El mutismo aquinético en Santa Cruz

Carlos Dabdoub Arrien

CARLOS DABDOUB El pasado 26 de enero publiqué en el Diario ‘El Deber’ un artículo (Si fuera con banda… ¿será que le echamos?) que alude a la falta de cultura ciudadana y a la ausencia de participación institucional cruceña en acciones concretas por la defensa y el bienestar de nuestra sociedad. Entre risas y aplausos de muchos amigos sobre este texto, recibí una pregunta incisiva de una dilecta amiga, quien luego de leer la nota de referencia me decía: "¿Cómo convertimos esta provocación en realidad? ¿Podemos hacer algo?". Luego de cavilar por un momento, me puse a pensar como médico cual podría ser el diagnóstico de una sociedad mayoritariamente enferma, para luego plantear su posible solución.

Después de conocerse los síntomas y observar los signos clínicos de una persona, se busca de inmediato un dictamen, tanto sindrómico como topográfico. En la jerga médica, sobre todo de las ciencias neurológicas, el concepto de ‘mutismo aquinético’ se utiliza para describir a pacientes con algún daño cerebral que están completamente inmóviles, pero no totalmente paralizados. Pueden mantener los ojos abiertos como si estuvieran atentos a algo a su alrededor o a lo que les están diciendo, pero son incapaces de comunicarse. Suelen mantener ciclos de alerta, permaneciendo con los ojos abiertos, dando la sensación de estar vigilantes. En general, estos enfermos realizan pocos movimientos que usualmente son rudimentarios. A veces pueden pronunciar una palabra o emitir algún sonido, como diciendo yo existo, yo vivo. En definitiva, es un estado de inmovilidad silenciosa y de aparente vigilia, mas sin contenido de conciencia. En muchos casos sucede igual en la comunidad de Santa Cruz. Si el diagnóstico es correcto, entonces ¿cuál es el tratamiento para la inanición, mudez o afonía de muchos ciudadanos o dirigentes cruceños de algunas instituciones? Cada cual tiene su propia respuesta. En todo caso, sacudirse y salir de una vez de ese mutismo aquinético le haría muy bien a Santa Cruz. ¿No les parece?



Concluyo señalando la siguiente metáfora que me contaron: Había una vez cuatro individuos que se llamaban ‘Todo el mundo’, ‘Alguien’, ‘Cada uno’ y ‘Nadie’. De pronto, en un momento muy especial y delicado, hubo un importante trabajo que hacer y se pidió a ‘Todo el mundo’ hacerlo pero esta persona estaba segura que ‘Alguien’ lo iba a realizar. ‘Cada uno’ podía haberlo hecho también, y tampoco ‘Nadie’ lo hizo. ‘Alguien’ se enojó porque el trabajo era de ‘Todo el mundo’. Al fin de cuentas, ‘Todo el mundo’ hizo reproches a ‘Cada uno’, porque ni ‘Nadie’ y menos aún ‘Alguien’ lo cumplieron Moraleja: Si se quiere reprochar a ‘Todo el mundo’ por lo que pase en nuestra región, sería muy bueno que ‘Cada uno’ haga lo que debe hacer, sin tener la esperanza que ‘Alguien’ lo haga en su lugar, pues la experiencia demuestra que cuando se espera a alguien, generalmente no se encuentra a nadie. Así están las cosas por estas latitudes. Es de nunca acabar. Debemos cambiar.

El Deber – Santa Cruz