Nuestros periodistas

Esteban Farfán Romero

EstebanFarfanRomero94_thumb "Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias". (Ryszard Kapuscinski)

En Bolivia, el 10 de mayo de todos los años se recuerda el Día del Periodista. El 10 de mayo de 1938, el presidente Germán Busch, promulgó el Decreto Supremo de Jubilaciones, a favor de los periodistas. Fue elevado al rango de ley (28 de artículos).



La profesión fue reconocida e instituida como tal mediante la ley 494 de 29 de diciembre de 1979 sobre la base del proyecto de ley del 18 de diciembre de ese año, reglamentado por normas de jerarquía inferior hasta la aprobación y promulgación del Estatuto Orgánico del Periodista mediante el Decreto Supremo No. 20225 de 9 de mayo de 1984 por el presidente, Hernán Siles Suazo.

La ley del presidente Busch tenía como propósito beneficiar al sector con recursos financieros que le permitan una vida digna cuando llegara la hora de dejar la pluma o la grabadora, sin embargo, quedó en una buena intención.

La ley considera periodista “al trabajador intelectual que, sujeto a sueldo o remuneración convencional, preste sus servicios en algunos de los diarios, periódicos o revistas o agencias informativas del país, sea en la redacción o en la sección administrativa de la empresa. En ningún caso podrán acogerse a los beneficios de la presente ley los redactores o colaboradores ad honorem”.

Existe un Estatuto orgánico del periodista (DS 20225) que no se aplica y muchos derechos que quedaron solo en buenas intenciones. Una ley de imprenta extemporánea e insuficiente que no cubre a todas las actividades de prensa.

Dicen que sin periodistas no hay periodismo, y sin periodismo no hay democracia. La teoría dice que responsabilidad de los periodistas es la interpelación al poder, cumplimos la función de vigilancia y fiscalización de la res publica.

Muchos dicen que fue el liberal Burke quién de forma irónica dijo que la prensa es el cuarto poder, aunque en realidad fue lord Thomas Macaulay, porque en tiempos del E. Burke no existía la sala de prensa en la cámara de los comunes.

"La tribuna ocupada por la prensa (apuntando a los periodistas en la Cámara de los Comunes), se ha convertido en el cuarto poder del Reino", dijo. Por supuesto que no se refería sólo a los periodistas que ocupaban aquella tribuna adyacente al salón de sesiones de la Cámara de diputados, sino, a la prensa, en general y a la gran influencia que ésta ejercía en la opinión pública y en los asuntos del Reino Unido, al reconocerle una importancia similar a la de los clásicos tres poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial.

Es verdad que la prensa tiene mucha influencia en la sociedad/opinión pública, pero no es el cuarto poder. No forma parte del Estado. Hay muchos casos antológicos y extraordinarios que cambiaron el curso de la historia gracias al trabajo de investigación y denuncia de la prensa. Poderosos tambalearon, muchos cayeron gracias a la prensa. Aunque en la actualidad las redes sociales están poniendo en apuros a la prensa. Pero no es el cuarto poder. Es un servicio social. Pertenece a la sociedad, no al Estado.

La Prensa viene a representar un papel fiscalizador y de equilibrio entre los tres poderes del Estado, que tradicionalmente evitan controversias entre sí. Además, en que es el vínculo entre los ciudadanos y el Estado y las entidades privadas, porque, por su medio, aquellos pueden dar a conocer sus opiniones y críticas. Es, además, el motor que orienta y mueve a la opinión pública. Es el brazo armado de la conciencia ciudadana y el más democrático. Pero no es el cuarto poder, porque está por encima de los tres.

La Prensa es una tribuna abierta a todas las ideas y sectores y por su medio, los ciudadanos no sólo se informan, sino que es la caja de resonancia para exponer sus necesidades, ideas, críticas y proyectos.

Hoy, el presidente Evo Morales saludó a su estilo a los periodistas. Un periódico paceño tituló: “Presidente acusa de tergiversar la información a periodistas bolivianos en su día. Cuando dicen que ‘ni el presidente puede movilizarse’ (es) totalmente falso", dijo Morales quien argumenta que los bloqueos no le perjudican en nada”.

Hoy en el Día del Periodista, en Yacuiba me aburrí de escuchar por los medios peroratas sobre los periodistas, dicho por los mismos periodistas. Autoalabanzas, autoflagelaciones, victimizaciones humillantes, los pobrecitos, los perseguidos, pegados, apaleados, intimidados, vejados, malpagados, etc. Buscando despertar lástima/misericordia de la gente a la sacrificada, sufrida, transigida labor del periodista. No aguanté, me puse a llorar. Los políticos no se quedaron atrás con las loas. Mandaron hacer spot y publicaron salutaciones empalagosas, rancias y melosas con fotografías de sus periodistas preferidos de la alcaldía y la Gobernación hasta el cansancio. No faltaron los asados con jugo tinto por la noche. Mañana varios periodistas no asistirán a trabajar con seguridad.

Seamos honestos. No creo que el trabajo de los periodistas sea imparcial, objetivo y veraz. Tal cosa no existe, tan solo en el eslogan que alguien se inventó, y que muchos repiten como loro sin saber qué es. Son objetivos a perseguir, pero de forma objetiva no existe. Ninguna noticia es imparcial, objetiva y veraz, aunque la misma sea trasmitida en vivo. Así que no nos engañemos.

Este artículo escribo como una catarsis, quiero liberarme de muchos demonios que poseo y que me incomodan. Voy a autoflagelarme, quiero hacer una reflexión profunda del periodismo, una acida crítica de nosotros mismos.

Los periodistas no somos víctimas/mártires todo el tiempo, muchas veces somos victimarios. No somos indefensos arrinconados a un costado dignos de toda conmiseración, tenemos todo el poder de subir o bajar a alguien. Me cansa que los periodistas todo el tiempo se hagan las víctimas, los atormentados, los sacrificados cuando muchas veces en nuestras manos está la dignidad y prestigio de los otros.

Seamos claros, aquí en el Chaco, periodistas hay buenos, malos, mediocres, honestos, corruptos, esforzados, acríticos, críticos, dóciles, indomables, intelectuales, superficiales, arrastrados, decentes, duros, sumisos, etc. Hay de todo. Hay periodistas que hacen negocio con el periodismo, se hacen ricos de forma ilegitima e innoble. Mercaderes, prostitutas que prestan servicios a quien les firma un contrato. Hay empresarios que usan el periodismo y a los periodistas para sus turbios negocios.

Periodistas que chantajean con la noticia a los políticos y autoridades. Hacen uso perverso de la acción fiscalizadora e interpretadora del periodismo encargado por la sociedad. Que se visten de periodistas para hacer negocios sucios para enlodar al adversario político. Periodistas que son activistas políticos, periodistas que no orientan, sino confunden y enturbian las aguas. Periodistas que censuran, pero que exigen libertad de expresión. Periodistas que se portan implacables con los adversarios del político de turno. Periodistas que no equilibran la noticia con la sagrada contraparte y el análisis. Periodistas que buscan atacar por los flancos a la oposición o al oficialismo de acuerdo al contrato. Periodistas que esconden denuncias debajo de la alfombra. Periodistas que hacen gala del libertinaje impune manoseando dignidades. Periodistas independientes que no asumen responsabilidad por lo que hacen.

Hay periodistas amanuenses, paniaguados, cortesanos, periodistas militantes, activistas políticos, genuflexos, que adulan, lisonjean de forma fanática y ciega a un político de moda a cambio de un sueldo o contrato de publicidad. Como también hay periodistas buenos, pero muy pocos. La mayoría, mediocres, pobres, lastimeros, quejumbrosos.

Si el periodismo es la profesión muy sacrificada, riesgosa, mal pagada, por qué no se dedican a otra cosa. Como comerciantes les iría muy bien. Hay que dignificar el periodismo. Requerimos de periodistas robustos, inteligentes, preparados, que buscan la excelencia. Que sean admirados y respetados por sus ideas, por su contribución a la democracia y no que provoquen solo lástima.

Si me pregunta dónde me ubico, le diría que estoy intentando por todos los medios ser periodista. Que hago el esfuerzo todos los días de salir del mediocrismo en que todavía creo que me encuentro, que persigo ser honesto. Que decidí no doblegarme al poder.

Bolivia tiene periodistas muy pobres, con escaso desarrollo intelectual. No hay investigación periodística, muy poca. No hay profundización temática de la noticia. Periodistas que entrevistan temas serios no para informar, sino para hacer espectáculo. Histriónicos. Así como Varguitas protesta airadamente por la farandulización de la cultura en su último ensayo, “la civilización del espectáculo”, también el periodismo se ha banalizado, se ha farandulizado, hedonizado. En la televisión, importa mucho la cara bonita, las preguntas superficiales, breves, inermes, y sencillas. Interesa mucho las poses, el escote, la sonrisa, la minifalda, las piernas, el coqueteo, las nalgas, la escenografía, los detalles del color. Los comediantes y las caras bonitas están ocupando los espacios de los periodistas profesionales.

No hay debate serio, interpelación directa y provocativa que busque aproximaciones a la verdad, que ofrezca pluralidad, que obligue a la reflexión. Eso no vende, aburre, así que en medio del programa periodístico hay que mostrar algún trasero para no perder audiencia que busca consumir tetas. Pasa en la televisión, pero también en la radio, los periódicos, en la internet.

El MAS tiene la ventaja de no tener una prensa seria, profunda, firme y autónoma que le mueva el piso escarbando debajo de la noticia de coyuntura. Hacen mucha bulla, y nada más.

La historia de los políticos es la misma todas las veces. El oficialismo siempre fue abusivo con la prensa y la oposición busca auparla porque busca el favor de la prensa. Gobiernos de izquierda, centro o derecha es lo mismo. Los políticos que están en la oposición cambian diametralmente de conducta cuando se convierten en oficialistas y cuando pierden el poder también.

Los periodistas tienen obligaciones ante la sociedad. No son infalibles, no son demiurgos, son personas. Los periodistas están obligados a leer, a culturizarse, a profundizar, a ser mejores, a tener criterio propio, a ser respondones, interpeladores, rebeldes, disconformes. A contribuir a una sociedad mejor a través de la preparación, el entrenamiento, la experiencia, el conocimiento. Felicidades en su día a todos. A los buenos, mediocres, malos, vendidos, militantes, propagandistas.