Bolpebra o lo poco que el agua cubrió

Los contados bolivianos del poblado pandino viven en la extrema pobreza. Desastre. A fines de junio de 2011, la revista Miradas de Página Siete visitó la población hoy inundada.

imagePágina Siete, La Paz

Una vista aérea de la zona inundada por el río Acre. EFE



Hasta fines de junio de 2011, cuando el cronista y poeta Benjamín “Benjo” Chávez envió un primer reportaje de la serie “Viaje al Corazón de Bolivia”, para la revista Miradas de Página Siete, en Bolpebra había apenas diez familias. Ahora, tras la inundación, los despachos televisivos dicen que 32 familias residían en el poblado. ¿Qué hacía Benjo en el punto más septentrional del país?. El mencionado periplo por el país comenzó en ese punto de las tres fronteras.

Los escasos pobladores eran en realidad un puñado de excelentes ciudadanos bolivianos que se habían desplazado a esa lejana frontera en busca de un mejor futuro. No eran esos valientes pioneros, según el testimonio de doña Polonia viuda de Cruz, más de medio centenar. Procedían de Villa Charcas, de Potosí y de Bermejo, Tarija, la frontera con Argentina.

Como ha sucedido en otras regiones vírgenes del país, los colonizadores hicieron camino al andar, porque arribaron a la zona guiados por un brasileño, un tal Antonio Marinho, quien conocía la zona más, incluso, que los pocos cobijeños que se habían aventurado a poner pie en el lugar, acaso porque eran cazadores o pescadores, pero que, es seguro, usaron el hoy desbordado y furioso Acre como única vía de acceso a la inhóspita región.

“Cuando llegamos –afirmó doña Polonia-, había que construir las casas y yo, sola con mis hijitos, no tenía quién me haga una casa para vivir. Entonces me hice un toldo de plástico y ahí pasábamos las noches. Yo no dormía. Tenía miedo del tigre y de otros animales del monte. Se escuchaba toda clase de ruidos muy cerca. Yo pasaba las noches sentada cuidando a mis hijos porque pensaba que si venía el tigre sería lo primero que me robaría. Me conseguí un palo largo y tenía un machete. Con esto voy a luchar, pensaba. Al atardecer encendía fuego alrededor del toldo. Les hacía dormir a mis hijos y yo me quedaba despierta y los cuidaba sentada en un tronco. El sueño me vencía también y muchas veces desperté asustada, pues me había quedado dormida agarrando mi machete”.

Y así todos los días. Hasta que, como afirmó esta pionera, los soldados destacados en la triple frontera, edificaron su precaria vivienda, de madera, por supuesto, parecida en algo a un palafito, como si los uniformados hubieran presentido una modesta crecida del Acre o bien las periódicas invasiones de las serpientes o de otras alimañas. O las incursiones del hambriento tigre, que ataca aún hoy el famélico ganado vacuno de los bolpebreños.

“Decidimos venirnos porque nos dijeron que ésta era una buena tierra. Y sí es, el calor es bueno para la salud, porque como dice el refrán ‘donde entra el sol no entra el doctor’”, afirmó entonces don Nicolaides Cazón Huallpa de Cotagaita, provincia Nor Chichas.

El civismo los llevó a erigir un colegio, en el que infundían en los niños los fundamentos del amor a un país que casi sólo conocían de nombre. “Aquí uno sufre, no hay nada, ni pa comer casi. Ni para venderse alguito”, se quejaba doña Polonia. Muchos no aguantaron y se fueron a Cobija. El río Acre tal vez ahogó la fe de los que se quedaron.

Cultivos para la autosubsistencia

Pioneros. Las pocas familias de Bolpebra cultivaban yuca o frejol para la alimentación cotidiana. Hoy esos sembradíos están bajo el agua desbordada del río Acre.

Ganado. y avesUna pobladora de Bolpebra, doña Polonia viuda de Cruz, dijo que que las pocas vacas que tenía fueron atacadas por los pumas.

Hito 48. La frontera, hasta fines de junio de 2011, era resguardada por un teniente al mando de tres soldados. Ayudan a los pobladores a construir sus casas.

Donde empieza la patria

En el reportaje de Benjamín Chávez, quedó claro el contraste entre las poblaciones limítrofes de Bolivia, Brasil y Perú.

Lo dijo doña Polonia viuda de Cruz, quien advertía que las dos poblaciones hermanas de Bolpebra fueron dotadas de múltiples servicios, pese a que los colonizadores de esos dos países se habían establecido en la zona casi simultánemente.

Asís, la vecina de Bolpebras, tiene calles asfaltadas, alumbrado público, supermercado, restaurantes, hotel, banco, agua potable y otros servicios. “Ñaparí (la población fronteriza del lado peruano) también era chiquitito. Y cómo ahora tiene todo”, dijo doña Polonia.

Los pobladores lograron que los vecinos peruanos de Ñaparí, en 1998, accedieran a instalar un sistema eléctrico, pero la iniciativa fracasó por el incumplimiento en el pago de las facturas: les resultaba oneroso cancelar por el mínimo requerido en el convenio y que excedía en más de la mitad lo consumido por los pobladores.

Con todo, los niños cantaban todos los días en la escuela el himno bolpebreño: “En esta zona, zona amazónica, está mi escuelita. Bolpebra, tú llegaste a ser lo que tus hijos querían: un gran centro”.