Una obsesión llamada poder

Daniel A. Pasquier Rivero

daniel-pasquier El MAS tiene casi todo el Poder: el Órgano Ejecutivo, el Legislativo, el Electoral y finalmente el Judicial; como sea, pero lo ha conseguido. Con eso, si técnicamente puede alegar que todavía hay rincones de la administración del Estado que no están bajo su control, no puede decir que está ausente. Las posibilidades de cada órgano, más todavía actuando en coordinación, son casi infinitas, y la gran maraña a tejer tiene sus especialistas en el gobierno. El dirigente indígena Lázaro Tacoo lo ha expresado de manera gráfica, “la estrategia maquiavélica del gobierno” es posible manejando, y manipulando los antiguos órganos “independientes” del Estado.

El MAS podría dedicarse al fin, después de seis años, a gobernar. No hay razón para que se sienta en riesgo. La oposición sigue dispersa, débil, y se podría decir, estúpidamente ineficaz. Haciendo papelones hasta para nombrar al jefe de bancada. Tienen la responsabilidad de ejercer su rol de contrapeso al oficialismo, que conseguirán con unidad y con los más capaces al frente. Hace rato que los grandes temas están ausentes, tanto en el MAS como en la oposición: soberanía nacional frente a la injerencia desvergonzada de funcionarios extranjeros, principalmente cubanos, venezolanos e iraníes; soberanía económica para garantizar un plan de mediano y largo plazo de lucha contra la pobreza, sustentable en la diversificación económica y la industrialización de los recursos naturales, sustituyendo gradualmente al gas y los minerales, hoy responsables del 71% de las exportaciones; la defensa del Estado de Derecho, como garantía del respeto a los derechos y deberes para todos los ciudadanos bolivianos, cumpliendo por sobre todo la CPE; construcción del Estado Plurinacional Comunitario y Autónomo.



El gobierno ha arriado todas las banderas con las que llegó al poder en diciembre del 2005. Promovió primero el enfrentamiento con tinte racista a los pueblos de tierras altas y tierras bajas. Fueron momentos fieros. La historia recogerá la verdad. Poco después, se declaró enemigo de los indígenas en repetidas acciones, siendo la más espectacular, la incongruencia y desembozada actitud con la que maneja la defensa de los intereses de una constructora brasilera (OAS) en contra de los derechos de los pueblos originarios indígenas del TIPNIS, desde el 2008. Ahora, en el 2012, por encima hasta del sentido común, el gobierno y su partido se entrampan aprobando una ley que en realidad es una contra-ley, porque sólo viene a decir “anulo” lo acordado y lo firmado hace pocos días declarando la intangibilidad del TIPNIS y declaro que ni la Constitución ni la Ley Corta se van a cumplir; algo posible pero inaudito desde el punto de vista jurídico, ¿una ley por encima de la CPE? Se crea una nueva figura, “la consulta post” hechos consumados en lugar de la “consulta previa” constitucional. Y se garantiza además a la OAS que construirá la carretera por donde la han diseñado desde el primer día, a través del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure. El MAS y los cocaleros como propulsores públicos de la medida, ¿son los beneficiados?, aunque existen alternativas al trazado de ninguna manera se los acepta discutir o analizar.

¿Se va desenmascarando la protección a la expansión de los cocales y, por tanto, al narcotráfico? ¿El gobierno, cautivo de poderes transnacionales ilícitos? No sería el primer caso de un sistema político tomado, amenazado, amedrentado o corrompido por las influencias del tráfico de drogas. Un especialista financiero, boliviano, asesor del Banco Central de Vietnam lo puso en términos claros: “Bolivia ya entró en el circuito (internacional) de la cocaína”. Para asombro de todos, donde nunca llegaron productos nacionales, ahora llegan encubriendo toneladas de cocaína. Un golpe detrás de otro, gracias a la acción coordinada con países vecinos, ¿el Convenio entre Bolivia, Brasil y EEUU?, facilitando el intercambio de información, absolutamente necesaria para una eficaz contraofensiva al mundo de las drogas.

El gobierno tiene muchos problemas; lo sabe y lo sabemos. A pesar de todo, no debería renunciar a intentar una buena gestión en este segundo mandato, teniendo en la mira el 2014. Cuando se toma conciencia de que el poder que tienes es mucho, la sensación de que nadie te controla se pone a flor de piel. Las ambiciones se desbordan, porque esas nunca faltan; “la oportunidad hace al ladrón” reza el dicho, y eso se está viviendo a lo ancho y largo del país entre las filas del MAS. Hay un nuevo problema, urgente, poner el gallinero en orden, sin descuidar a los opositores. ¿Para eso se traer de nuevo al gabinete un militar, estratega y duro, la respuesta a los problemas? Por formación, un militar no sale con balines a ejercer sus funciones; lo que planifica y ejecuta está más cerca de alimentar gusanos que de respetar derechos humanos. De nuevo, el sello de la revolución democrática y cultural, después de seis años. Pero ya el país ha olvidado el histórico 53.7% de la primera votación por Evo y todo apunta desde diciembre 2010 a que tiene detrás sólo a su cortina de hierro, el apoyo cocalero y algo más, que no pasa del 30%. De parte del oficialismo, intentar repetir formulas puede estar a destiempo, ¿será el momento para intentar la organización de la oposición?

El país es de todos. La responsabilidad de hacer posible un buen gobierno es principalmente de políticos oficialistas y de opositores. Las propuestas, el ser “propositivos” dicen ambos, deben lograr la gobernabilidad del Estado, en paz, en justicia, en democracia, haciendo oídos sordos a los fanáticos de ambas orillas, que no faltan. Sin buscar complicidades, hay que construir; dejar de alimentar la corrupción material y ética presente en los estratos del poder, mientras transcurren sin solución las grandes desgracias de la Patria. El poder sin límites es sólo una obsesión de políticos enfermos.