Lenin no es la solución

Daniel A. Pasquier Rivero

daniel-pasquier El discurso del gobierno se agota. Siete años son muchos años para seguir ofreciendo lo mismo sin ver los ansiados proyectos para cambiar la matriz energética del país, iniciando la industrialización de los recursos naturales, ofreciendo sostenibilidad a la producción no tradicional, impulsando la iniciativa y el esfuerzo ciudadano. Se dirá que es poco tiempo para tarea de semejante envergadura, pero ese ha sido el discurso, esa la promesa y también la remachada deficiencia achacada a los gobiernos anteriores. Durante estos años se le ha señalado, de buena fe, que no se conseguirían esos objetivos cubriendo de pasto sintético los espacios públicos, algo aplaudido posiblemente por los aficionados al fútbol, pero no por la mayoría, ávida de algo más destacable en infraestructura social.

La obsesión por mantenerse en el poder ha matado al proyecto de cambio. Recursos incontables, humanos y económicos; ahí está el gasto público de testigo, disparado a cifras nunca experimentadas en este pobre país, aprovechando las vacas gordas de los precios externos a las materias primas. Como le gusta repetir a todos los oficialistas, grandes y chicos: los ingresos se han multiplicado por seis, mientras se mantenga alta la demanda de nuestros recursos naturales. Pero poco o nada se dice del egreso no productivo; dilapidación de oportunidades, cuando no reflejo de la corrupción marcando paralelamente récord histórico. Si la planta separadora de Río Grande se inició con un precio de alrededor de 90 MD (millones de dólares), cuando se inaugure estará por los 160-180 MD, a falta de cifras oficiales definitivas. ¿Qué cambió tanto para poder explicárselo al país?



El proyecto de instalar el padrón biométrico en 79 países para los emigrantes bolivianos al exterior es otro ejemplo. El Tribunal Supremo Electoral invertirá para ello 76 MD, pero “no va a ser suficiente”: 150 colegios grandes, 1000 postas sanitarias para la cobertura primaria de salud, 3-4 hospitales de segundo nivel equipados, ¿cuántos kilómetros de caminos?, etc. Cuando no hay más de 3-4 países con emigrantes suficientes para justificar semejante gasto en centro de padrón biométrico: España, Argentina, EEUU, Brasil. Y, ¿cuántos se habilitaron para votar el 2009?, 16.996. Imposible imaginar un argumento valedero para gastar cerca de 4.500 dólares para registrar un (1) voto. Es obvio, 1) se podría hacer el registro a la antigua, ofreciendo las garantías de siempre (la moda parece estar en el nuevo modelo, promovido por Cuba y Venezuela, facilitador del resultado “automatizado”, mucho más previsible); 2) se estarían cubriendo otros gastos, posiblemente “electorales” bajo el disfraz de dicha iniciativa. Algo no cuadra.

Y no cuadra porque por otra parte el presidente Evo dio la impresión de estar haciendo un gran esfuerzo con las finanzas fiscales al anunciar, para poner en marcha el proyecto Mutún, 10 MD (DIEZ MILLONES DE DOLARES), en la mayor reserva de hierro del mundo, 40.000 millones de toneladas. No parece ser defecto de audio; ha quedado grabado en pleno acto público en la Plaza principal de Santa Cruz ante la convocatoria de la COD. A la empresa JINDAL se le exigía una inversión de 2.100 MD, y por no ponerlos sobre la mesa se la terminó expulsando del país, ¿menos no alcanzaba, o habían otras intenciones detrás de la presión? Mientras, en la Tv se proyectaba un spot mostrando maquinaria de la empresa india y el regocijo gubernamental se explayaba anunciando la exportación de mineral de hierro, en bruto, ahora y como siempre. Décadas oyendo los mismos argumentos para contemplar cómo finalmente la oportunidad del Polo de Desarrollo del sureste boliviano se convertía en otro hueso para las fauces ineficientes, corruptas y eternamente insatisfechas de la COMIBOL.

Se han señalado con precisión esas capacidades de la empresa minera estatal. Le encontraron pelos a todas las ofertas extranjeras realizadas para la explotación de litio en el Salar de Uyuni (otra reserva mundial imponente, en eso somos campeones) y el Estado Pluri se lanzó a la aventura (no se puede calificar de otra manera) de inventarlo todo, desde cero. Hay un genio dentro del gobierno, genio en convencer a todos, aunque ninguna le salga, a costa del resto del país. Se han gastado 18 MD con los resultados previsibles: nada. ¿Los mismos 18 MD de las boletas de garantía ejecutadas a JINDAL? Tampoco atienden colaboraciones de patriotas bolivianos. La Universidad de Potosí, con recursos propios, sin ningún apoyo específico del gobierno ni de COMIBOL, como debería ser, han avanzado en investigación de varias etapas para explotar los salares, al punto de tener patentados sus descubrimientos en Bolivia y en Alemania. Nada de eso le interesa al gobierno del “estado obsesivo en la reinvención del poder”. La experiencia personal de un grupo de profesionales altamente especializados en la industrialización del gas, desechados por el gobierno, parece confirmarlo (SJ Escalera, Profesionales para el desarrollo industrial de Bolivia, www.icees.org.bo), lo cual lleva a desafiar al gobierno a tomar la medida heroica con sentido de Patria, ¡échenlos a todos los ejecutivos, de todas las empresas estatales, para dar curso a la promesa de industrializar nuestros recursos naturales!

Las genialidades se acaban. Desde la Vicepresidencia se reedita, en abril 2013, el “Informe conclusivo” sobre el caso Terrorismo separatista en Bolivia, de la Comisión Multipartidaria de la Cámara de Diputados. La edición el 2009, trataba de respaldar la versión oficial. Cuatro años más tarde, reeditar la misma versión, es insostenible; hay luz de distintas fuentes. Ni el fiscal encargado de la investigar y de acusar ha sido capaz de sostener el caso; está en duda su continuidad.

Lenin no es la solución: hace falta más imaginación y menos soberbia. Bolivia necesita empleos, inversiones, trabajar en paz, en libertad y democracia. Se requiere cambio, de actitud y de discurso.