Democracia de alasitas

AGL Comenzó la tradicional feria de alasitas en la sede de gobierno. La ocasión ha sido propicia para que se multipliquen las bromas referidas al binomio Evo Morales-Álvaro García Linera y su administración.

Desde periódicos de alasitas anunciando que “Evo se va al cuartel, su novia espera familia” hasta diputados de oposición que amenazan con enviarle una paloma blanca al nuevo (y antiguo) ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana.

Pero lo cierto es que las alasitas, además de ser un excelente detonador para las humoradas, son también una buena metáfora sobre la reducción (jibarización) de las calidades democráticas durante la Era Morales.



Democracia de alasitas la del evolinerismo, especie de república miniaturizada, sin control de constitucionalidad desde hace varios años, en condiciones electorales desiguales (registradas incluso por los observadores de la Unión Europea), con una justicia sometida a presiones políticas (lo dijo Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos), hostigamiento a la prensa (ver las múltiples denuncias de la ANP) y un largo etcétera.

Se trata de una variante de lo que en ciencias políticas se denomina democracias parciales (Epstein), democracias defectuosas (Merkel y Croissant), democracias iliberales (Zakaria), autoritarismos electorales (Schedler), autoritarismos competitivos (Levitsky y Way) o semi-autoritarismos (Ottaway).

O, como diría The Economist, regímenes híbridos, clasificación en la que ha situado al gobierno de Evo. O, al decir de Freedom House, países “parcialmente libres”, expresión también ganada (muy poco honrosamente) por la administración evista.

Democracia sin república sería otra manera de calificar al régimen cocalero, por la combinación entre participación en las urnas y evaporación de la división de poderes o de toda forma de “check and balance”.

Pidámosle al Ekeko una democracia de verdad. O mejor, luchemos por ella…

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