Sean Penn y el acullico

Juan Francisco Gonzáles Urgel

PENN Ahora que el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia ha designado al actor norteamericano Sean Penn como Embajador, entre otras cosas, Encargado de la Defensa del Acullico, es pertinente que los bolivianos y bolivianas le informemos adecuadamente sobre la materia de la que se ha hecho cargo.

El Embajador Penn deberá enterarse que el acullico era una práctica regular entre los tiahuanacotas, como lo muestran asentamientos datados entre los años 374 y 1.187 de nuestra era y detallados por el arqueólogo Jorge Ponce Sanjinés. Durante el Imperio Incaico, lo practicaban el Inca, sus parientes y algunas autoridades de alto rango con propósitos ceremoniales. La Colonia Española extendió el acullico en las minas de Potosí; y durante la República, los Barones del Estaño (Patiño, Hotschild y Aramayo) lo usaron para mitigar el frío extremo, el hambre y el cansancio, y así aumentar el rendimiento de la mano de obra minera en los socavones de donde se extraía el mineral.



El acullicador selecciona un cierto número de hojas, las tritura un poco (aunque ahora vienen en polvo) y forma un bolo en la cavidad bucal. Una vez que las hojas o el polvo se encuentran humedecidos, lo mezcla con un reactivo alcalino llamado llujta, llipta o lejía (más comúnmente bicarbonato de sodio). Con el masticado inicia un proceso que, unido a la salivación y la acción de los jugos gástricos estomacales, liberara los alcaloides contenidos en la hoja.

Recientemente el canciller Choquehuanca explicó que las Convenciones de la ONU que se refieren a la hoja de coca son contradictorias. “… la Convención del 88 permite el acullico de la hoja de coca en lugares donde existe evidencia histórica”.

Suponemos que tal evidencia histórica no podría ser aquella referida en las llamadas “Ordenanzas de la Coca” promulgadas por el Virrey Don Francisco de Toledo: “…ítem: Porque los indios que entran en los dichos Andes al beneficio de la dicha coca, suelen vender la comida de maíz que les dan para ello, para comprar coca, de que reciben gran daño en su salud por faltarles la comida; Ordeno y mando: que ningún español, ni mestizo, mulato, ni negro, ni otro indio les compre la comida, so pena al español de veinte pesos y del destierro de la dicha provincia por seis meses , y al negro ó mulato ó indio que la comprare, le sean dados cien azotes , y al indio que la vendiere, otros tantos…” (Toledo Ordenanzas, 3 oct. 1572 Relaciones de los Virreyes y Audiencias que han gobernado el Perú. Tomo Primero de la Ordenanzas del Perú dirigidas al Rey, Nuestro Señor en su Real Consejo de Indias. Por mano del Exmo. Sr. D. Melchor de Navarra. Recopiladas y coordinadas por el Lic. Thomas de Ballesteros, 1685. Reimpreso en Lima. Imprenta de Francisco Sobrino y Badós, 1752).

Menos delicadamente, Howard B. Fonda, designado por el ECOSOC como Jefe de la Comisión de las Naciones Unidas de Investigación sobre la Hoja de Coca -previo a sus investigaciones en Perú y Bolivia- quien concedió una entrevista en Lima, en septiembre de 1949, declaró: “Creemos que el uso diario de hojas de coca a través de su masticación… no sólo es altamente dañino y por eso perjudicial, pero además es la causa de la degeneración racial en muchos centros de población, y de la decadencia que visiblemente muestran numerosos indios e incluso algunos mestizos, en ciertas zonas de Perú y Bolivia. Nuestros estudios confirmarán la certeza de nuestras afirmaciones y esperamos que podamos presentar un plan racional de acción… para lograr la absoluta abolición de este hábito pernicioso”.

En 1992, la 28ª sesión del Comité de Expertos en Drogodependencia de la Organización Mundial de la Salud llevó a cabo un “examen preliminar” de la hoja de coca. El informe concluyó que, “la clasificación de la hoja de coca bajo los esquemas de la Convención Única fue apropiada, por ser fácilmente extractable la cocaína de la hoja”. Dicho Comité no se molestó en reconfirmar si el masticado de las hojas era una práctica peligrosa, sino simplemente en que la coca es la materia prima de la cocaína.

El Embajador Penn encontrará un verdadero galimatías entre lo que afirma la Cancillería boliviana y el texto de la Convención Única de Naciones Unidas sobre Estupefacientes de 1961 y posteriores enmiendas protocolares, que textualmente señala: “Artículo 49.- Reservas Transitorias.- Al firmar, ratificar o adherirse a la Convención, toda parte podrá reservarse el derecho de autorizar temporalmente en cualquiera de sus territorios: c) La masticación de la hoja de coca; e) La masticación de la hoja de coca quedará prohibida dentro de los 25 años siguientes a la entrada en vigor de la presente Convención, conforme a lo dispuesto en el inciso 1 del Artículo 41”

Pues bien, está claro que sin coca, no hay acullico y es menester ocuparnos de ella.

La coca es nativa de la zona montañosa de los Andes orientales comprendidos entre los 500 y los 1.500 metros sobre el nivel del mar. De ello se puede inferir que los mineros de Potosí y de las factorías de los Barones del Estaño eran únicamente consumidores, pues es prácticamente imposible cultivar coca a 4000 metros. Será pues una dificultad para el Embajador Penn explicar cómo los mineros del Altiplano, relocalizados en el Chapare, habían previamente desarrollado “la costumbre ancestral” de cultivar la hoja de coca para su consumo.

Por virtud de la ley 1008, en Bolivia existen tres tipos de cultivos:

A) Los tradicionales que no podrán sobrepasar las 12.000 Hs. y están ubicados en los Yungas de La Paz y los Yungas de Vandiola en Cochabamba. B) Los excedentarios en el Chapare, y zonas aledañas a la zona tradicional, que gozan de tal categorización desde julio de 1988 y aparentemente por los siglos de los siglos. C) Finalmente están los cultivos ilegales que proliferan a lo largo y ancho de la geografía nacional.

Menudo brete para el Embajador Penn, pues si defiende el acullico, defiende los cultivos de coca. Deberá entonces, escoger claramente cuál o cuáles cultivos serán objeto de su labor diplomática, pues según recientes informes, más del 80% de la coca cultivada en el Chapare va a dar al narcotráfico y el 20 % restante no se sabe dónde; aunque un sondeo de la cadena radial FIDES indicó que los acullicadores prefieren la hoja de los Yungas paceños y no la chapareña, más amarga y con la nervadura menos masticable.

Bolivia se adhirió a la Convención Única de Naciones Unidas, el 23 de Septiembre de 1976, mediante Decreto Ley No.12906 e hizo conocer sus reservas argumentando entre otras cosas que: “… la hoja de coca es de uso y consumo generales en Bolivia, por lo cual, si se aceptaran las disposiciones mencionadas, gran parte de la población boliviana tendría que ser considerada criminal y sancionada como tal, lo que hace que las normas sean inaplicables en el caso concreto… “.

El embajador Penn deberá saber que Bolivia posee un territorio de poco más de un millón de kilómetros cuadrados cuyos tres cuartos están constituidos por valles, llanos y selvas, habitados por ciudadanos bolivianos. Para 1976, en el Oriente de Bolivia acullicaban coca únicamente los “colonizadores” provenientes de las tierras altas, y los choferes de los camiones Volvo que hacían el transporte de productos desde Santa Cruz hacia Cochabamba y viceversa. Por otra parte, estudios realizados por el Centro Latinoamericano de Investigación Científica (Celin) daban cuenta que a la promulgación de la Ley 1008, el uso medicinal, ceremonial y cultural de la hoja de coca podía ser cubierto con la producción de 5.000 Hs. en vez de las 12.000 consagradas en el texto legal. Un estudio realizado por el mismo organismo en el año 2000, y actualizado el 2011, sobre el acullico en Bolivia, revela que sólo el 14 por ciento de la población masticaba la hoja de coca.

Algún felino cautivo debe haber, pues desde el año 2002 hasta la fecha, un estudio convenido entre los cultivadores de coca y el gobierno boliviano, sobre de la demanda legal de la hoja de coca, duerme el sueño de los despreocupados.

Al presentar sus reservas a la Convención de Naciones Unidas, el Gobierno Boliviano manifestó asimismo: “que (la hoja de coca) puede ser usada con fines industriales…” argumento que los cárteles y productores industriales de cocaína ya habían comprobado y continúan comprobando con el mayor de los éxitos. Así pues, el flamante Embajador Penn tendrá un formidable reto por delante para diferenciar los intereses de las partes involucradas. No sea que haga de adalid de otros interesados en el asunto.

Existen antecedentes que harán mucho más dificultosa la labor del Embajador Penn:

– Anteriores denuncias bolivianas a la Convención Única de Naciones Unidas sobre Estupefacientes fueron secundadas por Colombia y Perú, quienes, a pesar de su buena fe se han constituido en el primero y tercero productores mundiales de cocaína.

– El mandante del Embajador, Sr. Evo Morales es, el Jefe máximo de las Confederaciones de Sindicatos de Cultivadores de Hoja de Coca del Trópico de Cochabamba (zona excedentaria) durante los últimos 17 años, lo cual puede ser fuente de susceptibilidades.

– Los cultivos de la hoja de coca han crecido al menos 3 veces con relación a las 12.000 Hs. que contempla la ley 1008.

– La incautación de cocaína en territorio boliviano ha llegado hasta cifras insospechadas, no obstante el país contar con menores recursos económicos e información que en períodos anteriores.

– La Constitución Política del Estado Plurinacional no habla específicamente del acullico.

Por último y para curarse en salud, el Embajador Penn, quien sin duda tendrá que visitar múltiples escenarios de discusión, no pierde nada con incluir algunas contraindicaciones para promover el acullico:

· La masticación de coca puede causar hábito. En algunos sitios de Bolivia no es posible encarar un trabajo sin considerar la cantidad de hoja que consumirán los obreros. Estos no moverán un pelo sin una buena ración de bolos.

· No se ha probado médicamente que los nutrientes de la hoja puedan ser asimilados por el organismo humano en forma directa. Los efectos adormecedores sobre las paredes estomacales pueden ocasionar pérdida del apetito e insuficiencia alimentaria en quienes consumen coca por largos períodos de tiempo. Estudios indican que, al disminuir la gesta de alimentos, el organismo funciona a costa sus reservas.

· El bicarbonato y la lejía asociados deterioran el esmalte dental y provocan la destrucción acelerada de las piezas dentarias.

· Si maneja, puede ver sus reacciones retardadas.

· Asociar alcohol con masticación de coca puede causar irritabilidad y cambios bruscos de conducta.

· Si sufre de diabetes en cualquiera de sus tipos, no deje de tomar sus medicamentos.

· En caso de embarazo, es útil saber que la saliva y el bicarbonato de sodio o la lejía liberan alcaloides contenidos en la hoja de coca, cuyos efectos no se han estudiado debidamente en el feto.

· Si usted debe realizarse algún examen antidopaje, tendrá resultados “positivos”.