La unidad como factor de dispersión en una sociedad de archicofradías

Alfredo Leigue

LEIGUE Es oportuno este 26 de febrero ensayar sobre la “unidad” de los cruceños ya que ha sido uno de los términos que representan el fracaso del proceso autonómico del departamento. Y es que el imperativo del deber ser o deber hacer de una u otra manera so pretexto que actuar en contrario afectaría la unidad de los cruceños, ha sido la herramienta para la censura, la supresión del debate y el acallamiento de voces disidentes, contestatarias y críticas.

Y eso fue lo que faltó, más debate y más dialéctica para que mediante un proceso iterativo de confrontación de ideas hayamos construido un liderazgo más sólido, más idealista y en sintonía con una ciudadanía que demostró militancia, compromiso y voluntad de salir a las calles cuando era convocada por el propósito autonómico.



Difundir mandatos o acometidas cuyo incumplimiento acarrearía la desunión de los cruceños se ha convertido en la vaina del sable que a punta de demostrar que simplemente era para defender u ocultar intereses creados, ya no funciona como amenaza ni como mordaza.

Lo mismo digo de “tribunales” paralegales de toda índole que tanto gustan a algunos habitantes de este pueblo que nos acostumbró a tribunales de honor, consejos consultivos y otras aglomeraciones que nos hicieron creer que tenían validez suprema cuando para lo único que sirven es para convalidar contubernios o intereses de cofradías y logias de todo propósito.

Ser cruceño moderno obedece a otro paradigma. Espero que lo hubiésemos aprendido después de tantas escaldaduras de los últimos cuatro años. Creo que más que en comunión con logias, comparsas y toda esa institucionalismofilia sacrosantificada, va con la modernidad de la innovación, el valor agregado en su máximo espectro y con el debate y la confrontación de ideas.

Va con la construcción del nuevo cruceño a partir de un liderazgo basado en el compromiso del servicio público de duración determinada, de la renovación del liderazgo y de las organizaciones transparentes y horizontales en contraposición a los verticalismos incontestables y de un sistema bien articulado de premios y castigos.

Viva Santa Cruz libre de la tiranía y del sometimiento. Viva Santa Cruz libre de la sumisión al interés particular. Viva Santa Cruz libre de la tiranía de la estupidez cuyo daño es inconmensurable y viva Santa Cruz libre de los designios de los mesiánicos nacionales y sus émulos locales.