Tocqueville y la imperfección de la propiedad

Armando Méndez Morales*

ARMANDO_thumb En nuestro país es conocido el hecho de que hay problemas de límites entre departamentos y entre municipios. Entre ellos Beni y Cochabamba, y entre Oruro y Potosí. El primero está en la congeladora porque ha sido sustituido con el problema de la construcción del camino que cruzará el TIPNIS, territorio precisamente que comparten ambos departamentos. El segundo está activo. Dicen que el 90% de los municipios (327) tiene fronteras difusas entre ellos. ¿Por qué?

En el pasado incaico y en el colonial no había claros derechos de propiedad. Los pueblos consideraban la propiedad de la tierra como un hecho natural, no jurídico, que alcanzaba hasta donde llegaba la vista de quien gobernaba el pueblo. Las naturales disputas que esto conllevaba se resolvían mediante la “negociación política” o seguramente de manera más habitual, mediante la guerra.



Tocqueville, en su obra La democracia en América dice que en inmensos desiertos habitaba gente, la gente erraba. Tribus que existían en Norteamérica y estaban a las orillas del mar fueron obligadas a internarse, otras desaparecían y con ello su lenguaje.

Los europeos introdujeron las armas de fuego, el hierro y el aguardiente. Les sustituyeron su vestidura con tejidos que los indios no fabricaban. A cambio daban las pieles de los animales que mataban. La caza pasó de ser sólo para satisfacer necesidades de alimento también para hacer el intercambio con los conquistadores.

Los indios apenas encontraban medios de subsistencia, lo que dificultaba el hacer intercambio con los europeos. Sin animales la caza se les hizo muy difícil. “Se ve entonces a esos desventurados vagar como lobos hambrientos por sus bosques desiertos”, dice Tocqueville. Sólo encuentran miseria y muerte. Por esta razón se decidieron a emigrar a otras tierras más lejanas.

“Cuando la población europea comienza a aproximarse al desierto ocupado por una nación salvaje, el Gobierno de los Estados Unidos envía generalmente a esta última una embajada solemne: los blancos reúnen a los indios en una gran llanura y, después de comer y beber con ellos, le dicen: ‘¿Qué hacéis en el país de vuestros padres? Pronto tendréis que desenterrar sus huesos para vivir: ¿Por qué la comarca que habitáis ha de valer más que otra? ¿Acaso no hay bosques, pantanos y praderas más que donde os halláis? Al otro lado existen vastas regiones donde las bestias salvajes aún se encuentran en abundancia; vendednos vuestras tierras e id a vivir felices a esos lugares”. Pronunciado ese discurso, -dice Tocqueville- se exhiben ante los ojos de los indios armas de fuego, vestidos de lana, barriles de aguardiente, collares de vidrio, pulseras de estaño, arrancadas y espejos. “Si a la vista de todas estas riquezas aún se muestran vacilantes, se les insinúa que nada lograrían negando el consentimiento que se les pide, y que muy pronto el Gobierno mismo no podría ya garantizar sus derechos. ¿Qué hacer? En parte convencidos, en parte obligados, los indios se alejan; van a poblar nuevos desiertos donde los blancos no les dejarán vivir ni diez años”.

Lo acontecido en el pasado hoy se repite en Bolivia. Una noticia periodística informa que la ministra de Desarrollo Rural y tierras ha convalidado que las tierras del ayllu Huaylluma, que se encontraban en el departamento de Oruro, pasen a poder de los comunarios de Chullpa de Potosí, como consecuencia de un error cometido por el INRA, a cambio de ofrecerles la construcción de viviendas para las familias que fueron afectadas con la transferencia de sus terrenos a Potosí. La reacción de los afectados, según el jiliri malku de la provincia Dalence, Domingo Alegre, en representación de los comunarios de Huaylluma dice: “Nos han echado de nuestras tierras y ahora dicen que volvamos donde nuestros primos. Eso no se puede hacer, porque los del INRA han cometido el error”.

Recién surgió otro conflicto de límites, que llevó al enfrentamiento con un saldo de 59 heridos, esta vez entre pobladores de tres comunidades de las provincias Arque y Tacaparí del departamento de Cochabamba.

El TIPNIS sigue como tema pendiente. ¿Será que los colonizadores, cuyo centro de acción se ubica en el Chapare cochabambino, seguirán introduciéndose a esas tierras obligando a sus originarios a replegarse más adentro? ¿Este proceso se realizará sin sangre?

El problema del campo, en países atrasados como Bolivia, es que no existen derechos de propiedad claros ni de pueblos ni individuales. Mucho menos límites entre pueblos porque éstos se mantuvieron siempre en la nebulosa. En el pasado esto se resolvía mediante la guerra. El pueblo vencedor ampliaba sus fronteras hasta allí donde podía garantizar que otro pueblo no irrumpa. ¿Ahora cómo deberían resolverse?

*Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

Página Siete – La Paz