No más populismo punitivo

Guido Nayar ParadaEl populismo punitivo comprende diversas medidas, adoptadas para supuestamente luchar contra la delincuencia que suelen tener apoyo popular, comenzando por las siete medidas anunciadas en Coroico el 11 de Marzo de 2012 por Evo Morales y todo su gabinete. Ley del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana; “planes” de seguridad ciudadana con fuerzas combinadas, es decir, compuesta por policías y militares; modificación de los códigos de procedimiento penal; modificarán las penas para personas que estén vinculadas al crimen organizado; un llamado a nuevos fiscales y jueces; creación de la base de datos de la reincidencia criminal; proyecto de ley para combatir el alcoholismo; a raíz de la muerte de los profesionales de la prensa, el Gobierno emitió un decreto que obliga a los medios de comunicación garantizar el traslado de los trabajadores desde su fuente de trabajo hasta sus domicilios y viceversa, entre las 22.00 y las 07.00; aprobó la creación del centro interinstitucional de inteligencia en aeropuertos y fronteras, con participación de las instituciones del Estado y de los gobiernos subnacionales. Todos estos anuncios mediáticos, ya sea por la proximidad de una elección, o como en esta ocasión, a consecuencia de los terribles asesinatos de dos periodistas en la ciudad de El Alto, solo han provocado indignación, mucho dolor, más promesas. No han producido un solo resultado efectivo y permanente en la urgente lucha por disminuir el delito, por el contrario, han originado resultados nefastos como la justicia por mano propia y ha terminado generando un nuevo crimen de otro comunicador y más violencia.Solo una política integral, soldada de una real voluntad gubernamental pude detener, disminuir y hasta erradicar el crimen. Cumpliendo así la Constitución que establece categóricamente que el bien supremo a proteger es la vida. Las propuestas demagógicas que corresponden al populismo punitivo, gozan de un contundente apoyo popular, sin embargo, son solo coyunturales, son para el show, el desfile, el discurso, son operaciones distractoras, que jamás resuelven el verdadero problema. Otras medidas del mismo carácter como el empleo de militares sin preparación, patrullajes sin ningún objetivo, operativos policiales con el único fin de recaudar, nunca de auxiliar al ciudadano acosado por la delincuencia y la corrupción. Traslado de efectivos policiales de un departamento a otro, por un fin de semana, con terrible costos para el erario nacional. Policía altamente politizada y con jefes burocratizados, en otras palabras oficiales y jefes de escritorios, jefes militares interesados en acercarse al poder político a través de propuestas y planes que involucren a la Fuerzas Armadas en tareas que necesitan de entrenamientos, equipamientos y modificación de leyes. Los ejemplos sobran en nuestra América, sobre todo en la forma de enfrentar la violencia, que se ha enquistado detrás de la pobreza en las grandes metrópolis. Las favelas en el Brasil, con gigantescos operativos televisados en directo, intentan recuperar el control, los pueblos jóvenes en el Perú, las villas miserias en Argentina, donde la delincuencia se escuda y se mimetiza entre miles de personas, que buscan sobrevivir. Nunca voy justificar el delito como forma de ganarse la vida, pero tampoco las medidas populistas, con gobiernos populistas que no solo han corrompido el concepto de seguridad ciudadana, sino han usado la pobreza y la inseguridad, como herramienta para obtener votos. Se olvidan que la vida jamás tendrá precio y el crimen no reconoce diferencia social, produciendo cientos de muertos, familias marcadas por la tragedia, niños huérfanos, una sociedad enferma de miedo y un país donde los derechos solo están en las páginas incoloras de las leyes que nadie las cumple.La creciente indignación ciudadana por la alarmante ola delictiva que azota todo el territorio nacional, la cual ha ido incrementándose de forma exponencial en este último lustro, con indescriptibles crímenes, con macabros actores, con interminable libreto de justificaciones y sin justicia. Solo el cortejo fúnebre y la turma con miedo únicamente atina a matar, quemando todo a su paso, cegando inocentes vidas, tal como ha sucedido en todo el gobierno del MAS, cuya gestión se ha caracterizado por la ausencia de políticas criminales y verdadera políticas de seguridad ciudadana, solo más inseguridad y nada más.El proceso de cambio ha fracasado en brindar seguridad al boliviano. Primero.- Ha sido incapaz de generar una respuesta al crimen, permitiendo el retorno de los cárteles y las mafias, cuyo ejemplo contundente es la masificación del narcotráfico, la terrible partidización de las fuerzas del orden, la permanente violación de los DDHH en el país, con el fin de buscar la interminable reelección, promoviendo el fin de la institucionalización del Estado y provocando la división en 33 naciones, generando un culto al que ostenta el poder y desprotegiendo al ciudadano común. Segundo.- Sacan militares a las calles para tomar y asaltar departamentos, donde gobernaban los opositores por decisión de las urnas, auspiciando que los militares actúen de interventores públicos y desempeñen cargos en instituciones nacionales de recaudación, después de ocupar los cargos de comandantes. Cooptando el Poder Judicial con el nombramiento de jueces rechazados por el voto ciudadano, tomando el Ministerio Público con leyes inconstitucionales que otorgan privilegios extraordinarios a Evo para nombrar con el dedo a los supuestos defensores del Estado y la sociedad, todo con fines políticos, la seguridad fue totalmente abandonada. Tercero.- La delincuencia ha sido subordinada, como un componente MAS de la estrategia del miedo que impera en Bolivia. La integralidad que demanda está politizada, no se va arreglar solamente con MAS efectivos en las calles. La seguridad no forma parte del mamotreto populista. Basta un ejemplo: mientras Tupa, Avalos y Surco, parlamentarios del MAS, fueron una vez MAS denunciados por el escándalo de los cadetes Anapol, los periodistas Verónica y Víctor Hugo Peñasco Layme y últimamente Eugenio Auduviri fueron brutalmente asesinados, graficando la dantesca inseguridad y exponiendo el grosero fracaso de un régimen que apela al sentimentalismo y la manipulación mediática, para justificar lo injustificable. La muerte a manos de la delincuencia que reina, mientras Evo continúa su letanía que gobierna escuchando al pueblo. El populismo punitivo es un instrumento más del régimen y como era de esperar, ha fracasado y con ello la mayoría de alcaldes y gobernadores que han usado la misma receta. Desentendiéndose de sus responsabilidades, promesas y exigencias de los vecinos, justificándose con argumentos de no que tienen competencia, que no existe coordinación, con organización de cumbres sin ningún resultados o su simple silencio ante tamaño mal. Anuncios y todo tipo de medidas que a priori era algo esperado por el pueblo, se ha ido desnudando que la lucha contra la delincuencia demanda políticas de estado, que lo coyuntural no resuelve nada, que solo lo integral es una respuesta y la constatación que no se ha avanzado en la lucha contra la delincuencia, es la fortaleza y la multiplicación de los delitos. Es imposible enfrentar a tan formidable enemigo público, con instituciones desprestigiadas, descuartizadas, centralizadas y repletas de corrupción.Rechazamos contundentemente la forma que el gobierno oye las exigencias de seguridad, sea cuando se filma la ejecución de un joven en un arranque de corajuda rebeldía se enfrenta al destino. Centenares de hombres del volante que a diario se les arrebata la existencia por defender el pan de la familia. El horrendo canje de una bala por un simple celular que termina con los sueños juveniles. Se desvalija el hogar de aquella familia que no tiene otra alternativa que trabajar de sol a sol, las calles, el día o las noches, son indistintamente el escenario del crimen. Nos negamos que se tengan que perder vidas de personas destacadas o de periodistas, que llaman poderosamente la solidaridad y la condenada de un pueblo. Entonces recién el gobierno empieza nuevamente este inhumano via crucis de más de lo mismo, solo esperando que otro crimen sea mas sangriento que el anterior, para continuar con sus interminables acusaciones al pasado, su gastada retorica contra el imperio, su efervescencia momentánea y más demagogia.Es muy triste conocer las cifras de las muertes, es traumático sufrir un asalto o alguna aberración. El miedo oscurece la vida, los derechos solo existen cuando se los disfruta, el aislamiento es la sentencia del delito, generando solo dolor, pérdidas económicas e incertidumbre. La vida es corta y muy bella para no levantar la voz, exigiendo de una vez por toda seguridad para la familia, para el presente y para el futuro. Ya no más populismo punitivo, hoy solo leyes que traigan paz, seguridad y bienestar para todos.