ‘oficiales’, los privados, excluyendo a los del gobierno, que ha hecho del otrora canal estatal, el canal del partido y los hombres del MAS, amén de radios y periódicos. Es decir, el jefe del Estado Pluri convertirá a los movimientos sociales dóciles a los mandatos de su poder político total y sin concesiones, en legisladores de facto.

Lo que emerja como resoluciones de esa cumbre manipulada por los hombres del poder y la necesidades de ‘los nervios del gobierno’ para la comunicación y control político, será de obligatorio cumplimiento, aunque muy pocos de los asistentes tengan idea de que la información y la comunicación seria y responsable no necesita regulación alguna, más allá de la ética profesional y personal. Y una vez más, las manos que escriben lo que dictan el pensamiento democrático y la conciencia crítica, volverán a estorbar a los hombres del poder político que intentan dominar la vida, la palabra y la mente de hombres y mujeres libres. Por eso intenta dominar la libertad de prensa, de opinión y del derecho a informar y ser informado. No en vano, la expresión de que ‘la información es poder’, cobra hoy tanta relevancia política.

De ahí que nuestra obligación es seguir estorbando, hoy, mañana y siempre. ¡Sigamos estorbando!

Semanario Uno – Santa Cruz